2. Hace miles de años, las tierras que hoy ocupan
los Valles Pirenaicos sobre los que esquiamos,
vamos de excursión y hacemos turismo rural,
estaban bajo el dominio de Tubal. En esos
oscuros tiempos en los que los dioses del
Olimpo reinaban sobre la faz de la tierra y los
seres humanos no eran más que simples
marionetas con los que las deidades se
divertían, Tubal reinaba sobre estas tierras que
hoy habitamos, y tenía una bella hija
llamada Pyrene.
3. Cuentan las crónicas
que Pyrene era tan
sumamente hermosa,
que fueron muchos los
que enfermaron de amor
al verla mientras ella
paseaba por los bosques.
Pero por muchos
hombres que fueran
detrás de ella, el corazón
de Pyrene estaba
reservado para Hércules,
el famoso héroe griego
con el que la joven
princesa se veía a
escondidas en los
bosques.
4. Pero a pesar de verse a escondidas, el amor de la
pareja fue descubierto por Tubal. Encolerizado
por los amantes, el padre de Pyrene desterró a
Hércules, mientras que Pyrene, abandonada por
la tristeza, seguía vagando por los bosques con
la esperanza de que su amado Hércules
regresara hasta allí para buscarla y huir juntos.
Un buen día, mientras Pyrene paseaba por los
bosques esperando a Hércules, se encontró con
Gerión, un horrible ser de tres cabezas que
quería poseer a la joven princesa. Por fortuna,
Pyrene pudo escapar, pero Gerión, deseoso de
hacer suya a la joven, incendió el bosque para
que no pudiera esconderse.
5. Entonces, cuenta la leyenda que un águila que fue
testigo de todo, avisó a Hércules, que acudió
veloz hasta el lugar para rescatar a su amada,
aunque cuando llegó, Pyrene estaba a punto de
exhalar su último suspiro. Tomando a su bella
amada entre sus brazos, Hércules le declaró su
amor eterno, momentos antes de
que Pyrene falleciese. Roto por el dolor,
Hércules enterró a su amor, colocando enormes
piedras sobre el cuerpo de Pyrene. El héroe
trabajó con tanta pasión, que Hércules llegó a
erigir montañas enormes de piedra para ocultar
el cuerpo de ya bella princesa.
6. Y así, según cuentas las leyendas, nació el
Pirineo. Del amor de Hércules y de la
bella Pyrene, dando origen a la cordillera
más bella e impresionante de la Península
Ibérica, a imagen de la hermosura de la
joven princesa.