La prueba psicometrica de ventas IPV analiza una serie de factores o rasgos de la personalidad que deben estar presentes en el buen vendedor, podríamos decir que mide las aptitudes psicológicas que se buscan en un buen comercial. Esta variedad de factores que analiza el IPV orientan a la adecuación de los candidatos en el perfil del puesto de venta y comercial. A continuación explicamos el listado de factores de la personalidad que mide el test IPV: Valoración de la Disposición General para la Venta (DGV) en los procesos de selección de comerciales: Es el índice de los buenos vendedores. Se fundamenta en la capacidad de sociabilidad y de persuasión con respecto al cliente, así como en la seguridad, control de sí mismo y cierta puntuación al alza de agresividad. Digamos que este índice es una media del resto de factores analizados, y por tanto, se considera un buen indicador de las aptitudes de venta, en términos generales. Valoración de la Receptividad en los procesos de selección de comerciales: La receptividad es muy valorada en los servicios de postventa, realización de pedidos, atención a los usuarios. Las puntuaciones altas en receptividad están influenciadas por la capacidad de control, la empatía (ponerse en el lugar de los demás, escucha activa, comprensión) y por la flexibilidad en la adaptación a diferentes clientes y situaciones. En las empresas donde se busca la creatividad y la innovación, se valorará más la recepción que en las empresas donde se siguen normas y protocolos estándar de captación de clientes. Las dimensiones específicas de la receptividad en la selección de comerciales y puestos de venta, son las siguientes: Comprensión: la comprensión muestra el nivel de empatía y la capacidad para las relaciones humanas, así como la capacidad para asimilar nuevas situaciones y contextos con cierta agilidad. Adaptabilidad: valora la flexibilidad en el desempeño de roles, la capacidad de romper con los esquemas rígidos y someterlos a los cambios que requiera cada situación o persona en particular. Tolerancia a la frustración: valora la capacidad para soportar acciones que resultan frustrantes, la desviación de las propias intenciones o deseos, la capacidad para asumir los fracasos y recuperarse, la capacidad de aceptar un NO por respuesta. Control de sí mismo: puede definirse como la capacidad para gestionar el potencial intelectual, psicológico y físico. Está relacionado con la capacidad para organizar los propios recursos, así como con la capacidad para enmascarar los propios sentimientos cuando sea necesario y la perseverancia en la consecución de los objetivos marcados.