1. Un nuevo horizonte para la recreación española
de David Nievas Muñoz, el El Domingo, 7 de octubre de 2012 a la(s) 20:41
Entre los asistentes a la recreación de San Miguel de Foces la frase “un nuevo horizonte” ha sido utilizada en
diversas ocasiones. No obstante, creo conveniente precisar de que puntos se compone este “nuevo horizonte
recreador”, en un intento que lo propugnado en esta recreación, con lo cual concuerdo al 100%, no caiga en
saco roto.
El modelo imperante
A día de hoy, recreación histórica es sinónimo de recreación militar y guerrera. Basta con escribir la palabra
“reenactment” en google para darse cuenta de este hecho. La recreación histórica nació, ciertamente, en este
entorno, el militar. Las primeras “recreaciones”, se realizaron en Estados Unidos centradas en el ámbito de la
Guerra Civil Americana, y desde ahí se dilataron hasta nuestros días en esta curiosa asociación.
Ya he hablado en otras ocasiones acerca de lo curioso que resulta que en el ámbito de los aficionados a la
historia, lo que abunde sea precisamente una tendencia historiográfica que ya fue denostada en el ámbito
académico a partir de los años 30 y 40 del siglo XX con la llamada Escuela de Annales: la de historia “de los
acontecimientos”, de grandes personajes y gestas como si esto fuera lo que marcara el devenir histórico. He
escuchado varias veces las palabras, formuladas con gran convencimiento de que eran las “guerras lo que
definía la historia del mundo”. Esta es, sin embargo, una verdad a medias. Si algo cambia una guerra,
normalmente, es la supraestructura, el gobierno, las tendencias políticas. Pero, normalmente, y especialmente
en tiempos medievales (época más usualmente recreada en España) no suponía un cambio más profundo a nivel
social, simplemente un desplazamiento y una tensión generada entre las élites por el control de unos
determinados recursos, fueran tierras o bienes del más diverso tipo.
Las grandes citas de la recreación europea inciden en este tipo de hechos, que se corresponden asimismo con lo
que se consideran “hitos de la historia nacional”, donde las batallas tienen un papel tan importante como las
conjuras políticas. Pero, esto no es sino fruto de la propia forma en que se gestan las construcciones
nacionalistas durante el siglo XIX, a través de grandes figuras y mitos fundacionales. Esta historia “de los
acontecimientos” se remonta a este siglo XIX, y se prolonga durante el XX, donde sin embargo será desplazada
del ámbito de la historia “profesional”. Algo, sin embargo, que hoy en día muchos recreadores parecen no
conocer.
2. Hastings, Gettysburg, Grunwald, Waterloo, Grolle. Son nombres de batallas, de grandes batallas, a las que se
atribuye un carácter de “gestar el carácter” o definir la historia de una determinada nación. ¿Es esta la única
manera de recrear, el único modelo al que aspirar?
Noble del siglo XIII jugando al escaque (foto de JM Gali)
3. Recreación militar, virtudes y limitaciones
No voy a reaccionar contra la recreación militar de un modo visceral, ni mucho menos condenarla o denostarla.
Es un hecho. Y como todo hecho, hay que aprender a convivir con él, y al mismo tiempo, tratar siempre de
mejorarlo.
Se han escrito cientos de artículos en torno a la cuestión de la seguridad en los combates, de las guías de
recreación y del equipo mínimo para combatir. No voy a incidir más en estas cuestiones, aunque sin embargo
me gustaría aportar una nueva reflexión a las mismas. ¿Es necesario combatir? Muchos considerarán que si, que
no se puede recrear el mundo militar sin llegar a combatir, a usar las armas. Pero como muchos han planteado,
la cuestión está en el cómo. Y a ese cómo, yo añado el ¿Por qué? Muchos recreadores entienden que existen
varios tipos de combate, aunque siempre tratan de aspirar al combate a plena potencia, o al menos a un
combate táctico muy depurado, de formaciones cerradas que actúan de manera coordinada y casi sincronizada.
De cualquier modo, tanto uno como otro tipo de combate están, de hecho, falseando la realidad de la historia
militar. ¿Dónde están las tropas de leva? ¿Dónde está la infantería básica? ¿Dónde están los escuderos del
caballero, y los encargados de la logística? ¿Dónde están las mujeres públicas, las tabernas de campaña, los
oficiales de justicia que controlen el desmán de las tropas? Algunos recreadores, de hecho, me han expresado
sus reticencias acerca de la logística en los campamentos, especialmente en los medievales. Esto no resiste a
cualquier análisis serio. ¿Iba a cargar un señor feudal con todos sus pertrechos? ¿Y sus hombres de armas? En
la antigua Grecia, se decía que por cada guerrero espartano había varios “metecos”, parte escuderos, parte
guerreros, parte esclavos. Y sin ellos, ninguna campaña habría sido posible.
Incluso en la recreación militar, debemos fijar una nueva dimensión. Los soldados no eran, normalmente,
personas íntegras ni especialmente valerosas. Esto forma parte de la mitología. Como en todo grupo humano,
cabría diversidad: el honorable, el cobarde, el valiente, el gracioso, el ladrón… Y no solo la personalidad del
recreador, sino el tipo de combatiente o no-combatiente que representa. ¿No podríamos, simplemente, dejar
que uno o dos miembros del grupo fueran “el caballero”, y el resto representara a infantes básicos, escuderos,
especialistas, etc? Imagino que esto choca un poco con una de las motivaciones secretas, casi infantiles, que
anida en el corazón de muchos recreadores: ser alguien especial, único, y sobretodo, ser “un héroe”. Pero a
continuación vamos a explicar como ser especial, único, perfectamente histórico y no tener que representar
forzosamente a un infante de élite de una época determinada.
4. Recreación civil, qué cosa sea
Muchas personas han escuchado este nombre, “recreación civil”, y estoy convencido de que en realidad no
entienden bien qué queremos decir con esta palabra. Algunos, la mayoría, piensan que simplemente la
recreación civil se circunscribe al ámbito de la artesanía, del trabajo gremial. La alternativa, de momento, era
únicamente esta: o combates, o realizas trabajo artesano.
El trabajo artesano es una gran aportación a la recreación, y no seré yo quien niegue este hecho. Pero el
concepto de recreación civil, en realidad el concepto de recreación en general, trasciende mucho más allá de
estas artesanías. La mayoría de la población, ayer y hoy, la conformaban gentes del común, gentes que no solo
se definían por su oficio, sino por estar insertos en la cultura y una mentalidad propia de su tiempo. Este asunto,
sobre el que incidiremos a continuación, se aleja sin embargo de cualquier veleidad, “teatreo” cutre o empleo de
un lenguaje “arcaico” usando el vos y demás topicazos al uso.
Una sociedad como la de siglo XIII, por poner un ejemplo, tenía una gran diversidad de espacios, de áreas
definidas, que podían encontrarse y convivir, o desarrollarse grosso modo como compartimentos estancos. Basta
asomarse a las cantigas o a obras como “La España del siglo XIII leída en imágenes” para ver que no cabía
mayor diversidad: pastores de la mesta, clero regular y secular, campesinos en sus labores, los gremios,
comerciantes y usureros, la convivencia fronteriza entre cristianos y musulmanes, bodas, entierros, grandes
mercados, embajadas en la corte, la actividad de un molino, una fiesta popular… Las posibilidades son enormes,
y casi tan variadas como la ropa que visten las más diversas clases sociales, y de la que, de momento, solo
hemos visto recreada una pequeña fracción, apenas un atisbo del total, dentro de la propia época.
Esto, en suma, es recreación civil. La voluntad de recrear lo que, de hecho, era lo más corriente, y lo que podría
recrearse en cualquier pueblo de este país. En cualquier lugar, tuviera o no castillo, o fuera o no marco de una
batalla, se desarrollaría la vida tal y como la conocían las personas de su época, la vida de los que realmente
hacen la historia: la gente. El común de la gente.
5. Construcción de una cabaña por parte de miembros de Casus Bellic (foto de JM Gali)
Actividades alternativas
Una primera manera de afrontar este nuevo horizonte recreador es la cuestión de las actividades, los actos
principales de una recreación. En San Miguel de Foces, por ejemplo, se decidió conscientemente cambiar estos
actos, planteando nuevas propuestas. Generalmente, los actos principales de una recreación “pública” al uso
son: la batalla o algarada, el entrenamiento o liza y el desfile. Este trinomio tan simple y reductor es el pan
nuestro de cada día de la recreación española, aunque a mi entender vicia y reduce a la recreación a un
determinado número de propuestas muy simple, y que todos pasan a continuación a imitar.
Ha sucedido en algunas ocasiones que los recreadores, que normalmente me han dicho frases como “es que es
lo que piden los ayuntamientos e instituciones” han creado recreaciones nuevas, exprofeso, y en ellas, se han
limitado a ofrecer este sencillo trinomio, acompañando de otras actividades que comienzan a verse en recreación
española, y que sin embargo son copias de otras propuestas extranjeras: vestir al caballero, bailas de época,
gastronomía histórica… ¿Es solo un problema de los organismos que financian, o también un problema de los
recreadores por no saber plantear propuestas alternativas?
6. Siguiendo el ejemplo de Foces, el cambio comenzó por los propios actos principales. De batalla, se pasó a
cortejo fúnebre y entierro de un señor feudal, estrictamente documentado según los usos y costumbres de su
época. De desfile, se pasó a “pésame de los visitantes al nuevo señor”. Y aunque se incluyó una liza, esta fue sin
embargo algo más que un mero torneo con unos jueces: tuvo la aspiración de representar unas justas
auténticas, realizadas como espectáculo para el disfrute de la nobleza y el público, con un determinado
reglamento, y donde los personajes fueron algo vivo, y no solo alguien “disfrazado de guerrero y que combatía”.
En Foces llevamos a cabo un número de actos y actividades alternativas que pueden dar una idea de que se
puede aportar a un campamento al uso, sin llegar a hacer uso de las armas.
§ Construcción de una cabaña con materiales locales y herramientas de época.
§ Costura por parte de las damas, y artesanía de cuero y cota al uso.
§ Espacio de la capilla, donde se practicaban rezos, ritos y confesiones.
§ Cena amenizada con música y charlas usando el lenguaje del periodo.
§ Rito de la extremaunción del moribundo con corrección de su testamento.
§ Ronda de guardia y puestos fijos de guardia en el campamento.
§ Impartición de justicia mediante la detención de un ladrón.
§ Juegos de mesa de época.
§ Pésame al nuevo señor feudal y la viuda, con presentación de recreadores y grupos.
§ Cortejo fúnebre con: partida, recorrido y correr les armes, siguiendo la disposición de un cortejo del
siglo XIII, incluyendo plañideras, caballos, perros de acaza…
§ Rito de despedida del difunto.
§ Bautismo de un musulmán.
§ Explicación del monumento (iglesia de San Miguel) por parte de un guía cualificado.
§ Torneo o justas.
§
Como puede apreciarse, la propuesta de actividades difería mucho de lo usual, si exceptuamos a la liza.
Propuestas, como esta, pueden hacerse decenas, y todas ellas diferentes entre si.
7. Procesión fúnebre en San Miguel de Foces (foto de Luis Sorando)
Recrear un personaje
Bajo la queja “el recreador no es un actor”, muchos recreadores han rechazado frontalmente el dar el salto hacia
recrear un personaje. Pero, ¿Qué es un personaje? Nuestro alter ego del pasado, al cual recreamos, no es
alguien plano, ni debería serlo. No es un “yo vestido de templario”, ni nada similar. Es, o debería ser, un
personaje completo, con una historia previa, un trasfondo y una determinada personalidad, que se refleje en sus
actos y palabras tanto como en su vestimenta.
Investigando en torno a estas cuestiones, también se desarrolla un gran trabajo. Está claro que si lo hacemos
“fácilmente”, o de modo improvisado, puede resultarnos muy sencillo. Pero la creación de un personaje no debe
tomarse a la ligera. ¿Quién es?, ¿cómo piensa?, ¿por qué es así?, ¿cómo viste?, ¿por qué?, ¿cómo se expresa?
Estas y otras preguntas deberían formularse a su creación. Guillermo Cózar, en otro artículo/nota de reflexión,
planteó el llamar a la recreación como “rol histórico”, y abrazar el carácter rolero tradicional. Ciertamente, un
recreador podría aprender mucho de un rolero, en lo que se refiere a creación de un personaje y su
interpretación. Cada personaje debe ser planteado como un desafío, y debemos tener en cuenta que dentro de
un mismo grupo social existe gran diversidad: entre un grupo de templarios, existirá alguien más devoto, otro
8. más descreído, el sanguinario y el piadoso, el que sea gracioso y el que sea serio. No serán, ni mucho menos,
todos iguales. Ni siquiera una regla de convivencia relativamente estricta anula la capacidad de recrear a un
personaje con una personalidad única e irrepetible. ¿Y si tu templario se encarga de las finanzas?, ¿y si es
alguien que se toma muy en serio su religiosidad, y trata de ayudar a los más desfavorecidos?
Investigar para saber como el personaje se comportaría, como pensaría, como oraría delante de una capilla o
como hablaría con un semejante puede conllevar un intenso trabajo de documentación, que no desmerece nada
a la propia investigación en torno al material que usaría o los enseres de los que se ayudaría. ¿No es un reto
aprender a hablar y pensar como un hombre del siglo XV? ¿No es un reto rescatar de la historia aquellos
pasajes, cientos, incluso miles, que yacen olvidados en archivos y bibliotecas, y que ayudarían a crear una gran
sensación de inmersión histórica dentro de un campamento o en cualquier tipo de recreación? ¿No es fascinante
la idea de “vivir la historia”?
Os aseguro que en Foces tuvimos un poco de esto, y la experiencia fue inolvidable. Pero también, agotadora. Y
es que recrear de esta manera, hacerlo aportando una nueva dimensión, una vuelta de tuerca, es tan cansado
como combatir con espada y un escudo. El cerebro trabaja duro, y consume nuestras energías. Y sin embargo,
quedaréis satisfechos con la recreación a un nivel que no podéis ni imaginar. O sí.
Para terminar en torno a la cuestión de “recrear a un personaje”, he propuesto esta reflexión en varias ocasiones
a mis amigos. Imaginaos que a vuestro personaje le roban, y le dejan “a la cordobesa” (esto es, desnudo o en
ropa interior). Es algo perfectamente histórico. Ahora bien, el ejercicio que se propondría a este recreador, es
que aún vistiendo en “ropa interior”, trate de convencernos de que es un hombre o una mujer de una época
determinada. ¿Cómo lo consigue sin el componente material? Evidentemente, porque el material no es, ni
debería ser, lo único en recreación. Y me atrevería a decir que, en realidad, la base de un buen recreador
debería ser esta, y no otra. Porque el material siempre puede cambiarse, o mejorarse, al ser una inversión de
tiempo, documentación y dinero. Pero los conocimientos, el trasfondo, su personaje… esto es algo que no puede
cuantificarse en dinero, pero si en tiempo y esfuerzo.
Compromiso divulgador
Citando nuevamente al artículo/reflexión de Guillermo Cózar, hay una idea que me gustaría plantear, y que
considero otro de los pilares fundamentales de la recreación: el compromiso divulgador.
Muchos recreadores entienden la divulgación a un nivel muy básico. Este nivel, usualmente, suele ser el de la
explicación in situ, o el llamado “campamento musealizado”. Sin embargo, estos conceptos o ideas se basan,
nuevamente, en posturas anquilosadas acerca de lo que es un guía o un museo. Hace tiempo que un museo, un
buen museo, no es un lugar lleno de vitrinas y carteles, donde el visitante va a “leer”. Es un lugar lleno de
9. contenidos de las más diversa índole: reconstrucciones gráficas, maquetas, audiovisuales… La visita se realiza de
modo que aquel que pasea por el museo tenga una “inmersión cultural” en múltiples niveles.
Para mí, al menos, está claro que una recreación pública no debe disociarse de la divulgación. Pero esta
divulgación debe ser algo activo, y no pasivo. Es comprensible, y todos lo hemos sufrido, que en un lugar
concurrido y con muchos visitantes, al cabo de 2 o 3 explicaciones en torno a lo mismo, el recreador se cansa y
contesta con monosílabos. Es comprensible, como digo, porque su trabajo no es el de estar siempre explicando
como si fuera un guía turístico. No obstante, si es deseable que todo recreador conozca y tenga claro su
personaje, y al menos por qué viste así, y por qué está allí, y usa unos determinados artefactos, o realiza sus
actividades cotidianas.
No obstante, el problema de la divulgación tiene varias soluciones, y una de ellas, quizá la más fácil, son las
visitas guiadas de grupo. En ellas, un recreador especialmente hábil, comunicativo y con extensos
conocimientos, se compromete a guiar en un horario determinado a un grupo de gente en número determinado
para que realicen un paseo por el campamento, durante el cual los recreadores, anunciado este acto como parte
del programa, pasen a explicar determinadas parcelas de la historia, en varios niveles: qué es esto, por qué es
así, para que se usa y por qué. Todo esto podría, de hecho, ser combinado sabiamente con entrenamientos,
teatralizaciones, conversaciones con lenguaje de época y demás escenas de campamento que ayudaran al grupo
a “creer que están en la época”. Y la recreación ganaría, de hecho, muchos enteros en cuanto a divulgación.
Obviamente, aquel que no estuviera interesado en una visita guiada de estas características, siendo avisado en
un sencillo folleto, siempre podría pasarse a curiosear, darse una vuelta y marcharse. De todo, y para todos los
gustos. Y lo más importante: sin fatigar al recreador en el proceso.
Nuevos horizontes
El nuevo horizonte no es uno, sino diverso. Horizontes hay tantos como propuestas podamos hacer. Lo principal,
sin embargo, es pensar en alternativas, y en alternativas documentadas y justificadas para un determinado
territorio y periodo histórico. La historia supera a la ficción, y os invito a leer obras especializadas sobre los más
diversos temas: la muerte y el luto, la religiosidad, las fiestas populares, los mercados de ganado… en todos
ellos, sacaréis ideas, y entre todos podremos generar nuevas propuestas.
He comenzado el artículo hablando de las “grandes citas recreadoras” como Hastings, y de los modelos que han
sido imitados. La imitación es algo que, hablemos claro, funciona muy bien en recreación. Pero no debemos
limitarnos a imitar, sino a ser creativos, a plantear nuevas propuestas. Si somos creativos, tarde o temprano,
seremos los pioneros de algo grande, de algo interesante, que otros imitarán, dentro y fuera de nuestras
fronteras. El tesón de grupos organizadores y la connivencia de otros organismos interesados son lo único que
puede bastar para que un evento estilo “La corte del rey Alfonso X el sabio” se convierta en el nuevo Hastings de
aquellos que desean recrear algo diferente, y para que ocupe espacios en revistas y telenoticias.
10. Si queremos, entre todos, podemos. ¿Por qué no?
Recrear el personaje, algo más que teatro: cultura, lenguaje, mentalidad... (Foto de Javier Nievas)