2. Mucho tiempo atrás, en la Plaza de la Independencia, ubicada
en pleno casco colonial, se realizaban corridas de toros. A uno
de esos eventos acudió la niña Bella Aurora, acompañada de
sus padres, ellos tenían mucho dinero y colmaban de mimos a
su hija.
Estaban felices, vitoreaban al torero y a la bravura del primer
toro de la tarde, todo iba bien hasta que salió otro de estos
ejemplares. Era un toro totalmente negro, grande, con pelaje
brillante, de sus ojos salían chispas y con sus astas embestía a
lo que se le ponga en frente.
Este toro pasó por donde estaba Bella Aurora, se detuvo frente
a ella, jadeaba y de sus fauces salía espuma. La niña se
desmayó y sus padres la llevaron de inmediato a la casa.
Mientras tanto, en la plaza, el toro correteaba en círculo,
totalmente descontrolado. El astado, saltó barreras, llegó hasta
la casa 1.028, destrozó la puerta de la calle y subió al cuarto de
la pequeña, ella, recostada en su lecho, gritó.
Sus padres, que corrieron casi detrás del animal, no
encontraron nada, el toro había desaparecido y la niña yacía
muerta en su lecho.