La promoción jurídica de Calagurris a Municipio por parte de Augusto, supuso para esta ciudad convertirse en uno de los enclaves más importantes del valle del Ebro. Pero también disfrutar del privilegio de acuñar moneda bajo los reinados de Augusto y de Tiberio. Estas acuñaciones romanas, que seguían las pautas de la amonedación imperial, comenzaron en el año 30 a. C. con la considerada como moneda fundacional del municipio, una moneda en la que figura la onomástica oficial de la ciudad: Calagurris Iulia en el reverso y Nassica en el anverso junto al busto de Augusto. Además de las series oficiales, formadas por ases, semises y cuadrantes, en Calagurris también funcionó un taller itinerante imperial hacia el cambio de era, dependiente de la ceca de Lugdunum (Gallia), cuyos troqueles se encontraron a finales del siglo XIX en el cercano monte Perdiguero y actualmente se encuentran en el museo Valencia de don Juan (Madrid).