Este documento presenta varias leyes de espiritualidad relacionadas con el destino, el aprendizaje de lecciones a través de experiencias de vida, y la importancia de seguir adelante después de terminar algo o perder una batalla. También enfatiza que la vida ofrece momentos mágicos que pueden cambiar nuestra existencia y que la fuerza viene de aceptar los errores sin culparse y aprender de ellos.
2. Nadie llega a nuestra vida por casualidad, todas las personas que interactúan con nosotros, están allí por alguna razón. Nada de lo que sucede en nuestra vida podría haber sido de otra manera, lo que pasó fue lo único que pudo haber pasado para aprender la lección.
3. Todo comienza en el momento indicado, ni antes, ni después. Cuando estamos preparados para que algo nuevo empiece en nuestras vidas, es allí cuando comenzará. Si algo terminó en nuestra vida, es para nuestra evolución, por lo tanto es mejor dejarlo y seguir adelante ya enriquecido con esa experiencia; ningún copo de nieve cae en el lugar equivocado.
4. Todas las batallas en la vida sirven para enseñarnos algo, inclusive aquellas que perdemos. Todos los días no son iguales, en determinado momento debemos escoger un camino, lo cual significa el tener que abandonar otros. Sólo una cosa vuelve un sueño imposible: El miedo a fracasar. En la vida hay un instante mágico en el que un sí ó un no, puede cambiar nuestra existencia.
5. Uno se hace fuerte cuando descubre el potencial que tiene para cambiar las cosas, percibe que en algún momento se equivocó y no se culpa por ello, pero tampoco vuelve a repetir sus errores. Si no ganas, conocerás lo que hace falta para ganar, olvídate de los "si tan solo" y cruza tus puentes, enfrenta los desafíos; a veces escogemos la senda más difícil y larga, pero, son esas las que invariablemente nos conducen hacia los paisajes más bellos.
6. Cuando se es niño, aunque escaseen las cosas, se es rico. Un jardín pequeño es una selva, un mundo de aventuras sin límites; las paredes, un lienzo donde desarrollar un mundo de imaginación. Aunque haya barro en el cuerpo, las manos están siempre limpias, porque el alma es pura y la mirada inocente. Siga siendo niño y en paz dormirá, sin guerras, ni máquinas de calcular.
7. Diógenes cada vez que pasaba por el mercado se reía, porque decía que le causaba mucha gracia y le hacía feliz ver cuántas cosas había que él no necesitaba. Rico no es el que más tiene, si no, el que menos necesita.