1. Cómo limpiar el baño, por Paola Karina Fagill
Especialmente importante es la limpieza del baño, pues en él tienden a acumularse diversos
gérmenes perjudiciales para la salud y también por una razón que, aunque parezca increíble, es
cierta y es que las visitas pueden perdonar cierto grado de desorden y descuido en todo, en casi
todo menos en el baño. Un baño sucio y descuidado da una pésima impresión, una de aquellas
pésimas impresiones que resulta muy difícil -casi imposible- borrar después. Lo ideal es limpiar
el baño a fondo 2 veces por semana con pequeñas limpiezas diarias. Pero, si no nos alcanza el
tiempo, una buena limpieza 1 vez por semana bastará.
El primer consejo sería fijar un día específico para la limpieza del baño. El domingo o el sábado
tienen la ventaja de que tienes más tiempo y la desventaja de que todo tu ser está en “modo
descanso”. Puede ser otro día, aunque también tengas otras actividades. Lo importante es que te
acostumbres a fijar un día a la semana para limpiar el baño.
El segundo consejo sería comenzar por retirar todo, todo, todo lo que sea mueble. Por “mueble”
queremos decir “movible”. Toallas, cepillos de dientes, jabones, champús, todo. A continuación
nos echará una mano nuestro gran amigo el cloro. Echaremos un poco en el inodoro, otro en el
lavabo, en el desagüe de la ducha, en el bidet si lo tuviéramos y comenzaremos por dejarlo
actuar.
A continuación, barrer el piso, eliminando pelos –que siempre hay- y polvo.
Viene luego el tema de limpiar los azulejos o mayólicas, esa especie de “baldosas de pared”
que, por algún motivo, se suelen usar tanto en cocinas y baños. Aquí existen discrepancias sobre
qué materiales y productos usar. Hay quienes prefieren los paños, otras y otros se inclinan por
las esponjas e incluso el papel (higiénico, toallas descartables o papel periódico viejo) tiene sus
defensores. En cuanto a los productos, existen los específicos (muchos aromatizados), aunque
hay quienes usan lavavajillas y también el vinagre blanco diluido en agua (un vaso en un balde,
aproximadamente). Pasar papel empapado en agua con vinagre es una excelente y económica
opción, sobre todo si después pasamos un paño humedecido y echamos un poco de desodorante
de ambiente.
Para limpiar los intersticios difíciles del lavabo, un buen cepillo de dientes es excelente
(¡obviamente, no lo usarás para tus dientes ni para los de nadie!). Para la canilla y sus manijas,
que suelen ser de acero inoxidable, existen productos específicos en el mercado. Agua jabonosa
para los espejos, nuevamente con papel (las toallas largas y papel secante son excelentes) y
luego un paño que no deje pelusa. Para el inodoro, papel por dentro y fuera, luego la escobilla,
jalar la cadena y dejar una pastilla aromatizadora.
Por último, el fregado. Recomiendo agua jabonosa tibia. Respecto a la discusión de si aljofifa o
palo de repasar, no me pronuncio. He utilizado los 2 y me parece funcionan espléndidamente.
Y, finalmente, todo de vuelta a su lugar.