2. Las operaciones del análisis documental.
Tomado de: Coll-Vinent, R. Ciencia documental. Principios y sistemas. Barcelona:
Editorial Mitre, 1984. pp. 81-84.
Cuando se dice que la ciencia documental pone el acento especialmente en la
diseminación de la información es claro que no se quiere indicar que haya que
distribuirse mejor o más eficazmente lo que ha sido producido. El problema de la
distribución de la información aparte de ser una cuestión material y no intelectual,
entraría más bien en el capítulo de los canales informativos que es un tema ajeno,
en
principio a la Documentación o es, al menos, una cuestión marginal, sin que esto
quiera
decir que no sea también muy importante a los efectos de extender máximamente
el
número de beneficiarios y consumidores de informaciones que fueron concebidos
para
toda la comunidad y no solo para una parte de ella.
La diseminación de la información implica que en primer lugar el someterla a un
tratamiento tal que la haga mucho más accesible primero para tener noticia de su
existencia y luego para posesionarse de ella y asimilarla. La catalogación, la
descripción
y la cita bibliográfica forman parte también del tratamiento documental y podrían
haber
entrado en este capítulo. Y si no ha sido así es debido a que son operaciones no
exclusivas de la Documentación y realizadas también en el ámbito de la
biblioteconomía en cuyo marco me ha parecido más oportuno encuadrarlas.
Por lo demás y sin querer subvalorar unas operaciones sin duda útiles y
necesarias,
entiendo que lo más importante del tratamiento y del análisis documental es el
conjunto
de operaciones que se acogen en la condensación y en la indización; y es en ellas
donde
en verdad se realiza la labor más propia del científico de la documentación y es
sobre
todo gracias a ellas cómo se produce la diseminación y la transferencia de la
información que nuestra disciplina tiene como objeto preferente.
La novedad que aporta en el ámbito de la difusión de información y documentos la
Documentación es el análisis profundo a que somete los documentos originales; y
este
tipo de análisis que solo la Documentación y sus técnicas realizan es también lo
que
mejor identifica a nuestra ciencia respecto a otras disciplinas más o menos afines.
Existe otra razón para tratar en capítulo aparte esas dos operaciones-clave del
tratamiento documental cara a la automatización de la documentación, y es que se
trata
3. de operaciones eminentemente intelectuales y exclusivamente intelectuales en
cuyo
dominio no va a entrar la máquina que en tantos ámbitos está desplazando al
hombre.
Es verdad que alguien ha insinuado la posibilidad de que en el futuro se fabrique
la
máquina pensante y está haciendo fortuna, ya ahora, la expresión “ordenadores
inteligentes”.
Pienso que esta manera de expresarse responde a una euforia pasajera e
injustificada ante las maravillas que el ordenador está consiguiendo en un terreno,
hay
que decirlo, memorístico, repetitivo y rutinario, con una velocidad de cálculo que
asombran y con razón, pero sin que por ahora se haya demostrado que en tales
maravillas haya el menor atisbo de inteligencia como no sea el caudal enorme de
inteligencia que el hombre ha invertido en la fabricación de tales máquinas,
pensadas
para ayudarle, no para sustituirle. “Algún día -ha escrito el profesor Simón Díaz-
habrá
1
El hombre y los ordenadores inteligentes. ATE, Barcelona, 1982.
que juzgar las determinaciones que ante la seguridad de que todo debía ser hecho
en
adelante por los ordenadores, se tomaron para interrumpir trabajos en marcha de
gran
envergadura o relegar al elemento humano, como si la máquina fuera a cuidarse
hasta
de subsanar los errores de catalogación o de corregir las faltas de ortografía” 2
El análisis documental bajo sus dos modalidades principales, el resumen y
la indización
-se lee en un texto de Cros, Gardin y Levy
- es dejando todavía a la comprensión de los
hombres y no se reduce a los cálculos de lo automático y aunque pueden darse
por
buenos los resultados experimentales de una calidad suficiente para autorizar el
proyecto de aplicaciones documentales en las que la indización podría correr a
cargo de
la máquina, no por ello tiene que renunciarse a la precisión o a la inteligencia
habitualmente atribuidas a la actividad humana equivalente.
Esta es una de las opiniones más optimistas que sobre el tema he visto escritas
en letra
de molde. Optimista y un poco ambigua y más cuando los mismos autores -Cros,
Gardin y Levy- opinan que la mecanización documental va a extenderse a todas
las
etapas desde la lectura y el análisis de contenido de los textos científicos hasta su
4. señalización en toda clase de bibliografías automáticas. Lo automático en tanto
que
puramente mecánico está reñido con el quehacer intelectual que opera a base del
análisis, síntesis y juicios críticos que la máquina no podrá realizar jamás.
La máquina facilitará, esto sí, el trabajo del intelecto humano suministrando
cantidades
inmensas de datos en muy poco tiempo. Pero los datos por sí solos no constituyen
información y no sirven por tanto para difundir información. El trabajo individual,
opino con Hassenforder, constituye un aprendizaje del trabajo intelectual en su
integridad, es decir, el tratamiento de la información en sus diferentes etapas
desde la
investigación previa de documentación hasta la producción de textos nuevos
Lo saben bien los fabricantes, promotores y gestores de bancos de datos que no
podrían
hacer nada (ni siquiera negocio por supuesto) con las inmensas cantidades de
información y de datos que han de manejar, si no contasen con la imprescindible
colaboración de un buen equipo de científicos de la documentación, “equipos de
investigación orientados hacia la producción y evaluación de los datos, escribe
Debois,
y científicos o especialistas que tengan una vocación reconocida para el
tratamiento de
la información”
. Y el tratamiento de la información, según Becker, afecta a la manera
cómo los mensajes informativos son creados, publicados, reproducidos,
difundidos,
transportados, localizados, catalogados, registrados, restituidos, comunicado e
intercambiados
. Los mensajes informativos producidos, concluye Becker, son tratados
por una multitud de servicios encargados de clasificarlos y condensarlos.
2
Simón Díaz, José. Prologo a “El estudio de la documentación de José López Yepes. Eunsa.
Pamplona,
1978. p. 16.
3
Cros, R. C. Gardin, J.C. y Levy. Lautomatisation ds recherches documentaires. Gauthiers-Villars.
París,
1968.
4
Hassenforder. Pour une Pedagogie de la comunication dans lénseignement superieur. Léxperience
des
colleges universitaires. En: “La Documentation dans los grandes ecoles” p. 32-33.
5
Dubois. Lágence universitaire de documentation et dinformation scientifique et technique. En: “La
documentation dans les grandes ecoles, p. 14-18.
6
Becker, Joseph. La politique des Etats Unis en matiere dinformation. “Documentaliste” vol.16,
num.3,
mayo-junio, p.103.
5. Antes mencioné de paso el análisis de contenido definido por Berelson como
“unas
técnicas de indagación para la descripción objetiva, sistemática y cuantitativa del
contenido manifiesto de la comunicación. Moragas
7
comentando a Berelson nos da una
interesante precisión de lo que ha de entenderse por análisis de contenido para
poderlo
comparar luego a los efectos que diré, con el análisis documental. “El sistema de
trabajo
de los especialistas del content analysis -escribe el profesor catalán- se basa en el
supuesto de que el interés de los emisores por los temas queda expuesto en un
mayor
índice de repetición de los ítems, unidades de significación, que hacen referencia
a estos
temas sobrevalorizados. A un mayor interés en el tema… le corresponderá una
mayor
preferencia de aparición de este ítem en el discurso
8
. Y para Martínez Albertos el
análisis de contenido consiste en un conjunto de técnicas de investigación que
permiten
la descripción objetiva, sistemática y cuantitativa de las “emanaciones” del
comportamiento humano con el objetivo de entender las motivaciones y
características
sociológicas de los autores de estas “emanaciones” y deducir las reacciones
sociológicas
que estos estímulos pueden provocar
9
.
O sea que tratándose de una descripción cuantitativa la máquina -el ordenador en
este
caso- puede muy bien controlar y medir la cantidad de veces que un determinado
vocablo aparece en un escrito o en un discurso y corresponderá en todo caso al
analista
y en presencia de unos datos que la máquina suministró, valorar el significado o el
tema
dominante de un discurso determinado juzgando por la cantidad de veces que una
misma palabra fuera pronunciada en él.
Nada de esto ocurre en el análisis documental, sobre todo en la condensación,
realizada
en virtud de un proceso de análisis-síntesis no susceptible de cuantificarse y
donde
además se han de dar unos criterios rigurosos de selección, imposible de ser
sometidos a
una determinada medida. La indización acaso y con muchas reservas sería menos
difícil
6. de conseguir de modo automático, pero siempre será el especialista quien tenga
que fjar
previamente qué palabras han de ser extraídas del texto para coneccionar con
ellas los
descriptores y si se trata de un lenguaje controlado a que la máquina se acomoda
dócilmente, ese lenguaje solo lo puede establecer el ser inteligente.
El que las técnicas de análisis de contenido más elementales permitan la
síntesis… de
los extensos y numerosos textos que constituyen el panorama comunicativo
moderno”
como dice Moragas, no quiere decir que ellas mismas constituyan la síntesis. La
síntesis
será elaborada en todo caso con posterioridad al análisis y a la vista de él y no
será
elaborada por la máquina que pudo realizar la operación analítica, sino por alguien
que
a la vista de los datos -a la vista del número de veces que una palabra ha sido
pronunciada durante unos minutos por ejemplo- hará una valoración del discurso
en
base al análisis de contenido y en base a otros elementos de juicio que no siempre
el
análisis de contenido puede suministrar.
7
Moragas, Miguel de. Teoría de la comunicación. Investigaciones sobre medios en América y
Europa.
Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 1981, p.57.
8
Berelson, B. Content analysis in comunication research. The Free Press. Glancos/Halner.
Publishing Co.
Nueva York, 1971.
Citado por: Moragas, Miguel de. Teoría de la comunicación. Investigaciones sobre medios en
América y Europa. Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 1981.
9
Martínez Albertos, José Luis. Curso gneral de redacción periodística. Edit. Mitre, Barcelona, 1983.
p.139.
Pienso, para decir un ejemplo concreto y bien frecuente, en los aplausos con que
es
premiado o interrumpido un determinado discurso de un político. Es frecuente que
en
las reseñas de los actos políticos se haga constar no solo el número de veces que
el
público interrumpe al orador, sino la cantidad d segundos o acaso minutos que
dura
cada interrupción. Son datos válidos sin duda y en principio para juzgar del interés
o el
entusiasmo con que tal discurso es acogido, pero datos insuficientes si no van
unidos a
la descripción del contexto y de la circunstancia en que el discurso se produce.