El documento resume el evangelio del encuentro de Jesús con la samaritana. Jesús le pide agua a la samaritana y le habla del agua viva que él puede dar, que sacia para siempre. Aunque la mujer no lo entiende al principio, termina pidiendo esa agua y luego anunciando a los demás que ha encontrado al Mesías. El relato muestra el proceso de conocimiento de la mujer sobre la identidad de Jesús.
2. En este año del ciclo A, en los domingos 3, 4 y 5
de Cuaresma, se leen los evangelios que desde
hace muchos siglos se leían como preparación
para los bautismos que se celebraban
solemnemente en la Vigilia Pascual.
Hoy: Encuentro de Jesús con la
samaritana: El agua.
Día 26: Curación del ciego de nacimiento:
La luz.
2 de Abril: Resurrección de Lázaro: La
vida.
3. Hoy el evangelio nos habla del agua de
vida que Cristo nos da por medio del
bautismo. Es el comienzo de un
caminar hacia la verdadera Pascua en
el cielo. Con ello nos vamos
preparando en la Cuaresma a vivir más
en gracia la pascua terrena.
4. Comienza el evangelio diciendo que Jesús iba caminando desde Galilea a Judea
pasando por Samaria, pues era el camino más corto.
5. En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca
del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el manantial de Jacob.
Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era
alrededor del mediodía. Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y
Jesús le dice: "Dame de beber." Sus discípulos se habían ido al pueblo a
comprar comida. La samaritana le dice: "¿Cómo tú, siendo judío, me pides
de beber a mí, que soy samaritana?" Porque los judíos no se tratan con
los samaritanos. Jesús le contestó: "Si conocieras el don de Dios y quién
es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva." La mujer
le dice: "Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el
agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este
pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?" Jesús le contestó:
"El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua
que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá
dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna." La
mujer le dice: "Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré
que venir aquí a sacarla."
Juan 4,5-42: Primera parte
6. Jesús como
humano tenía sed
al mediodía de un
día caluroso. Y nos
cuenta el evangelio
algo hermoso que
pasó junto al pozo
de Jacob.
7. En el pozo
de Jacob,
algo
hermoso
sucedió,
Automático
20. Jesús era humano como nosotros y se cansaba. Había caminado bastante, era
mediodía y hacía mucho calor. Era natural que tuviera sed.
También la samaritana
tenía sed o necesitaba el
agua. Por eso había ido
al pozo.
21. Los judíos no solían hablar con los samaritanos. Y
menos un hombre con una mujer. Por eso le dice la
mujer a Jesús: “¿Cómo tu, siendo judío, me pides de
beber a mi que soy samaritana?
Jesús comienza
pidiendo porque
quiere dar más.
Así hace con
nosotros.
22. Dice san Agustín: “En realidad quien le pedía de
beber tenía sed de la fe de aquella mujer”.
Jesús tiene
sed de que
nosotros
tengamos sed
de él.
23.
24. Si la samaritana puede dar lo que Jesús le pide,
tiene luego más confianza para pedir lo que Jesús
promete.
25. “Si conocieras el don de Dios…” Jesús
salta de lo material a lo espiritual, cuyo
valor es infinitamente mayor.
26. La mujer no lo
entiende. Cree que
habla de otra agua de
mejor calidad, que le
va a dar. Pero se
extraña porque Jesús
no tiene cubo ni soga.
27. Jesús explica a la mujer que el agua que
la puede dar es muy especial:
Es un agua que quita toda sed, porque salta
hasta la vida eterna.
28. La mujer, sin acabarlo de entender, formula esta
hermosa oración: “Señor, dame esa agua”. Todavía
cree que se trata de un agua y una sed material.
30. A Sta. Teresa, que era muy
devota de esta escena, le
gustaba mucho hacer esta
oración, “dame de esa
agua”, porque en esa agua
que promete Jesús veía las
principales gracias: la paz,
la alegría, la plenitud, hasta
la contemplación infusa.
31. Pidamos de
corazón al Señor
que nos dé su
agua.
Hoy también nos estimula Jesús a que tengamos sed de Dios.
Sed de paz. alegría,
amor, justicia, palabra
de Dios.
46. Comienza Jesús a dar a la mujer una clase de
religión. Para ello obtiene primero la confianza y el
respeto declarándole cosas íntimas.
Con ello,
aquella
mujer cree
que Jesús
es un
profeta.
47. La mujer tiene una idea
de religión
estrictamente cultual.
Para ella la religión es
dar culto a Dios en un
lugar especial, que
para los samaritanos
no es Jerusalén.
48. Jesús da una respuesta revolucionaria: El culto es
relativo. Lo importante es adorar a Dios en espíritu y
verdad. El culto principal es la relación que uno tenga
con Dios, como un hijo con su padre.
Por lo tanto
con los
demás debe
haber
fraternidad.
49. El Dios que viene a nuestro encuentro no es el
que juzga y condena, sino sobre todo el que
sana y perdona.
Él quiere
reinar
por
amor.
50. Jesús tenía sed material, pero tenía
otra sed mucho más importante
respecto al alma de aquella
samaritana un tanto perturbada por
su pasado de tantos maridos. Las
cosas materiales satisfacen un rato,
pero no totalmente: no satisface el
sexo sin amor, ni la droga que
arruina ni lo material que se
consume. Jesús busca que la mujer
descubra el sentido de su sed.
51. También la samaritana tenía otras
clases de sed, quizá sed de paz y
tranquilidad. Dicen algunos que
seguramente habría algún pozo en el
mismo pueblo donde iba normalmente
la gente y al mismo tiempo que
sacaban agua, se daban al chismorreo.
Aquella samaritana, con su pasado de
maridos quizá prefería no dar motivos
para el chismorreo y por eso iba al
pozo fuera del pueblo. Y continúa el
evangelio:
52. Él le dice: "Anda, llama a tu marido y vuelve." La mujer le contesta: "No tengo marido."
Jesús le dice: "Tienes razón, que no tienes marido: has tenido ya cinco, y el de ahora no
es tu marido. En eso has dicho la verdad."
La mujer le dice: "Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en
este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén."
Jesús le dice: "Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en
Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros
adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se
acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al
Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así. Dios es espíritu,
y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad." La mujer le dice: "Sé que va a
venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo." Jesús le dice: "Soy yo, el
que habla contigo."
53. Hay un proceso en las clases
de sed de la samaritana.
Primero tiene sed material,
que la cree apagar con el
cubo y la soga ante el pozo.
Tiene también sed de amor. Y
por eso todo el problema de
los maridos. Ahora Jesús la
lleva a tener sed de Dios.
54. A veces Dios nos pide y no sabemos por qué nos pide. Dios nos pide para que
nosotros le podamos pedir. Así hace Jesús: le pide de beber a la samaritana para
que ella le pida algo más importante. Quizá no lo entendió al principio; luego sí.
También a
nosotros nos
pide porque
nos quiere
dar más.
55. Jesús en su vida había manifestado
que tenía sed de la palabra de Dios.
También sed de nuestro amor, como
les dice Jesús a los apóstoles cuando
llegan al pozo: “tengo un alimento
que vosotros no conocéis”. Y un día
hablando de una manera grandiosa
decía: “el que tenga sed, que venga a
mi y beba”. Y gritaba Jesús porque
quiere que nosotros tengamos sed de
Él.
56. El agua que Jesús quiere darnos, la
que salta hasta la vida eterna, es el
Espíritu Santo que se ha derramado
en nuestros corazones. Este
Espíritu es el Amor de Dios. Dios
tiene un plan maravilloso para
nosotros, del que nos habla san
Pablo en la segunda lectura.
Romanos 5, 1-2.5-8
57. Hermanos: Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con
Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido con la fe el
acceso a esta gracia en que estamos: y nos gloriamos, apoyados en la esperanza
de alcanzar la gloria de Dios. Y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios
ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha
dado.
En efecto, cuando nosotros todavía estábamos sin fuerza, en el tiempo señalado,
Cristo murió por los impíos; en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por
un hombre de bien tal vez se atreviera uno a morir; mas la prueba de que Dios nos
ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros.
58. Este Espíritu de Dios se ha
derramado por medio del Bautismo y
luego por la Confirmación. Ese
Espíritu debe ser dentro de nosotros
como un manantial de paz, de luz,
de gozo, de fuerza y de amor. Jesús
se acerca a nosotros y descubrimos
como la samaritana que Él es sólo
quien puede saciar nuestra sed; sólo
Él es capaz de llenar los deseos de
toda persona de limpio corazón.
59. Él sólo nos puede enseñar que la
felicidad se encuentra en el amor
generoso, en el servicio a los
pobres, en la capacidad de
perdonar, en la honestidad y en la
libertad, en el desprendimiento, en
la lucha contra el egoísmo que nos
atenaza y en buscar que todo ser
humano pueda vivir con dignidad,
con paz y con libertad.
60. La manera de calmar la sed de Dios
es que nuestra vida tenga sentido. Y
eso será verdad si nos preocupamos
de hacer el bien a nuestro alrededor.
Uno de los bienes es el apostolado.
Hoy termina el evangelio viendo
cómo aquella mujer no se contenta
con recibir el agua viva sino que
hace algo para que otros también la
puedan recibir. Dice así:
61. La mujer entonces dejó su cántaro, se fue al pueblo y dijo a la gente:
"Venid a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho; ¿será
éste el Mesías?" Salieron del pueblo y se pusieron en camino adonde
estaba él.
En aquel pueblo muchos samaritanos creyeron en él por el testimonio
que había dado la mujer: "Me ha dicho todo lo que he hecho." Así,
cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara
con ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron muchos más por
su predicación, y decían a la mujer: "Ya no creemos por lo que tú
dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad
el Salvador del mundo."
62. Jesús ha roto tradiciones
opresoras, ha dignificado
a la mujer. La samaritana
se siente estimada, deja
su situación marginada,
significada por el dejar el
cántaro, y va a expresar
ante los de su pueblo la
alegría del encuentro con
la salvación.
63. Se da un proceso en el
conocimiento de la mujer sobre
Jesús. Es un proceso que se da,
como si fuese una preparación
hacia el bautismo. Para ella, Jesús
primero es un judío, luego es
Señor, luego profeta. Después les
dirá a los samaritanos que Jesús
quizá es el Mesías. Terminará el
relato declarando los samaritanos
que Jesús es “el Salvador del
mundo”.
64. Llegan los apóstoles y le ofrecen a Jesús algo para
comer. Pero Jesús pasa al plano espiritual, hablando
de otra hambre y otra comida. Y les habla de una
siega realizada y de un trigo especial almacenado
para la vida eterna.
Jesús sigue en
la Eucaristía
para que demos
frutos de vida
eterna.
65. El apostolado
de aquella
mujer consigue
la buena
acogida por
parte de los
samaritanos.
Jesús se queda dos días hablándoles. Y los
samaritanos de Sicar quedan convencidos que
Jesús es el Salvador del mundo.
66. También hoy, al
hablar Jesús con
nosotros, descubrimos
que sólo él puede
darnos el agua viva
capaz de saciar
nuestra sed. Sólo él
es capaz de saciar los
deseos que toda
persona de corazón
limpio lleva en su
interior: deseos de
felicidad haciendo el
bien.
67. Esta experiencia salvadora de nuestra vida la podemos vivir al sentir que
Jesucristo nos da a beber su agua, especialmente en la Eucaristía.
Terminamos
recordando el
misterio de
amor que
encierra este
encuentro de
Jesús sediento
con la
samaritana.