1. Manifiesto por la paz
De pequeña imaginé un mundo ideal, no un mundo perfecto, si no un mundo que rebosase de paz. Un
mundo en el que no existiese ni dolor ni tristeza, ni guerras ni violencia, un mundo en el que todo fuese posible,
en el que pudiéramos disfrutar de la vida, en el que no fuese un juego, bueno, un juego sí, pero no un juego
cualquiera, uno especial, un juego en el que no ganase el más fuerte, ni el más listo, ni el más guapo, un juego en
el que todos fuésemos ganadores, en el que no hubiese sufrimiento, es decir, poder jugar con la paz. Pero, ¿qué
hay que hacer para poder jugar con la paz?
Para ello hay que luchar, pero luchar de una manera distinta, mágica, especial, luchar por conseguir
dibujar sonrisas, por cambiar los “te odio” por “te quiero”, las peleas por abrazos y secar las lágrimas con besos.
Luchar porque todo fuese posible, porque los sueños se hiciesen realidad, luchar porque todos los niños puedan
participar en este juego, para que no abandonen debido al egoísmo. Luchar para que las armas, drogas y
violencia desaparezcan y para que el dinero no sea motivo de conflicto. Luchar para que no haya discriminación,
por la educación, para evitar el maltrato. Luchar también para que la naturaleza forme parte de este juego.
Yo dejé de imaginar ese mundo, mi mundo ideal, pero sé, confío y estoy segura de que ese mundo se
puede lograr, pero con la ayuda de todos, con la ayuda tanto de los más peques como la de los más mayores,
para que, todos unidos, juntando nuestras manos, consigamos ese cambio.
Raquel Sasián Cagigas
4ºB ESO