1. Samhain era la festividad con la que los celtas conmemoraban el fin del verano y el
comienzo de lo que llamaban “la estación oscura”. Eran tres días, en los que según
su creencia, la línea que une a este mundo con el de los muertos se estrechaba y
entonces se permitía a los espíritus, tanto buenos como malos, visitar esta realidad.
Con la llegada de la era cristiana, la Iglesia empezó la celebración del Día de Todos
los Santos y el Día de los Muertos. En territorio británico empezó a celebrarse lo
que en inglés se llama All Hallow’s Even, que significa víspera de todos los Santos,
y de ahí se deriva la expresión Halloween.
¿Le suena conocido?
Durante el Samhain de los celtas los ancestros familiares eran invitados y
homenajeados mientras que los espíritus dañinos eran alejados. Se supone que el
uso de trajes se debe a la necesidad de ahuyentar a los espíritus malignos. La idea
era adoptar la apariencia de un espíritu maligno para evitar males.
Fue a mediados del siglo XIX cuando la festividad llegó a EE.UU. Ahí surgió la
tradición de tallar las grandes calabazas y una leyenda acerca de un personaje
llamado Jack-o’lantern, inspirada en la leyenda de Jack el Tacaño. En sus inicios, en
tierras americanas, la festividad era celebrada por los descendientes de los
irlandeses, pero en 1921 se volvió masiva, cuando se celebró el primer desfile de
Halloween en Minnesota.
La festividad fue haciéndose popular a través del cine y la televisión. La noche de
Halloween de John Carpenter, que se estrenó en 1978, contribuyó a su
internacionalización. A esta le siguieron varias versiones, además de series de
televisión, y así la tradición llegó a Latinoamérica. Ya para entonces la connotación
deNoche de Brujas había tomado auge en Estados Unidos, según algunos expertos
por cuestiones puramente comerciales. La fiesta ha contado desde hace más de dos
siglos con múltiples manifestaciones artísticas