1. E N S A Y O S D E L A L O C U R A<br /> Escribo estas absurdas líneas desde donde mi incapaz discernimiento me ha<br />recluido, instigado por mi médico, quién no pudiendo imbuir en mí una sola pizca<br />de sentido común, aboga por su contrario, pensando, que tal vez la exaltación del<br />delirio que me domina, termine por alcanzar algún tipo de paroxismo crítico, capaz<br />de derribar el mundo de extravagantes convicciones y certezas, que me postra en<br />la sinrazón más absoluta respecto a mis semejantes.<br /> Aunque no comparto confianza alguna en la terapia, seguro de que el relato<br />de mi ilógico raciocinio, más mis erróneas apreciaciones, solo redundaran en una<br />acérrima reafirmación de estos postulados, transijo, con su propósito, sin pretender,<br />otra cosa, que ocupar el largo tiempo que mi obligado reposo me otorga, confiado<br />que semejantes despropósitos no sean contemplados, por otros ojos distintos a mi<br />terapeuta, a quién nada ya puede sorprenderle respecto a mí.<br /> Y siguiendo el tópico de esa incapacidad de los locos de distinguir realidad<br />y ficción, empezaré por enumerar algunas realidades incuestionables que mi pobre<br />razonamiento desvela intangibles irrealidades, para sorpresa y desagrado de quienes<br />perciben con facilidad su verdadera existencia, que pese a ser numerosísimas, creo<br />mejor sintetizar en aquellas, que, en mi prescindible opinión, estructuran y dirigen,<br />este mundo que no comprendo:<br /> EL DINERO_ Ese instrumento real para todos, es, para mí, incomprensible<br />ficción pues no consigo distinguir diferencia alguna entre esos papeles entintados,<br />y cualquier otro pedazo de celulosa impreso, con independencia de los motivos o<br />caracteres que lo adornen, sean sellos de correos o naipes de familias étnicas. Doy<br />fe, de haberlo tenido en mis manos, estudiado, analizado y escrutado, hasta la más<br />completa saciedad, sin conseguir hallar otra cosa que tinta y papel. Fue a raíz del<br />descubrimiento, cuando mi padre empezó a sospechar mi enfermedad.<br /> Mi confundida mente, contemplaba, la absoluta certeza de los demás, que le<br />concedían no solo entidad y existencia propias, sino cualidades sobrenaturales que<br />le conferían la capacidad de permitirte conseguir casi cualquier cosa, que ante mi<br />perplejidad, parecía realmente brindar bienes y ventajas de otros, que también dan<br />tan omnímoda naturaleza a lo que para mí solo era un concepto y un pedazo de<br />papel dibujado. Pero mi desconcierto, tornó en aterrado pavor, al ver que también,<br />quienes en el creían eran capaces de emular esa multiplicidad en la diversidad de<br />métodos para conseguirlo.<br /> Decidí entonces, alejarme y desentenderme de este, cuanto me fuera posible<br />pensando tendría libertad para existir sin su concurso, cuando otra gran realidad o<br />verdad unánimemente asumida por quienes me rodean, no conseguía adquirir algún<br />sentido en mi nublada cabeza, pero dio con eficacia al traste con mis pretensiones<br />de una sencilla existencia a mi modo.<br /> LA PROPIEDAD_ Sin ambicionar, como digo, más que todo aquello que<br />no precisara de aquellas poderosas estampas, y que a mi enfermizo modo de ver,<br />eran las más importantes, decidí utilizar el limitado tiempo que se me había dado<br />en conocer mejor el magnífico y complejo mundo que me rodeaba, aunque lo que<br />suponía tan sencillo como mover mis piernas por el, enseguida se tornó imposible<br />pues pese a ser traído, como cualquier otro a este lugar, al parecer, había llegado<br />tarde y en desfavorables condiciones: Ya era de otros.<br /> Cuando el primer individuo me previno de que aquel pedazo de mundo era<br />suyo, pensé que bromeaba, o quizás, que paradoja, que estaba loco, pues la cortedad<br />de mi entendimiento era incapaz de discernir tal afirmación, en alguien que sabía<br />tan de paso como yo en este mundo preexistente y persistente después de nuestro<br />efímero paso, no sé porqué razón pensé en aquel instante en las pulgas, aunque lo<br />cierto es que contemplé a aquella persona, como a una presuntuosa pulga apenas<br />asentada sobre el lomo de un perro, que perviviría mucho más que ella, afirmando<br />que el animal le pertenecía. ¿Cómo puede pertenecerte algo, que estaba antes que<br />tú, y subsistirá después que tú, y ante la que solo eres un pasajero visitante?<br /> Entonces, el largo trayecto de mis vacilantes pasos, me llevó a descubrir, un<br />frondoso manzano cuajado de maduros frutos, que despertaron mi apetito, y quise<br />saciarlo con una sonrojada pieza, mas, cuando me dispuse a cogerlo, apareció otro<br />individuo, afirmando también que era suyo. Quedé, un instante confuso, y después,<br />de creer entenderlo, me dispuse a coger otra manzana de las muchas que tenía el<br />árbol, pero antes, de poder posar un solo dedo, aquél de nuevo me advirtió de lo<br />mismo. Entonces pregunté cuantas deseaba comer, pero para mi asombró afirmaría<br />que todas le pertenecían.<br /> Seguí hambriento mi camino sopesando la imposibilidad de que ese hombre<br />pudiese consumir tal cantidad de manzanas, hasta comprender que lo que llamaban<br />propiedad, no era sino su actitud o capacidad de excluir a otros, durante el lapso<br />de su existencia, y esta reciente conclusión, me llevaría hasta otra ficticia verdad,<br />para mí solo entendible de forma antagónica a la comúnmente aceptada.<br /> EL PODER_ Debido, a mi incurable torpeza, siempre asociaría este, seguro,<br />que definiendo su naturaleza mediante una oposición a su contrario, (la debilidad),<br />como la admirable capacidad para resistir la última, optando, por actitudes loables<br />y generosas, frente a comportamientos inmaduros o egoístas, pero nada mas alejado<br />de la concepción comúnmente aceptada por mis semejantes.<br /> De modo parecido al ocurrido con la propiedad, también este supuesto poder<br />se manifiesta según ellos no con la resistencia al arbitrario capricho individual en<br />favor del prójimo, sino en la capacidad de actuar con denuedo y eficacia, en pos<br />de ese capricho o apetencia, de tal manera, sería poderoso, y por tanto encomiable<br />y grande, aquél capaz de conseguir más de los demás, e incluso la propia voluntad<br />ajena mediante el dominio de otro. De esta forma, la utilización de las favorables<br />circunstancias propias, habilidades, o talentos, en minimizar las dificultades de otros<br />menos favorecidos, que muestra en mi torpe opinión el poder de superación de la<br />relativa subjetividad, por otra más amplia perspectiva, que incluye la suerte ajena,<br />no sería en realidad mas que inútil desperdicio de la oportunidad brindada. <br /> En este discordante raciocinio mío, si tal puede llamarse a esa concatenación<br />irreflexiva de mis absurdos pensamientos, fui un poco más allá, pretendiendo como<br />iluso lunático, comprender la razón que promovía tales afanes descritos.<br /> EL PRESTIGIO_ En este caso terminé por reconocer que mi pretensión de<br />ir más allá del puro significado de esa palabra, erró mi camino desde el principio<br />atribuyendo, de nuevo, al reconocimiento ajeno de las virtudes propias, naturaleza,<br />constitutiva de ese concepto, aunque la realidad que su propia etimología transcribe<br />es el de una prestidigitación ante los demás que nos provea de su reconocimiento<br />y admirativa consideración. Obviamente es indiferente, la veracidad de los valores<br />atribuidos, pudiendo, y de hecho siendo harto frecuente, la más absoluta ausencia e<br />inexistencia de alguno de ellos en aquellos que reciben tal distinción, porque igual<br />que las otras grandes verdades, su existencia, no nace de sí, sino de la atribución,<br />subjetiva y comúnmente aceptada por todos, que la hace posible.<br /> Esta certeza mía en la irrealidad de tales conceptos, que solo podían existir,<br />mediante la consensuada aquiescencia de la mayoría, era, para mí, bastante obvio,<br />que la presunción de propiedad del dueño del manzano dependía de la inhibición<br />de los demás, pues bastaba con no respetar su exclusión para que su autodefinida<br />propiedad no fuese mas que una frase al viento, o la decisión de no dar cualquier<br />otro valor al dinero mas que el propio de la sustancia que lo conforma, acabaría,<br />de golpe, con aquello que hasta entonces parecía veraz y tangible, o la mayoritaria<br />aceptación de prestigiar, valores altruistas acreditados, en vez de interpretaciones a<br />la galería con apariencia de serlo, derrumbaría a casi todos de los pedestales.<br /> Como digo esta certeza mía, terminó por importunar primero, desestabilizando<br />después, a mi médico, y única persona, que comparte mi lunática existencia. Tardé,<br />en comprender la razón de su desasosiego, no perdonándome, a partir de hacerlo,<br />la responsabilidad por despertar un dolor que sabía, ya no le abandonaría, porque<br />era el mismo que a mí me atormentaba. Fue mediante sus torpes argumentaciones<br />contradiciendo mi postura, como él mismo pareció entrar, sin pretenderlo, en estas<br />uniones absurdas de ideas que me dominaban, pues aceptando, como plausible mi<br />hipótesis, meramente como ejercicio psíquico, atribuía empecinadamente y de forma<br />casi histérica, la responsabilidad, de todos los males, sufrimientos e injusticias que<br />la aceptación de estas ficciones, producía, a interminables combinaciones, de estos<br />elementos: Política, economía, sociedad, pragmatismo, progreso…Y un largo etcétera,<br />turnaban su cabeza en mi obtusa picota, tratando de asumir una culpa indefectible<br />y perennemente atribuida en mi argumentación a esa complaciente mayoría que la<br />hace posible, y a la que irremediablemente pertenecemos.<br /> Para mi desgracia, el día que comprendí mi torpeza, él, no vino. No lo hizo<br />nunca más, revelándome la más importante certeza de todas, la que ahora provoca<br />mi oprobio y me condena, evidenciando, conforme a mis propias premisas, el error<br />propio, la gran equivocación de mi mente, que pensó, podría dejar atrás lo que no<br />entendía, y pervivir sin ello, ingenuamente, convencido, que mi existencia era real,<br />que no dependía, de esta aquiescencia o confirmación ajena, de la que dependían<br />aquellos abstractos conceptos, mas ahora pude comprender, tal vez demasiado tarde<br />que también yo soy un concepto abstracto sin otro ser que me considere, espectro<br />móvil entre sombras de absoluta carencia.<br /> Ignoro si la realidad en que otros creen, es veraz o falaz, pero he entendido<br />que ese continuo desapego de los demás, me ha llevado hasta la inexistencia más<br />absoluta, hacia la precariedad y el desamparo, de no tener a quién confesar todas<br />mis cavilaciones, que carecen, ahora me doy cuenta, por ello de ningún sentido. Mi<br />atribulada cabeza arroga, como otrora hiciera él, culpas a otros que solo son mías<br />elaborando disculpas y propósitos, que quedaran vacuos por su indefinida ausencia<br />de mi lado.<br /> Arrecia la brisa cimbreando lentamente los cipreses, mientras una oscuridad,<br />que pareciera ensombrecer también mi alma, distorsiona, percepción y razón, todos<br />los argumentos, todas las vivencias son meros espejismos sin otro que permita su<br />existencia, su ponderación, su consideración, que las haga posibles. Solo somos, en<br />la medida que alguien nos considere, no importa que sea una sola persona, aunque<br />sin ella, nadie ni nada importa, solo seremos algún desesperado grito al viento que<br />apenas oído despertará la duda de su realidad o engaño, mientras también este no<br />será mas que una abstracción, hasta que alguien lo perciba en su cara.<br /> Ruwenzori.<br />Copyright Universal Humano (Cualquier ser humano que además de parecerlo sea<br />y actúe, o pretenda hacerlo algún día) (Se autoriza su traducción a otros idiomas)<br /> <br /> <br />