En 3 oraciones o menos:
El documento describe los pasos para romper las ataduras del pecado habitual, incluyendo la confesión genuina, someterse a Dios y resistir al diablo. También habla de la necesidad de renunciar a las mentiras que han contribuido al pecado y elegir la verdad de Dios para romper las ataduras y renovar la mente. El círculo vicioso de pecar y confesar solo puede romperse cuando se cierre la puerta al pecado renunciando a sus raíces.
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Tomado del libro “Pasos para la Libertad en Cristo”. Por Neil T. Anderson
SEXTO PASO: ATADURAS VERSUS LIBERTAD
El siguiente paso hacia la libertad trata con el pecado habitual. Las personas que han
caído en la trampa de pecar, confesar, pecar, confesar, tal vez necesiten seguir las
instrucciones de Santiago 5:16: “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos
por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho”.
Busca una persona justa que te eleve en oración y a quien puedas entregarle cuentas.
Algunos solamente necesitan la seguridad de I Juan 1:9: “Si confesamos nuestros
pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”.
La confesión no es decir: “Lo siento”, es decir: “lo hice”. Ya sea que necesites la ayuda de
los demás o solo rendirle cuentas a Dios, haz la siguiente oración:
Querido Padre celestial:
Tú no has dicho que nos revistamos del Señor Jesucristo y que no proveamos
para los deseos de la carne (Romanos 13;14). Reconozco que he cedido a los
deseos de la carne que pelean en contra de mi alma (I Pedro 2:11). Te doy gracias
porque en Cristo mis pecados son perdonados, pero he transgredido tu santa ley y
le he dado oportunidad al enemigo de contender en contra de mis miembros
(Romanos 6:12-13; Santiago 4:1; I Pedro 5:8). Vengo delante de tu presencia para
reconocer estos pecados y para buscar tu limpieza (I Juan 1:9) para poder ser
liberado de las ataduras del pecado. Ahora, te pido que me reveles la manera en
que he transgredido tu ley moral y contristado al Espíritu Santo. En el nombre
precioso de Jesús yo oro. Amén.
Las obras de la carne son muchas. Tal vez quieras abrir la Biblia en Gálatas 5:19-21 y
orar a través de estos versículos, pidiéndole al Señor que te revele específicamente las
formas en las que has pecado.
Es nuestra responsabilidad no permitirle al pecado que reine en nuestros cuerpos
mortales al no utilizar nuestro cuerpo como instrumentos de injusticia (ver Romanos
6:12-13). Si estás batallando con un pecado sexual habitual (pornografía, masturbación,
promiscuidad sexual) experimentando dificultades sexuales e intimidad en tu matrimonio,
ora de la siguiente manera:
Señor, te pido que traigas a mi mente todo pecado sexual de mi cuerpo que ha
servido como instrumento de injusticia. En el precioso nombre de Jesús oro.
Amén.
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Conforme el Señor trae a tu mente los usos sexuales que le has dado a tu cuerpo, ya sea
que te haya sido hecho (violación, incesto o cualquier abuso sexual) o que lo hayas hecho
voluntariamente, renuncia a cada ocasión:
Señor, renuncio a usar mi cuerpo con _______________________ y te pido que
rompas la atadura.
Ahora encomienda tu cuerpo al Señor orando:
Señor, renuncio a todos estos usos de mi cuerpo como instrumentos de injusticia y
al hacer esto te pido que rompas todas las ataduras que Satanás ha traído a mi
vida a través de estas involucraciones. Confieso mi participación. Ahora te
presento mi cuerpo como sacrificio vivo, santo, aceptable a ti, y reservo al
matrimonio el uso sexual de mi cuerpo. Renuncio a la mentira de Satanás la cual
dice que mi cuerpo no está limpio, que está sucio o que de alguna manera es
inaceptable como resultado de mis pasadas experiencias sexuales: Señor, te doy
gracias por haberme limpiado y perdonado completamente, por haberme aceptado
incondicionalmente. Por lo tanto, puedo aceptarme a mí mismo. Y acepto el hacer
esto, el aceptar mi cuerpo como algo limpio. En el nombre de Jesús. Amén.
Notas:
Supongamos que eres un ángel guardián y que puedas ver la batalla espiritual que se
lleva a cabo por las almas de los seres humanos. En tu observación, ves una gran figura
angelical de la otra clase husmear por la puerta de un joven cristiano llamado Danny.
Increíblemente disfrazado como ángel de luz, este demonio le sugiere a Danny que le
abra la puerta al pecado. “¿Por qué no le echas un vistazo a es revista de Playboy?
Quieres hacerlo. Nadie se dará cuenta. ¿Quién podría saber lo que hiciste? Todo el
mundo lo hace.
El Espíritu de Dios dentro de Danny le trae una convicción inmediata y le ofrece una vía
de escape. También, dentro de Danny, existe un apetito por la comida y el sexo, al igual
que patrones de pensamientos que han sido preprogramados, los cuales operan
independientemente de Dios. La carne o la antigua naturaleza dentro de Danny, quiere
ser complacida y ofrece argumentos en contra del Espíritu de Dios. ¿Qué tiene de malo
ver pornografía? Después de todo, ¿Quién me creo para tener todos estos deseos? ¿No
fue Dios? ¿Cómo podría crearme de cierta manera y luego condenarme por ello?
La batalla en la mente es intensa, “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el
del espíritu es contra la carne, y éstos se oponen entre sí…” (Gálatas 5:17). Pero Danny
fracasó en tomar la vía de escape al no “…llevar todo pensamiento cautivo a la obediencia
de Cristo…” (2 Corintios 10:5). Al principio, las fotografías son un deleite para los ojos, y
el cuerpo responde con una explosión eufórica de sentimientos. Pero el placer solo es
momentáneo, porque “…cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es
atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el
pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.” (Santiago 1:14-15)
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LAS CONSECUENCIAS DE LAS DECISIONES EQUIVOCADAS
La figura toma ventaja de la puerta abierta, porque Danny actuó independientemente de
Dios al elegir el pecado. El papel de Satanás como tentador cambia inmediatamente al de
acusador: “Jamás te saldrás con la tuya. ¿Cómo puedes llamarte cristiano y hacer lo que
haces? ¡Eres patético!”
Con una consciencia que es vencida por la culpa, Danny clama a Dios, “Señor,
perdóname. Jamás lo volveré a hacer”. Dos días más tarde, Danny vuelve a pecar, lo
cual precipita otro clamor de perdón. Conforme continua hacia abajo la espiral del
pecado, confesar, pecar, confesar y pecar nuevamente, otro evento patético tiene lugar.
Danny es descubierto en su pecado por otro “cristiano”, quien no sabe nada sobre la
compasión.
En vez de responder como ministro de reconciliación, se une a la figura del principio en un
“ministerio” de condenación.
“¡Eres un enfermo!”, le dice a Danny, ¿Cómo puedes hacer eso y llamarte cristiano? ¡Eres
una vergüenza para la iglesia. Es mejor que lo confieses y le implores a Dios Su perdón!.
Poco sabe de que Danny ya ha sido perdonado por Dios, y que le ha pedido cien veces
perdón en el pasado. Su respuesta despiadada e insensible sólo llevará a Danny a
mayores profundidades de desesperación. El mundo, la carne y el diablo han traído a
otro santo a arrodillarse. ¿Cómo romper este círculo de derrotas? ¿Es suficiente la
confesión?
Confesión significa estar de acuerdo con Dios o andar en la luz como El está en luz (ver I
Juan 1:5-9). Es el primer paso crítico en el arrepentimiento. Debemos estar de acuerdo
con Dios y enfrentar la verdad, pero eso, por sí solo, no resolverá el estar atrapado en el
pecado. Te has sometido a Dios, si la confesión fue genuina y estuvo acompañada de un
compromiso para hacer Su voluntad, pero aún no has resistido al diablo. (Santiago 4:7)
El arrepentimiento completo quiere decir someterse a Dios, resistir al diablo y cerrar la
puerta. La puerta será cerrada cuando todos los lazos hayan sido rotos y todas las
fortalezas mentales hayan sido derribadas. Esto último incluye renunciar a las mentiras
que hemos creído y que han contribuido al comportamiento pecaminoso y después, elegir
la verdad.
Este paso tiene como propósito romper las ataduras y derribar las fortalezas, haciéndose
así posible la renovación de nuestras mentes.