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CÉLULAS NORMALES
Y CÉLULAS CANCEROSAS

Celular IMEI: 012108005861940

SVN: 010 02

http://kcesuy-ilecara-enfermera.blogspot.com/


La célula es el elemento más simple, dotado de vida propia, que forma los
tejidos organizados. Está compuesta por una masa rodeada de protoplasma
que contiene un núcleo.

Una pared celular rodea la célula y la separa de su ambiente. Dentro del núcleo
está el ADN, que contiene la información que programa la vida celular.
El hombre está compuesto de millones de células.

La célula se divide y al hacerlo sus estructuras se dividen también en otras
exactamente iguales a las anteriores, con los mismos componentes y funciones
que la originaria.

Las células normales crecen a un ritmo limitado y permanecen dentro de sus
zonas correspondientes. Las células musculares se forman y crecen en los
músculos y no en los huesos; las de los riñones no crecen en los pulmones,
etc.

Estas funciones y este ritmo de crecimiento viene determinado por el ADN.
Algunas células tienen menos tiempo de vida que otras, como por ejemplo
las células del intestino que tienen un período de vida de dos semanas,
mientras que los hematíes viven durante unos tres meses.

Otras células van a vivir el tiempo que viva la persona y sólo se dividen para
sustituirse a sí mismas, éste sería el caso de las células óseas que actúan
cuando hay que reparar una fractura.

La vida de cada grupo de células es distinta y funcionará según se lo dicte su
ADN que es distinto para cada tipo de célula. Cada célula está bien
diferenciada.

La sangre aporta el oxígeno y los nutrientes necesarios para la vida celular y
recoge los productos de deshecho producidos por las células y los transporta a
los órganos de filtrado y limpieza (riñones, hígado, pulmones).
La linfa es un líquido incoloro que se compone, en su gran mayoría, por
linfocitos, un tipo de glóbulos blancos, y que recorre todo el organismo a través
de vasos linfáticos.

El sistema inmunológico se encarga de la defensa del cuerpo a través de los
leucocitos que buscan y destruyen a las bacterias y virus.
Los leucocitos viajan por la sangre y por la linfa y se acumulan en aquellos
lugares donde hay infección para rodear y matar a las bacterias o virus y, más
tarde, emigran por medio de los vasos linfáticos a los ganglios linfáticos.

Los ganglios linfáticos son como racimos de uvas situados en distintas partes
del organismo.

Cada ganglio recibe los linfocitos y es en ellos donde se filtran y destruyen las
bacterias, los desechos y los propios linfocitos desgastados.

Cuando se produce alguna infección, los ganglios linfáticos se pueden inflamar.
Si la infección se produce en un diente, se inflamarán los del cuello. Si la
infección es en una mano, estarán aumentados los de la axila correspondiente.
Los ganglios también pueden estar inflamados cuando hay un tumor.

La célula normal pasa a convertirse en una célula cancerosa debido a
uncambio o mutación en el ADN. A veces esas células, cuya carga genética
ha cambiado, mueren o son eliminadas en los ganglios linfáticos. Pero, otras
veces, siguen con vida y se reproducen.

Las células cancerosas tienen un aspecto diferente, bien porque su forma ha
cambiado o porque contengan núcleos más grandes o más pequeños.

Estas células son incapaces de realizar las funciones que corresponden a las
células pertenecientes a ese tejido.

Generalmente se multiplican muy rápidamente, porque les falta un mecanismo
de control del crecimiento.

Con frecuencia, son inmaduras debido a que se multiplican de una forma
muy rápida y no tienen tiempo suficiente para crecer plenamente antes de
dividirse.
Al formarse un gran número de células cancerosas, se amontonan, presionan o
bloquean a otros órganos y les impiden realizar su trabajo.

Como no se limitan al espacio originario donde se forman, y se extienden a
otras zonas, se dicen que son invasivas.

Tienden a emigrar a otros lugares, a través de la sangre o de la linfa. Las
células que se encargan de la defensa del organismo suelen destruirlas, así
separadas, pero si sobreviven pueden producir un nuevo crecimiento en un
lugar diferente, metástasis, y dañar a otros órganos.

TRATAMIENTOS CONTRA EL CÁNCER: CIRUGÍA, RADIOTERAPIA,
QUIMIOTERAPIA Y TRANSPLANTE DE MÉDULA


La cirugía es el método más empleado para aquellos tumores pequeños y
localizados en un lugar concreto. Para que sea completamente eficaz se
precisa extirpar parte del tejido que rodea el tumor para asegurar así que todas
las células cancerosas han sido extirpadas.

Si el cáncer se ha extendido a otras zonas, a través de la sangre o de la linfa,
habrá que realizar otros tratamientos, bien sean añadidos a la cirugía o únicos
y distintos a ella.

La radioterapia utiliza partículas de alta energía capaces de penetrar al
cuerpo. A través de una máquina, llamada acelerador lineal, se genera y
dirigen esas partículas hacia el lugar concreto donde se tengan que aplicar. Las
demás zonas del cuerpo se protegen para no recibir la radiación.

La radioterapia utiliza partículas similares a los rayos X, que se utilizan para
hacer una radiografía normal, lo que ocurre es que en éstas últimas, la cantidad
suministrada es muy pequeña.

Las células cancerosas son especialmente sensibles a la radiación.
El patólogo es quien decide la zona exacta donde suministrar los rayos. La
zona exacta del tumor se habrá localizado a través de pruebas diagnósticas
como radiografías, biopsias, etc.

La radioterapia puede utilizarse como tratamiento único en aquellos casos en
que los tumores sean especialmente sensibles a la radiación y no haya señales
de que se haya extendido hacia ningún otro lugar.

Puede emplearse como tratamiento supletorio a la cirugía, para aplicarlo
previamente a ésta, y disminuir así el tamaño del tumor y que sea más fácil su
extirpación.

El tratamiento conjunto de radioterapia y quimioterapia se utiliza también con
frecuencia. A veces, el empleo de quimioterapia antes de la radioterapia hace a
las células cancerosas más sensibles a la radiación. Otras se emplea la
radioterapia después de la quimioterapia para asegurar la eliminación de todas
las células cancerosas.

El paciente tendrá que ir, de forma ambulatoria, a la clínica u hospital donde le
administren la radioterapia. La duración de cada sesión son unos veinte
minutos. El enfermo estará solo en una sala aislada para que las radiaciones
no se propaguen. Las zonas donde se tiene que aplicar la radioterapia estarán
marcadas y las demás se protegerán de la radiación. Después de la sesión, el
paciente podrá marcharse a su casa.La quimioterapia consiste en el empleo de
medicinas para tratar el cáncer. Son medicamentos cuya función es eliminar,
dañar o retrasar el crecimiento de las células cancerosas.

El principal problema que produce este tratamiento viene derivado de que las
células cancerosas no son agentes o cuerpos extraños al organismo sino que
son parecidas a las células que las rodean. Esto hace que los fármacos, que
actúan sobre todo contra las células del cáncer, tengan también efectos sobre
las células normales.

* GRÁFICO INTERACTIVO: Radioactividad contra el cáncer
La quimioterapia actúa sobre las células que se dividen con gran rapidez, que
es lo que suelen hacer las cancerosas. Pero también existen otras células, que
no son cancerosas y que también se dividen de forma rápida.
Algunos medicamentos quimioterápicos actúan interrumpiendo la fase donde la
célula cancerosa se divide y esto hace que el tiempo de crecimiento sea mayor
y que la célula muera.

Otros medicamentos intervienen en todas las fases de la célula. Como las
células cancerosas son más frágiles que las normales, resultan más afectadas
que las normales, por lo que la acción de los medicamentos recae sobre todo
en ellas.

Otros fármacos cambian las condiciones externas del organismo para que les
sean desfavorables a esas células. Éste sería el caso de las hormonas que
pueden bloquear la acción de determinadas sustancias y con ello no favorecer
el crecimiento de las células malignas.

En los últimos años, se están empleando combinaciones de quimioterápicos
porque se ha comprobado que su acción conjunta es más eficaz para destruir
el cáncer.

Se suelen combinar medicamentos anticancerígenos con modos de acción
distintos y capacidad para producir efectos diferentes.

Hay tratamientos que contienen un medicamento que interviene en una fase de
la célula, otro que interviene en otra fase y una hormona que cambia las
condiciones externas a las células.

Estas combinaciones pretenden ser más eficaces sobre las células cancerosas
y menos dañinas para las células normales.

Los medicamentos quimioterápicos pueden administrarse de diferentes formas:
a través de un comprimido por vía oral; mediante un suero o inyección
intravenosa; por inyección intramuscular o mediante una inyección a través de
una punción en la médula ósea.

Efectos secundarios de la quimioterapia

Cualquier medicamento puede producir efectos secundarios no deseables
debido a su acción sobre el organismo.

Los medicamentos quimioterápicos al actuar sobre células que se dividen con
frecuencia, las células cancerosas lo hacen, también pueden actuar sobre
aquellas células normales que también se dividen con frecuencia. Estas células
son por ejemplo, las células de la médula ósea (donde se fabrican las células
sanguíneas) y las membranas mucosas del conducto gastrointestinal. Los
folículos pilosos también se dividen con frecuencia y son sensibles a algunos
medicamentos de quimioterapia.
Por este motivo, algunos de estos fármacos producen náuseas, vómitos,
diarrea, llagas en la boca. Otros dan lugar a una pérdida temporal del cabello.
La médula queda temporalmente perjudicada en su función de producir células
sanguíneas. Por esto es más fácil que se produzcan infecciones, pues el
número de leucocitos es inferior, o que se produzca cansancio o anemia, ya
que el número de hematíes también puede disminuir.

Al ser medicamentos muy fuertes, los efectos secundarios también lo son.
Debido a sus efectos secundarios, la quimioterapia se administra en forma de
ciclos, durante un período de tiempo se administran los medicamentos y
seguidamente se deja un período de descanso.

Este período de descanso se utiliza para que se produzca una recuperación
hematológica ya que, como hemos dicho antes, estos medicamentos producen
efectos sobre las células cancerosas y sobre otras, que no lo son.

Los efectos secundarios dependerán del tipo de medicamento que se
administre, de la duración del tratamiento y del estado general del paciente.

Estos efectos son limitados y temporales.

Existen medicamentos que atenúan los efectos secundarios de la
quimioterapia, como podrían ser los antieméticos que disminuyen o hacen
desaparecer la sensación de náuseas.

Junto a la quimioterapia, se administran esos medicamentos para disminuir o
anular, en la medida de lo posible, muchos de estos efectos secundarios.

* GRÁFICO INTERACTIVO: Cómo funciona la quimioterapia


El trasplante de médula ósea se realiza cuando se ha producido un daño en
la médula ósea que le impida realizar las funciones que, antes de la
quimioterapia, estaba realizando. Estas funciones consisten en la formación de
las células sanguíneas, papel fundamental para la vida humana.

La quimioterapia se administra para destruir las células cancerosas pero, al
mismo tiempo, puede dañar la médula ósea y otros órganos. Por esto
generalmente no se suelen utilizar dosis muy elevadas.

Cuando el cáncer no desaparece con una dosis moderada de quimioterapia y
se requiere, para la curación, administrar otra mucho mayor, junto con el
empleo en ocasiones de radioterapia, será necesario realizar un trasplante de
médula ósea porque ésta va a ser destruida por la quimioterapia.

A la administración de quimioterapia previa al trasplante, se le denomina
acondicionamiento.

Con este trasplante se administra células madre que son productoras de las
células que forman la sangre.
Las células madre se pueden conseguir directamente de la médula ósea o de
la sangre periférica.

Si se extraen de la médula, habrá que realizar múltiples aspiraciones en los
huesos de la cadera (crestas iliacas) bajo anestesia general.

En la médula ósea existe una célula madre por cada 2.000 células, para
conseguir un número suficiente de células madre hay que extraer casi un litro
de médula, por este motivo hay que realizar múltiples pinchazos y el paciente
tiene que estar anestesiado.

Otro método consiste en emplear citoquinas, que son una especie de
"hormonas de la médula ósea" que hacen salir las células madre a la sangre
periférica y son recogidas con unos separadores celulares mediante un
procedimiento denominado aféresis o leucoféresis, a través de una máquina
similar a la de diálisis.

Una vez extraídas, se colocan en una bolsa de transfusión para administrarlas
por vía intravenosa al paciente compatible o bien se congela a -200º C, en el
caso de trasplante autólogo.

Cuando la médula se introduce en el interior del torrente sanguíneo a través de
un catéter central, estas células madre se dirigen hacia las cavidades de los
huesos donde implantan, maduran y se multiplican. Así el paciente puede
producir de nuevo células sanguíneas sanas.

En ocasiones, este procedimiento supone la única posibilidad de curación para
algunos pacientes con leucemia u otras enfermedades como aplasia medular,
mieloma múltiple, linfoma maligno, talasemia mayor, etc. ...

Existen dos tipos de trasplante de células madre, el alogénico y el autológico.

Se habla de trasplante alogénico cuando las células que se trasplantan, sean
de médula ósea o de sangre periférica, son de un donante, familiar o no, cuyo
tipo tisular es casi idéntico al del paciente.

El trasplante autólogo consiste en obtener médula ósea del propio paciente,
mientras la enfermedad está en remisión, para mantenerla congelada y realizar
el trasplante después de aplicarle al paciente una dosis alta de quimioterapia.

Este tipo de trasplante se realiza cuando no existe un posible donante o se
considera que el riesgo es muy elevado con el trasplante alogénico, por el
posible rechazo que pueda sufrir el paciente.

Si no tiene un hermano gemelo, las posibilidades de conseguir un donante
compatible no son superiores al 35%.

El trasplante autólogo tiene menos riesgos que el alogénico al no existir el
rechazo. Sin embargo, hay mayor índice de recidivas porque es posible que al
extraer la médula del propio paciente quede alguna célula cancerosa que
produzca después del trasplante que la enfermedad reaparezca.

Una vez que se ha realizado el trasplante, la médula tarda en reconstituirse
unas 3-4 semanas. Durante este período, denominado aplasia, el paciente no
posee un número de células sanguíneas suficiente como para mantenerse con
vida. Debido a esto, el riesgo de sufrir infecciones o hemorragias es elevado,
por lo que debe permanecer en el hospital, para recibir transfusiones,
antibióticos o tratamientos para estimular el crecimiento de los granulocitos.

        Cáncer de protata
        ¿QUÉ ES?


        Se trata de un tumor maligno que se desarrolla en la glándula
        prostática. Consiste en un crecimiento descontrolado de las
        células prostáticas. Esto hace, entre otras cosas, que la
        próstata, por su situación, presione sobre la vejiga y la uretra
        impidiendo la salida normal de la orina.

        La mayoría de los tumores cancerosos prostáticos crecen
        muy lentamente, aunque algunos lo hacen de forma rápida,
        incluso pueden propagarse.

        La próstata es un órgano glandular, del tamaño de una nuez,
        presente en los hombres y situada alrededor del cuello
        vesical y parte de la uretra, por delante del recto. Secreta un
        líquido, blanquecino y viscoso, que se mezcla con el esperma
        en el momento de la eyaculación.

        Existen vasos linfáticos que rodean la próstata y que
        desembocan en los ganglios linfáticos pélvicos.


        Cuando aparece un cáncer en la próstata, existe la
        posibilidad de que las células cancerosas se diseminen a
        través de los vasos linfáticos y que afecten a los ganglios y
        de ahí a cualquier zona del cuerpo.


El cáncer de próstata es el segundo tumor más frecuente hombres, por detrás
del cáncer de pulmón. En todo el mundo se diagnostican unos 700.000 nuevos
casos al año; lo que representa el 11,7% de todos los tumores masculinos.

En España se detectan unos 13.300 casos anuales, lo que supone casi el
14% de todos los tumores en hombres. Anualmente se producen en nuestro
país alrededor de 6.000 muertes por este diagnóstico (el 10% de todos los
fallecimientos por cáncer entre varones)
En comparación con otros países desarrollados, la tasa española es baja (36
nuevos casos por cada 100.000 habitantes), pero la enfermedad muestra una
tendencia al alza desde la década de los 90.

Mientras en estos los países en vías de desarrollo es el sexto tumor más
habitual (por detrás del cáncer de pulmón, estómago, hígado, esófago y colon),
en los países desarrollados su frecuencia ha aumentado muy rápidamente en
la última década, probablemente por el diagnóstico precoz, y en muchos países
es el primero en frecuencia entre los hombres, muy por delante del cáncer de
pulmón (Norteamérica, Australia y Europa del Norte principalmente).

Las tasas de supervivencia indican que, en el mundo occidental, el 92% de los
varones diagnosticados sobrevive al menos cinco años después de su
diagnóstico; y el 67% supera los 10 años. El pronóstico de la enfermedad
mejora cuando se detecta a tiempo, y se calcula que un 58% de los tumores se
diagnostica en esta fase aún localizada.


        PREVENCIÓN Y FACTORES DE RIESGO

        Se desconocen las causas del cáncer de próstata, aunque sí
        se han identificado factores de riesgo que aumentan la
        probabilidad de padecer la enfermedad. Los más interesantes
        son aquellos que, como la dieta, se pueden modificar.


        Edad: la probabilidad de tener cáncer de próstata es muy
        rara antes de los 40 años, pero aumenta considerablemente
        a partir de los 50. Más del 80% se diagnostica en hombres
        mayores de 65 años.

        Raza: es más frecuente en hombres de raza negra.

        Nacionalidad: es más común en América del Norte y en
        Europa Noroccidental y menos frecuente en Asia, África,
        América Central y América del Sur.

        Dieta: las grasas parecen tener un papel en el cáncer de
        próstata, favoreciéndolo. Algunos estudios han puesto
        énfasis en que los hombres que comen más grasas, comen
        menos cantidad de frutas y verduras y que puede ser esto lo
        que aumente el riesgo de cáncer y no el hecho de comer
        grasas. Parece ser que los licopenos, que se encuentran en
        niveles altos en algunas frutas y vegetales, disminuyen el
        riesgo de enfermar de esta clase de cáncer. El consumo
        continuado de fitoestrógenos, como los contenidos en la soja,
        podrían disminuir la incidencia del cáncer de próstata.
        Aunque no existen pruebas concluyentes, puede que la
        menor incidencia del cáncer de próstata en los países
        asiáticos esté relacionada, al menos en parte, con este factor
dietético.

Actividad física: realizar una actividad física regular y
mantener un peso adecuado ayudan a disminuir el riesgo de
cáncer de próstata.

Alteraciones genéticas: hasta el momento se han
relacionado varios genes en el desarrollo del cáncer de
próstata, pero todavía no se ha determinado cuáles son los
verdaderamente importantes. Aunque no se trata de una
clase de cáncer en la que la herencia juegue un papel
esencial, los familiares de primer grado de un enfermo, como
hijos o hermanos, tienen el doble de riesgo que la población
general. Los genes BRCA pueden heredarse con
mutaciones, lo que confiere un riesgo muy elevado de que las
mujeres padezcan cáncer de mama u ovario. Los hombres
que pertenecen a estas familias y que han heredado una
copia errónea del gen, también tienen más probabilidades.

Actividad hormonal: la testosterona es la principal hormona
masculina y, en un principio, "dispara" el crecimiento del
cáncer de próstata, pero cuando este tumor está en una fase
avanzada, la testosterona consigue detener el crecimiento.
Las razones de esta actividad no se conocen todavía pero
existen estudios que están investigando la función de la
testosterona para emplearla en la lucha contra este tipo de
cáncer.

Se ha discutido mucho la posible relación entre
la vasectomía y la frecuencia eyaculatoria con el cáncer
prostático. Algunos estudios antiguos señalaban que la
vasectomía aumentaba la probabilidad de padecer la
enfermedad, mientras que eyacular con frecuencia la
disminuía. Los estudios más modernos han desacreditado
estas relaciones de causa-efecto.

La prostatitis crónica, en cambio, sí que parece favorecer la
aparición del cáncer de próstata, si bien la cuantía del efecto
parece bastante modesta.

La hipertrofia prostática benigna (o HPB) es el
agrandamiento de la glándula que experimentan muchos
hombres al envejecer. A veces, la hipertrofia ocasiona
molestias relacionadas con el flujo de la orina y por eso se
decide extirpar la próstata. Sin embargo, la hipertrofia y el
cáncer no están relacionados entre sí, de manera que la HPB
no se maligniza. Otra cosa distinta es que el cáncer pueda
aparecer en un hombre con HPB, exactamente con la misma
probabilidad que en otro sin ella. En suma, todos los varones
deben seguir las mismas pautas de diagnóstico precoz del
cáncer de próstata, independientemente de si el tamaño de
         su glándula es normal o está elevado.

         Muchos de estos factores no pueden cambiarse, pero otros,
         como la dieta o la actividad física, sí.

         La Sociedad Americana del Cáncer recomienda disminuir la
         ingestión de grasas y elegir muchas comidas de origen
         vegetal. Se recomienda comer cinco o más raciones de frutas
         y vegetales, también es aconsejable la ingestión frecuente de
         pan, cereales, productos de granos, arroz y pasta.

DETECCIÓN Y SÍNTOMAS

En las primeras etapas del cáncer de próstata no suelen darse muchos
síntomas.

Los síntomas más frecuentes son:

- Necesidad de orinar frecuentemente y, sobre todo, por la noche.
- Dificultad para comenzar la micción o detenerla.
- Incapacidad para orinar.
- Interrupción del flujo de orina o débil.
- Micción dolorosa o sensación de quemazón.
- Dificultad para tener una erección.
- Eyaculación dolorosa.
- Sangre en orina o semen.
- Dolor frecuente o sensación de tensión en la parte inferior del abdomen, en
caderas o en la parte superior de los muslos.

Cualquiera de estos síntomas pueden presentarse cuando existe cáncer pero
también con cualquier otro problema menos serio. En realidad, es mucho más
frecuente que cualquiera de estas molestias esté relacionada con la hipertrofia
prostática benigna que con el cáncer, por lo que no debe cundir el pánico si
se presentan, pero es conveniente consultar con su médico.

El cáncer de próstata crece muy lentamente, por esto no varía mucho el índice
de supervivencia si se detecta muy pronto y se pone tratamiento o si se hace
algo más tarde, siempre que el tumor no se haya propagado más allá de esta
glándula.

El diagnóstico precoz del cáncer de próstata se basa en las visitas periódicas al
urólogo, el tacto rectal, la determinación de la PSA, la ecografía transrectal
y la biopsia. Lo cierto es que la utilidad del diagnóstico precoz del cáncer
prostático dista de estar tan bien demostrada como, por ejemplo, la de la
mamografía con respecto al cáncer de mama.

Está claro que acudiendo al urólogo el cáncer se diagnostica en una fase algo
más temprana. Sin embargo, algunos estudios indican que la probabilidad de
curarse del cáncer es la misma si lo diagnostica el urólogo antes de que
aparezcan los primeros síntomas o algún tiempo después, cuando el paciente
consulta por esas molestias. En cualquier caso y por un principio de prudencia,
muchas asociaciones de urología y oncología sí que recomiendan la visita
anual al urólogo empezando alrededor de los 50 años.

Las pruebas fundamentales que se realizan en la visita rutinaria son el tacto
rectal y la determinación de la PSA en el análisis de sangre. Si se observa
alguna anomalía, la primera prueba que se suele hacer a continuación es la
ecografía transrectal.

La próstata está situada justo por delante del recto, de modo que la manera
más fácil de observarla con detalle consiste en introducir una sonda de
ultrasonidos en los primeros centímetros del recto, a través del ano. La
ecografía transrectal informa del volumen, forma y contenido de la
próstata. Si se aprecia algo con posibilidades de ser un tumor, se practica una
biopsia mediante la inserción de una aguja, también a través del ano.


         TRATAMIENTO

         El tratamiento presenta menos ventajas a los hombres
         mayores de 70 años que a otros más jóvenes. Esto es debido
         a que los más mayores tienen más posibilidades de morir por
         otra causa que no sea el cáncer dada la lentitud de su
         evolución natural. Además, estos tratamientos pueden
         producir impotencia e incontinencia con lo que la forma de
         vida de los afectados puede deteriorarse gravemente.

         Algunos enfermos mayores con cáncer de próstata deciden
         esperar y vigilar el curso de la enfermedad antes de
         someterse a algún tratamiento. En muchas ocasiones, el
         tumor permanece espontáneamente estabilizado durante
         largos periodos de tiempo. Si la vigilancia es correcta y se
         actúa pronto en caso de progresión, esta actitud de "ver y
         esperar" no empeora el pronóstico.


         Los tratamientos que se suelen emplear son los
         siguientes:

         Prostatectomía radical: con esta operación se extirpa toda
         la glándula prostática junto con algunas estructuras cercanas,
         como las glándulas seminales, y se utiliza cuando el cáncer
         no se ha propagado más allá de la próstata.

         Se puede realizar con anestesia general o anestesia
         epidural.

         Existen dos formas de realizar esta intervención, una la
         prostatectomía retropúbica radical y otra la prostatectomía
perineal radical. En la primera la incisión quirúrgica se realiza
por el abdomen inferior. En la segunda, la incisión se realiza
entre el escroto y el ano. Con esta última, no se pueden
extirpar los ganglios linfáticos.

La glándula prostática está rodeada de nervios que hay que
revisar durante la intervención para comprobar que no estén
afectados. Si lo están, habrá que extirparlos, si no, se
conservarán aumentando con ello las probabilidades de no
sufrir impotencia tras la operación.

El tiempo de la intervención es de una a cuatro horas. El
paciente estará hospitalizado durante cuatro o cinco días y
tendrá que estar de tres a cinco semanas sin trabajar.

Por lo general, se llevará una sonda urinaria durante 10 ó12
días después de la intervención, tras este período se retirará
la sonda.

Resección transuretral de la próstata: consiste en una
extirpación parcial de la próstata, la parte que se encuentra
rodeando la uretra.

Este tipo de intervención se realiza en hiperplasias benignas
de próstata y también en aquellos pacientes con cáncer
prostático que no pueden ser sometidos a resección total. Se
utiliza para aliviar los síntomas que presentan estos
pacientes pero no para curarlos.

La intervención se realiza mediante un instrumento que se
introduce por uretra. Éste lleva insertado un pequeño metal
que al calentarse corta la parte de tejido maligno. Se emplea
anestesia general o epidural. La operación dura
aproximadamente una hora.

Tras la intervención, la orina es conducida, a través de un
catéter, desde la vejiga al exterior. Se mantendrá la sonda
durante dos o tres días y luego se retirará.

El paciente podrá incorporarse a sus hábitos normales de
vida tras una o dos semanas.

Criocirugía: consiste en congelar las células cancerosas
para mantener localizado el cáncer. Se realiza colocando una
sonda, a través de una incisión en la piel, entre el ano y el
escroto.

Para localizar el lugar donde tiene que insertarse, se utiliza
una ecografía transrectal.
Al mismo tiempo se introduce otra sonda por uretra, por la
que se pasa suero salino tibio para que la uretra no se
congele.

Esta técnica tiene que realizarse con anestesia epidural.

En la intervención se colocará un catéter en vejiga, a través
de una incisión en la piel para que la orina salga sin
problemas pues, tras la intervención, la próstata se inflama.
Esta sonda se mantendrá durante una o dos semanas, tras
las cuales se retirará y el hombre podrá orinar normalmente.

Esta técnica se suele emplear en aquellos pacientes que, por
sus condiciones físicas, no pueden soportar una cirugía o un
tratamiento con radioterapia.

Radioterapia: La radioterapia consiste en el empleo de rayos
de alta energía, como rayos X, para destruir o disminuir el
número de células cancerosas. Es un tratamiento local.

Se desarrolla a lo largo de unos días (los que el oncólogo y el
radiólogo hayan creído convenientes), y el paciente va de
forma ambulatoria a la clínica o sala donde se realice la
radioterapia; no tiene que estar ingresado para ello.

En sí, el tratamiento dura unos minutos cada día. No es
doloroso sino que es algo parecido a una radiografía sólo que
la radiación es mayor y está concentrada en la zona
afectada.

Los efectos secundarios de este tratamiento son inflamación,
enrojecimiento y sequedad como después de una quemadura
solar, que suelen desaparecer tras seis o 12 meses.

Braquiterapia: consiste en un tipo de radioterapia interna. Se
utilizan unas pequeñas partículas, del tamaño de un grano de
arroz, que son insertadas en la próstata. Estas partículas son
radiactivas y emiten radiación durante semanas o meses. No
producen dolor, su tamaño es muy pequeño, su presencia
ocasiona poca incomodidad. Puede que durante una semana
después de su colocación, la persona presente dolor en el
área perineal y un color de orina rojo-pardo.

Hoy día la radioterapia, ya sea externa o braquiterápica se ha
convertido en una alternativa a la cirugía. No es aplicable a
todos los casos, pero es capaz de curar a muchos pacientes
sin necesidad de cirugía y con una probabilidad menor de
sufrir secuelas permanentes, como impotencia o
incontinencia. Si sucede una recaída tras la irradiación, se
puede curar mediante la cirugía.
Tratamiento hormonal: consiste en disminuir los niveles de
andrógenos, hormonas masculinas porque éstas provocan un
crecimiento de las células cancerosas. Al disminuir los
niveles de estas hormonas, se pueden reducir o hacer que
crezca más lentamente el cáncer pero no se cura.

Este tratamiento se utiliza con aquellos pacientes que tienen
un cáncer de próstata extendido a otras partes del cuerpo.
Otra aplicación de las hormonas es el determinado
tratamiento adyuvante, en el que se aplican después de una
cirugía curativa con la intención de disminuir la probabilidad
de una recaída.

La terapia hormonal se puede hacer mediante la extirpación
de los testículos o mediante la administración de
medicamentos. La primera técnica es muy agresiva y
generalmente se suele preferir la segunda.

Los análogos de la hormona liberadora de hormona
luteinizante (LHRH) son medicamentos que disminuyen la
cantidad de testosterona producida en los testículos. Se
inyectan mensualmente o cada tres meses en la consulta de
un médico o en un centro de oncología. Los medicamentos
que se emplean son el leuprolide y el zoladex.

Después de estos dos tratamientos, se pueden utilizar los
bloqueadores de los andrógenos. También se emplean como
un tratamiento combinado con los anteriores, siendo más
eficaz que cada uno por separado. La combinación de
análogos LHRH con antiandrógenos es el tratamiento
hormonal más habitual para el tratamiento del cáncer de
próstata. Se lo suele denominar con las siglas BAC, que
corresponden a Bloqueo Androgénico Completo.

Los antiandrógenos se administran en forma de píldoras, una
o tres veces al día.

Quimioterapia: se utiliza cuando el cáncer de próstata se ha
extendido fuera de la glándula prostática y cuando la terapia
hormonal ha fallado. Con ella no se persigue destruir todas
las células cancerosas pero sí reducir los síntomas y retrasar
la evolución del cáncer. No se recomienda su uso para las
primeras etapas del cáncer de próstata. Hasta hace poco no
existían tratamientos de quimioterapia verdaderamente
eficaces para tratar el cáncer de próstata resistente a las
hormonas. Hoy día existe un medicamento llamado
docetaxel. Es un producto que se administra en forma de
goteros intravenosos, aplicados cada tres semanas sin
necesidad de ingreso
Efectos secundarios de estos tratamientos

Los efectos secundarios más importantes son
la incontinencia o incapacidad para controlar la emisión de
orina. Los tratamientos para el cáncer de próstata pueden
dañar los músculos y los nervios de la vejiga y de la uretra.
Esto puede provocar que se escape la orina al toser, reír, o al
realizar ejercicios.

La retención urinaria es el efecto opuesto a la incontinencia,
aparece al acumularse mucha cantidad de orina en la vejiga.
Esto ocurre porque la próstata aumentada de tamaño
presiona sobre el conducto uretral impidiendo la salida de
orina. También puede ocurrir como consecuencia de la
formación de tejido en la cicatriz tras la operación; este tejido
bloquea el flujo de orina.

La impotencia o incapacidad para obtener una erección,
puede ser otro efecto secundario. Ésta se produce debido a
que los nervios, responsables de las erecciones, hayan sido
dañados o extirpados por la prostatectomía radical.

La radioterapia y la criocirugía también pueden dañar los
nervios, pero la incidencia de la impotencia es mucho menor
que con la cirugía.

La radioterapia puede producir diarrea transitoria con o sin
sangre e inflamación del intestino grueso (colitis).

La quimioterapia aplicada al cáncer de próstata ocasiona la
caída del cabello en casi todos los casos. Esta alopecia es
reversible y el pelo se recupera al suspender el tratamiento.
El cansancio y la pérdida de apetito son comunes. En
cambio, las náuseas y vómitos aparecen pocas veces y
suelen durar pocos días. Durante el periodo de quimioterapia
hay que realizar análisis de sangre con frecuencia, ya que
podrían disminuir los glóbulos blancos, lo que propicia las
infecciones

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  • 1. CÉLULAS NORMALES Y CÉLULAS CANCEROSAS Celular IMEI: 012108005861940 SVN: 010 02 http://kcesuy-ilecara-enfermera.blogspot.com/ La célula es el elemento más simple, dotado de vida propia, que forma los tejidos organizados. Está compuesta por una masa rodeada de protoplasma que contiene un núcleo. Una pared celular rodea la célula y la separa de su ambiente. Dentro del núcleo está el ADN, que contiene la información que programa la vida celular. El hombre está compuesto de millones de células. La célula se divide y al hacerlo sus estructuras se dividen también en otras exactamente iguales a las anteriores, con los mismos componentes y funciones que la originaria. Las células normales crecen a un ritmo limitado y permanecen dentro de sus zonas correspondientes. Las células musculares se forman y crecen en los músculos y no en los huesos; las de los riñones no crecen en los pulmones, etc. Estas funciones y este ritmo de crecimiento viene determinado por el ADN. Algunas células tienen menos tiempo de vida que otras, como por ejemplo las células del intestino que tienen un período de vida de dos semanas, mientras que los hematíes viven durante unos tres meses. Otras células van a vivir el tiempo que viva la persona y sólo se dividen para sustituirse a sí mismas, éste sería el caso de las células óseas que actúan cuando hay que reparar una fractura. La vida de cada grupo de células es distinta y funcionará según se lo dicte su ADN que es distinto para cada tipo de célula. Cada célula está bien diferenciada. La sangre aporta el oxígeno y los nutrientes necesarios para la vida celular y recoge los productos de deshecho producidos por las células y los transporta a los órganos de filtrado y limpieza (riñones, hígado, pulmones). La linfa es un líquido incoloro que se compone, en su gran mayoría, por linfocitos, un tipo de glóbulos blancos, y que recorre todo el organismo a través de vasos linfáticos. El sistema inmunológico se encarga de la defensa del cuerpo a través de los leucocitos que buscan y destruyen a las bacterias y virus.
  • 2. Los leucocitos viajan por la sangre y por la linfa y se acumulan en aquellos lugares donde hay infección para rodear y matar a las bacterias o virus y, más tarde, emigran por medio de los vasos linfáticos a los ganglios linfáticos. Los ganglios linfáticos son como racimos de uvas situados en distintas partes del organismo. Cada ganglio recibe los linfocitos y es en ellos donde se filtran y destruyen las bacterias, los desechos y los propios linfocitos desgastados. Cuando se produce alguna infección, los ganglios linfáticos se pueden inflamar. Si la infección se produce en un diente, se inflamarán los del cuello. Si la infección es en una mano, estarán aumentados los de la axila correspondiente. Los ganglios también pueden estar inflamados cuando hay un tumor. La célula normal pasa a convertirse en una célula cancerosa debido a uncambio o mutación en el ADN. A veces esas células, cuya carga genética ha cambiado, mueren o son eliminadas en los ganglios linfáticos. Pero, otras veces, siguen con vida y se reproducen. Las células cancerosas tienen un aspecto diferente, bien porque su forma ha cambiado o porque contengan núcleos más grandes o más pequeños. Estas células son incapaces de realizar las funciones que corresponden a las células pertenecientes a ese tejido. Generalmente se multiplican muy rápidamente, porque les falta un mecanismo de control del crecimiento. Con frecuencia, son inmaduras debido a que se multiplican de una forma muy rápida y no tienen tiempo suficiente para crecer plenamente antes de dividirse. Al formarse un gran número de células cancerosas, se amontonan, presionan o bloquean a otros órganos y les impiden realizar su trabajo. Como no se limitan al espacio originario donde se forman, y se extienden a otras zonas, se dicen que son invasivas. Tienden a emigrar a otros lugares, a través de la sangre o de la linfa. Las células que se encargan de la defensa del organismo suelen destruirlas, así separadas, pero si sobreviven pueden producir un nuevo crecimiento en un lugar diferente, metástasis, y dañar a otros órganos. TRATAMIENTOS CONTRA EL CÁNCER: CIRUGÍA, RADIOTERAPIA, QUIMIOTERAPIA Y TRANSPLANTE DE MÉDULA La cirugía es el método más empleado para aquellos tumores pequeños y localizados en un lugar concreto. Para que sea completamente eficaz se precisa extirpar parte del tejido que rodea el tumor para asegurar así que todas
  • 3. las células cancerosas han sido extirpadas. Si el cáncer se ha extendido a otras zonas, a través de la sangre o de la linfa, habrá que realizar otros tratamientos, bien sean añadidos a la cirugía o únicos y distintos a ella. La radioterapia utiliza partículas de alta energía capaces de penetrar al cuerpo. A través de una máquina, llamada acelerador lineal, se genera y dirigen esas partículas hacia el lugar concreto donde se tengan que aplicar. Las demás zonas del cuerpo se protegen para no recibir la radiación. La radioterapia utiliza partículas similares a los rayos X, que se utilizan para hacer una radiografía normal, lo que ocurre es que en éstas últimas, la cantidad suministrada es muy pequeña. Las células cancerosas son especialmente sensibles a la radiación. El patólogo es quien decide la zona exacta donde suministrar los rayos. La zona exacta del tumor se habrá localizado a través de pruebas diagnósticas como radiografías, biopsias, etc. La radioterapia puede utilizarse como tratamiento único en aquellos casos en que los tumores sean especialmente sensibles a la radiación y no haya señales de que se haya extendido hacia ningún otro lugar. Puede emplearse como tratamiento supletorio a la cirugía, para aplicarlo previamente a ésta, y disminuir así el tamaño del tumor y que sea más fácil su extirpación. El tratamiento conjunto de radioterapia y quimioterapia se utiliza también con frecuencia. A veces, el empleo de quimioterapia antes de la radioterapia hace a las células cancerosas más sensibles a la radiación. Otras se emplea la radioterapia después de la quimioterapia para asegurar la eliminación de todas las células cancerosas. El paciente tendrá que ir, de forma ambulatoria, a la clínica u hospital donde le administren la radioterapia. La duración de cada sesión son unos veinte minutos. El enfermo estará solo en una sala aislada para que las radiaciones no se propaguen. Las zonas donde se tiene que aplicar la radioterapia estarán marcadas y las demás se protegerán de la radiación. Después de la sesión, el paciente podrá marcharse a su casa.La quimioterapia consiste en el empleo de medicinas para tratar el cáncer. Son medicamentos cuya función es eliminar, dañar o retrasar el crecimiento de las células cancerosas. El principal problema que produce este tratamiento viene derivado de que las células cancerosas no son agentes o cuerpos extraños al organismo sino que son parecidas a las células que las rodean. Esto hace que los fármacos, que actúan sobre todo contra las células del cáncer, tengan también efectos sobre las células normales. * GRÁFICO INTERACTIVO: Radioactividad contra el cáncer
  • 4. La quimioterapia actúa sobre las células que se dividen con gran rapidez, que es lo que suelen hacer las cancerosas. Pero también existen otras células, que no son cancerosas y que también se dividen de forma rápida. Algunos medicamentos quimioterápicos actúan interrumpiendo la fase donde la célula cancerosa se divide y esto hace que el tiempo de crecimiento sea mayor y que la célula muera. Otros medicamentos intervienen en todas las fases de la célula. Como las células cancerosas son más frágiles que las normales, resultan más afectadas que las normales, por lo que la acción de los medicamentos recae sobre todo en ellas. Otros fármacos cambian las condiciones externas del organismo para que les sean desfavorables a esas células. Éste sería el caso de las hormonas que pueden bloquear la acción de determinadas sustancias y con ello no favorecer el crecimiento de las células malignas. En los últimos años, se están empleando combinaciones de quimioterápicos porque se ha comprobado que su acción conjunta es más eficaz para destruir el cáncer. Se suelen combinar medicamentos anticancerígenos con modos de acción distintos y capacidad para producir efectos diferentes. Hay tratamientos que contienen un medicamento que interviene en una fase de la célula, otro que interviene en otra fase y una hormona que cambia las condiciones externas a las células. Estas combinaciones pretenden ser más eficaces sobre las células cancerosas y menos dañinas para las células normales. Los medicamentos quimioterápicos pueden administrarse de diferentes formas: a través de un comprimido por vía oral; mediante un suero o inyección intravenosa; por inyección intramuscular o mediante una inyección a través de una punción en la médula ósea. Efectos secundarios de la quimioterapia Cualquier medicamento puede producir efectos secundarios no deseables debido a su acción sobre el organismo. Los medicamentos quimioterápicos al actuar sobre células que se dividen con frecuencia, las células cancerosas lo hacen, también pueden actuar sobre aquellas células normales que también se dividen con frecuencia. Estas células son por ejemplo, las células de la médula ósea (donde se fabrican las células sanguíneas) y las membranas mucosas del conducto gastrointestinal. Los folículos pilosos también se dividen con frecuencia y son sensibles a algunos medicamentos de quimioterapia.
  • 5. Por este motivo, algunos de estos fármacos producen náuseas, vómitos, diarrea, llagas en la boca. Otros dan lugar a una pérdida temporal del cabello. La médula queda temporalmente perjudicada en su función de producir células sanguíneas. Por esto es más fácil que se produzcan infecciones, pues el número de leucocitos es inferior, o que se produzca cansancio o anemia, ya que el número de hematíes también puede disminuir. Al ser medicamentos muy fuertes, los efectos secundarios también lo son. Debido a sus efectos secundarios, la quimioterapia se administra en forma de ciclos, durante un período de tiempo se administran los medicamentos y seguidamente se deja un período de descanso. Este período de descanso se utiliza para que se produzca una recuperación hematológica ya que, como hemos dicho antes, estos medicamentos producen efectos sobre las células cancerosas y sobre otras, que no lo son. Los efectos secundarios dependerán del tipo de medicamento que se administre, de la duración del tratamiento y del estado general del paciente. Estos efectos son limitados y temporales. Existen medicamentos que atenúan los efectos secundarios de la quimioterapia, como podrían ser los antieméticos que disminuyen o hacen desaparecer la sensación de náuseas. Junto a la quimioterapia, se administran esos medicamentos para disminuir o anular, en la medida de lo posible, muchos de estos efectos secundarios. * GRÁFICO INTERACTIVO: Cómo funciona la quimioterapia El trasplante de médula ósea se realiza cuando se ha producido un daño en la médula ósea que le impida realizar las funciones que, antes de la quimioterapia, estaba realizando. Estas funciones consisten en la formación de las células sanguíneas, papel fundamental para la vida humana. La quimioterapia se administra para destruir las células cancerosas pero, al mismo tiempo, puede dañar la médula ósea y otros órganos. Por esto generalmente no se suelen utilizar dosis muy elevadas. Cuando el cáncer no desaparece con una dosis moderada de quimioterapia y se requiere, para la curación, administrar otra mucho mayor, junto con el empleo en ocasiones de radioterapia, será necesario realizar un trasplante de médula ósea porque ésta va a ser destruida por la quimioterapia. A la administración de quimioterapia previa al trasplante, se le denomina acondicionamiento. Con este trasplante se administra células madre que son productoras de las células que forman la sangre.
  • 6. Las células madre se pueden conseguir directamente de la médula ósea o de la sangre periférica. Si se extraen de la médula, habrá que realizar múltiples aspiraciones en los huesos de la cadera (crestas iliacas) bajo anestesia general. En la médula ósea existe una célula madre por cada 2.000 células, para conseguir un número suficiente de células madre hay que extraer casi un litro de médula, por este motivo hay que realizar múltiples pinchazos y el paciente tiene que estar anestesiado. Otro método consiste en emplear citoquinas, que son una especie de "hormonas de la médula ósea" que hacen salir las células madre a la sangre periférica y son recogidas con unos separadores celulares mediante un procedimiento denominado aféresis o leucoféresis, a través de una máquina similar a la de diálisis. Una vez extraídas, se colocan en una bolsa de transfusión para administrarlas por vía intravenosa al paciente compatible o bien se congela a -200º C, en el caso de trasplante autólogo. Cuando la médula se introduce en el interior del torrente sanguíneo a través de un catéter central, estas células madre se dirigen hacia las cavidades de los huesos donde implantan, maduran y se multiplican. Así el paciente puede producir de nuevo células sanguíneas sanas. En ocasiones, este procedimiento supone la única posibilidad de curación para algunos pacientes con leucemia u otras enfermedades como aplasia medular, mieloma múltiple, linfoma maligno, talasemia mayor, etc. ... Existen dos tipos de trasplante de células madre, el alogénico y el autológico. Se habla de trasplante alogénico cuando las células que se trasplantan, sean de médula ósea o de sangre periférica, son de un donante, familiar o no, cuyo tipo tisular es casi idéntico al del paciente. El trasplante autólogo consiste en obtener médula ósea del propio paciente, mientras la enfermedad está en remisión, para mantenerla congelada y realizar el trasplante después de aplicarle al paciente una dosis alta de quimioterapia. Este tipo de trasplante se realiza cuando no existe un posible donante o se considera que el riesgo es muy elevado con el trasplante alogénico, por el posible rechazo que pueda sufrir el paciente. Si no tiene un hermano gemelo, las posibilidades de conseguir un donante compatible no son superiores al 35%. El trasplante autólogo tiene menos riesgos que el alogénico al no existir el rechazo. Sin embargo, hay mayor índice de recidivas porque es posible que al extraer la médula del propio paciente quede alguna célula cancerosa que
  • 7. produzca después del trasplante que la enfermedad reaparezca. Una vez que se ha realizado el trasplante, la médula tarda en reconstituirse unas 3-4 semanas. Durante este período, denominado aplasia, el paciente no posee un número de células sanguíneas suficiente como para mantenerse con vida. Debido a esto, el riesgo de sufrir infecciones o hemorragias es elevado, por lo que debe permanecer en el hospital, para recibir transfusiones, antibióticos o tratamientos para estimular el crecimiento de los granulocitos. Cáncer de protata ¿QUÉ ES? Se trata de un tumor maligno que se desarrolla en la glándula prostática. Consiste en un crecimiento descontrolado de las células prostáticas. Esto hace, entre otras cosas, que la próstata, por su situación, presione sobre la vejiga y la uretra impidiendo la salida normal de la orina. La mayoría de los tumores cancerosos prostáticos crecen muy lentamente, aunque algunos lo hacen de forma rápida, incluso pueden propagarse. La próstata es un órgano glandular, del tamaño de una nuez, presente en los hombres y situada alrededor del cuello vesical y parte de la uretra, por delante del recto. Secreta un líquido, blanquecino y viscoso, que se mezcla con el esperma en el momento de la eyaculación. Existen vasos linfáticos que rodean la próstata y que desembocan en los ganglios linfáticos pélvicos. Cuando aparece un cáncer en la próstata, existe la posibilidad de que las células cancerosas se diseminen a través de los vasos linfáticos y que afecten a los ganglios y de ahí a cualquier zona del cuerpo. El cáncer de próstata es el segundo tumor más frecuente hombres, por detrás del cáncer de pulmón. En todo el mundo se diagnostican unos 700.000 nuevos casos al año; lo que representa el 11,7% de todos los tumores masculinos. En España se detectan unos 13.300 casos anuales, lo que supone casi el 14% de todos los tumores en hombres. Anualmente se producen en nuestro país alrededor de 6.000 muertes por este diagnóstico (el 10% de todos los fallecimientos por cáncer entre varones)
  • 8. En comparación con otros países desarrollados, la tasa española es baja (36 nuevos casos por cada 100.000 habitantes), pero la enfermedad muestra una tendencia al alza desde la década de los 90. Mientras en estos los países en vías de desarrollo es el sexto tumor más habitual (por detrás del cáncer de pulmón, estómago, hígado, esófago y colon), en los países desarrollados su frecuencia ha aumentado muy rápidamente en la última década, probablemente por el diagnóstico precoz, y en muchos países es el primero en frecuencia entre los hombres, muy por delante del cáncer de pulmón (Norteamérica, Australia y Europa del Norte principalmente). Las tasas de supervivencia indican que, en el mundo occidental, el 92% de los varones diagnosticados sobrevive al menos cinco años después de su diagnóstico; y el 67% supera los 10 años. El pronóstico de la enfermedad mejora cuando se detecta a tiempo, y se calcula que un 58% de los tumores se diagnostica en esta fase aún localizada. PREVENCIÓN Y FACTORES DE RIESGO Se desconocen las causas del cáncer de próstata, aunque sí se han identificado factores de riesgo que aumentan la probabilidad de padecer la enfermedad. Los más interesantes son aquellos que, como la dieta, se pueden modificar. Edad: la probabilidad de tener cáncer de próstata es muy rara antes de los 40 años, pero aumenta considerablemente a partir de los 50. Más del 80% se diagnostica en hombres mayores de 65 años. Raza: es más frecuente en hombres de raza negra. Nacionalidad: es más común en América del Norte y en Europa Noroccidental y menos frecuente en Asia, África, América Central y América del Sur. Dieta: las grasas parecen tener un papel en el cáncer de próstata, favoreciéndolo. Algunos estudios han puesto énfasis en que los hombres que comen más grasas, comen menos cantidad de frutas y verduras y que puede ser esto lo que aumente el riesgo de cáncer y no el hecho de comer grasas. Parece ser que los licopenos, que se encuentran en niveles altos en algunas frutas y vegetales, disminuyen el riesgo de enfermar de esta clase de cáncer. El consumo continuado de fitoestrógenos, como los contenidos en la soja, podrían disminuir la incidencia del cáncer de próstata. Aunque no existen pruebas concluyentes, puede que la menor incidencia del cáncer de próstata en los países asiáticos esté relacionada, al menos en parte, con este factor
  • 9. dietético. Actividad física: realizar una actividad física regular y mantener un peso adecuado ayudan a disminuir el riesgo de cáncer de próstata. Alteraciones genéticas: hasta el momento se han relacionado varios genes en el desarrollo del cáncer de próstata, pero todavía no se ha determinado cuáles son los verdaderamente importantes. Aunque no se trata de una clase de cáncer en la que la herencia juegue un papel esencial, los familiares de primer grado de un enfermo, como hijos o hermanos, tienen el doble de riesgo que la población general. Los genes BRCA pueden heredarse con mutaciones, lo que confiere un riesgo muy elevado de que las mujeres padezcan cáncer de mama u ovario. Los hombres que pertenecen a estas familias y que han heredado una copia errónea del gen, también tienen más probabilidades. Actividad hormonal: la testosterona es la principal hormona masculina y, en un principio, "dispara" el crecimiento del cáncer de próstata, pero cuando este tumor está en una fase avanzada, la testosterona consigue detener el crecimiento. Las razones de esta actividad no se conocen todavía pero existen estudios que están investigando la función de la testosterona para emplearla en la lucha contra este tipo de cáncer. Se ha discutido mucho la posible relación entre la vasectomía y la frecuencia eyaculatoria con el cáncer prostático. Algunos estudios antiguos señalaban que la vasectomía aumentaba la probabilidad de padecer la enfermedad, mientras que eyacular con frecuencia la disminuía. Los estudios más modernos han desacreditado estas relaciones de causa-efecto. La prostatitis crónica, en cambio, sí que parece favorecer la aparición del cáncer de próstata, si bien la cuantía del efecto parece bastante modesta. La hipertrofia prostática benigna (o HPB) es el agrandamiento de la glándula que experimentan muchos hombres al envejecer. A veces, la hipertrofia ocasiona molestias relacionadas con el flujo de la orina y por eso se decide extirpar la próstata. Sin embargo, la hipertrofia y el cáncer no están relacionados entre sí, de manera que la HPB no se maligniza. Otra cosa distinta es que el cáncer pueda aparecer en un hombre con HPB, exactamente con la misma probabilidad que en otro sin ella. En suma, todos los varones deben seguir las mismas pautas de diagnóstico precoz del
  • 10. cáncer de próstata, independientemente de si el tamaño de su glándula es normal o está elevado. Muchos de estos factores no pueden cambiarse, pero otros, como la dieta o la actividad física, sí. La Sociedad Americana del Cáncer recomienda disminuir la ingestión de grasas y elegir muchas comidas de origen vegetal. Se recomienda comer cinco o más raciones de frutas y vegetales, también es aconsejable la ingestión frecuente de pan, cereales, productos de granos, arroz y pasta. DETECCIÓN Y SÍNTOMAS En las primeras etapas del cáncer de próstata no suelen darse muchos síntomas. Los síntomas más frecuentes son: - Necesidad de orinar frecuentemente y, sobre todo, por la noche. - Dificultad para comenzar la micción o detenerla. - Incapacidad para orinar. - Interrupción del flujo de orina o débil. - Micción dolorosa o sensación de quemazón. - Dificultad para tener una erección. - Eyaculación dolorosa. - Sangre en orina o semen. - Dolor frecuente o sensación de tensión en la parte inferior del abdomen, en caderas o en la parte superior de los muslos. Cualquiera de estos síntomas pueden presentarse cuando existe cáncer pero también con cualquier otro problema menos serio. En realidad, es mucho más frecuente que cualquiera de estas molestias esté relacionada con la hipertrofia prostática benigna que con el cáncer, por lo que no debe cundir el pánico si se presentan, pero es conveniente consultar con su médico. El cáncer de próstata crece muy lentamente, por esto no varía mucho el índice de supervivencia si se detecta muy pronto y se pone tratamiento o si se hace algo más tarde, siempre que el tumor no se haya propagado más allá de esta glándula. El diagnóstico precoz del cáncer de próstata se basa en las visitas periódicas al urólogo, el tacto rectal, la determinación de la PSA, la ecografía transrectal y la biopsia. Lo cierto es que la utilidad del diagnóstico precoz del cáncer prostático dista de estar tan bien demostrada como, por ejemplo, la de la mamografía con respecto al cáncer de mama. Está claro que acudiendo al urólogo el cáncer se diagnostica en una fase algo más temprana. Sin embargo, algunos estudios indican que la probabilidad de curarse del cáncer es la misma si lo diagnostica el urólogo antes de que
  • 11. aparezcan los primeros síntomas o algún tiempo después, cuando el paciente consulta por esas molestias. En cualquier caso y por un principio de prudencia, muchas asociaciones de urología y oncología sí que recomiendan la visita anual al urólogo empezando alrededor de los 50 años. Las pruebas fundamentales que se realizan en la visita rutinaria son el tacto rectal y la determinación de la PSA en el análisis de sangre. Si se observa alguna anomalía, la primera prueba que se suele hacer a continuación es la ecografía transrectal. La próstata está situada justo por delante del recto, de modo que la manera más fácil de observarla con detalle consiste en introducir una sonda de ultrasonidos en los primeros centímetros del recto, a través del ano. La ecografía transrectal informa del volumen, forma y contenido de la próstata. Si se aprecia algo con posibilidades de ser un tumor, se practica una biopsia mediante la inserción de una aguja, también a través del ano. TRATAMIENTO El tratamiento presenta menos ventajas a los hombres mayores de 70 años que a otros más jóvenes. Esto es debido a que los más mayores tienen más posibilidades de morir por otra causa que no sea el cáncer dada la lentitud de su evolución natural. Además, estos tratamientos pueden producir impotencia e incontinencia con lo que la forma de vida de los afectados puede deteriorarse gravemente. Algunos enfermos mayores con cáncer de próstata deciden esperar y vigilar el curso de la enfermedad antes de someterse a algún tratamiento. En muchas ocasiones, el tumor permanece espontáneamente estabilizado durante largos periodos de tiempo. Si la vigilancia es correcta y se actúa pronto en caso de progresión, esta actitud de "ver y esperar" no empeora el pronóstico. Los tratamientos que se suelen emplear son los siguientes: Prostatectomía radical: con esta operación se extirpa toda la glándula prostática junto con algunas estructuras cercanas, como las glándulas seminales, y se utiliza cuando el cáncer no se ha propagado más allá de la próstata. Se puede realizar con anestesia general o anestesia epidural. Existen dos formas de realizar esta intervención, una la prostatectomía retropúbica radical y otra la prostatectomía
  • 12. perineal radical. En la primera la incisión quirúrgica se realiza por el abdomen inferior. En la segunda, la incisión se realiza entre el escroto y el ano. Con esta última, no se pueden extirpar los ganglios linfáticos. La glándula prostática está rodeada de nervios que hay que revisar durante la intervención para comprobar que no estén afectados. Si lo están, habrá que extirparlos, si no, se conservarán aumentando con ello las probabilidades de no sufrir impotencia tras la operación. El tiempo de la intervención es de una a cuatro horas. El paciente estará hospitalizado durante cuatro o cinco días y tendrá que estar de tres a cinco semanas sin trabajar. Por lo general, se llevará una sonda urinaria durante 10 ó12 días después de la intervención, tras este período se retirará la sonda. Resección transuretral de la próstata: consiste en una extirpación parcial de la próstata, la parte que se encuentra rodeando la uretra. Este tipo de intervención se realiza en hiperplasias benignas de próstata y también en aquellos pacientes con cáncer prostático que no pueden ser sometidos a resección total. Se utiliza para aliviar los síntomas que presentan estos pacientes pero no para curarlos. La intervención se realiza mediante un instrumento que se introduce por uretra. Éste lleva insertado un pequeño metal que al calentarse corta la parte de tejido maligno. Se emplea anestesia general o epidural. La operación dura aproximadamente una hora. Tras la intervención, la orina es conducida, a través de un catéter, desde la vejiga al exterior. Se mantendrá la sonda durante dos o tres días y luego se retirará. El paciente podrá incorporarse a sus hábitos normales de vida tras una o dos semanas. Criocirugía: consiste en congelar las células cancerosas para mantener localizado el cáncer. Se realiza colocando una sonda, a través de una incisión en la piel, entre el ano y el escroto. Para localizar el lugar donde tiene que insertarse, se utiliza una ecografía transrectal.
  • 13. Al mismo tiempo se introduce otra sonda por uretra, por la que se pasa suero salino tibio para que la uretra no se congele. Esta técnica tiene que realizarse con anestesia epidural. En la intervención se colocará un catéter en vejiga, a través de una incisión en la piel para que la orina salga sin problemas pues, tras la intervención, la próstata se inflama. Esta sonda se mantendrá durante una o dos semanas, tras las cuales se retirará y el hombre podrá orinar normalmente. Esta técnica se suele emplear en aquellos pacientes que, por sus condiciones físicas, no pueden soportar una cirugía o un tratamiento con radioterapia. Radioterapia: La radioterapia consiste en el empleo de rayos de alta energía, como rayos X, para destruir o disminuir el número de células cancerosas. Es un tratamiento local. Se desarrolla a lo largo de unos días (los que el oncólogo y el radiólogo hayan creído convenientes), y el paciente va de forma ambulatoria a la clínica o sala donde se realice la radioterapia; no tiene que estar ingresado para ello. En sí, el tratamiento dura unos minutos cada día. No es doloroso sino que es algo parecido a una radiografía sólo que la radiación es mayor y está concentrada en la zona afectada. Los efectos secundarios de este tratamiento son inflamación, enrojecimiento y sequedad como después de una quemadura solar, que suelen desaparecer tras seis o 12 meses. Braquiterapia: consiste en un tipo de radioterapia interna. Se utilizan unas pequeñas partículas, del tamaño de un grano de arroz, que son insertadas en la próstata. Estas partículas son radiactivas y emiten radiación durante semanas o meses. No producen dolor, su tamaño es muy pequeño, su presencia ocasiona poca incomodidad. Puede que durante una semana después de su colocación, la persona presente dolor en el área perineal y un color de orina rojo-pardo. Hoy día la radioterapia, ya sea externa o braquiterápica se ha convertido en una alternativa a la cirugía. No es aplicable a todos los casos, pero es capaz de curar a muchos pacientes sin necesidad de cirugía y con una probabilidad menor de sufrir secuelas permanentes, como impotencia o incontinencia. Si sucede una recaída tras la irradiación, se puede curar mediante la cirugía.
  • 14. Tratamiento hormonal: consiste en disminuir los niveles de andrógenos, hormonas masculinas porque éstas provocan un crecimiento de las células cancerosas. Al disminuir los niveles de estas hormonas, se pueden reducir o hacer que crezca más lentamente el cáncer pero no se cura. Este tratamiento se utiliza con aquellos pacientes que tienen un cáncer de próstata extendido a otras partes del cuerpo. Otra aplicación de las hormonas es el determinado tratamiento adyuvante, en el que se aplican después de una cirugía curativa con la intención de disminuir la probabilidad de una recaída. La terapia hormonal se puede hacer mediante la extirpación de los testículos o mediante la administración de medicamentos. La primera técnica es muy agresiva y generalmente se suele preferir la segunda. Los análogos de la hormona liberadora de hormona luteinizante (LHRH) son medicamentos que disminuyen la cantidad de testosterona producida en los testículos. Se inyectan mensualmente o cada tres meses en la consulta de un médico o en un centro de oncología. Los medicamentos que se emplean son el leuprolide y el zoladex. Después de estos dos tratamientos, se pueden utilizar los bloqueadores de los andrógenos. También se emplean como un tratamiento combinado con los anteriores, siendo más eficaz que cada uno por separado. La combinación de análogos LHRH con antiandrógenos es el tratamiento hormonal más habitual para el tratamiento del cáncer de próstata. Se lo suele denominar con las siglas BAC, que corresponden a Bloqueo Androgénico Completo. Los antiandrógenos se administran en forma de píldoras, una o tres veces al día. Quimioterapia: se utiliza cuando el cáncer de próstata se ha extendido fuera de la glándula prostática y cuando la terapia hormonal ha fallado. Con ella no se persigue destruir todas las células cancerosas pero sí reducir los síntomas y retrasar la evolución del cáncer. No se recomienda su uso para las primeras etapas del cáncer de próstata. Hasta hace poco no existían tratamientos de quimioterapia verdaderamente eficaces para tratar el cáncer de próstata resistente a las hormonas. Hoy día existe un medicamento llamado docetaxel. Es un producto que se administra en forma de goteros intravenosos, aplicados cada tres semanas sin necesidad de ingreso
  • 15. Efectos secundarios de estos tratamientos Los efectos secundarios más importantes son la incontinencia o incapacidad para controlar la emisión de orina. Los tratamientos para el cáncer de próstata pueden dañar los músculos y los nervios de la vejiga y de la uretra. Esto puede provocar que se escape la orina al toser, reír, o al realizar ejercicios. La retención urinaria es el efecto opuesto a la incontinencia, aparece al acumularse mucha cantidad de orina en la vejiga. Esto ocurre porque la próstata aumentada de tamaño presiona sobre el conducto uretral impidiendo la salida de orina. También puede ocurrir como consecuencia de la formación de tejido en la cicatriz tras la operación; este tejido bloquea el flujo de orina. La impotencia o incapacidad para obtener una erección, puede ser otro efecto secundario. Ésta se produce debido a que los nervios, responsables de las erecciones, hayan sido dañados o extirpados por la prostatectomía radical. La radioterapia y la criocirugía también pueden dañar los nervios, pero la incidencia de la impotencia es mucho menor que con la cirugía. La radioterapia puede producir diarrea transitoria con o sin sangre e inflamación del intestino grueso (colitis). La quimioterapia aplicada al cáncer de próstata ocasiona la caída del cabello en casi todos los casos. Esta alopecia es reversible y el pelo se recupera al suspender el tratamiento. El cansancio y la pérdida de apetito son comunes. En cambio, las náuseas y vómitos aparecen pocas veces y suelen durar pocos días. Durante el periodo de quimioterapia hay que realizar análisis de sangre con frecuencia, ya que podrían disminuir los glóbulos blancos, lo que propicia las infecciones