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El camino nace a los pies de los Pirineos y pasa por municipios de distintas provincias como Huesca y Zaragoza, hasta enlazar con la Vía Augusta --el eje principal de la
red viaria en la época de los romanos-- y adentrarse en la Comunitat Valenciana a través de Morella, en la comarca dels Ports. Vallibona, Canet lo Roig, Traiguera, Sant
Mateu, les Coves de Vinromà, la Pobla Tornesa, Betxí, Vilavella, Chilches, la Llosa, Sagunt, Puçol, el Puig, Albuixech, Meliana, Alboraia y Valencia son también algunas de
las etapas.
Conocer el mar en Peñíscola
RAÜL PIÑANA
Agripina Casado nunca había visto el mar. A esta mujer de 87 años se le humedecen los ojos
al ver un sueño cumplido. “Dios mio, cuánta agua. Y yo que pensaba que era como un
charquito”. Ayer se afanó, como una muchacha, en descalzarse sobre la arena y acercarse al
agua. “Una va para mayor y ya lo único que voy a poder es meter los pies”, dice sonriendo.
Maria Arias, de 66 años, no lo ve tan claro: “Tanta ola me da vértigo. Pero es extraordinario,
simplemente extraordinario”. Ambas, junto a otros 42 ancianos de la provincia de Ciudad Real, han
podido disfrutar estos dias de las playas de Peñíscola. Las “almas”, como llama Agripina a las
hermanas de las residencias Santa Teresa de Journet y Virgen de las Cruces, les han permitido, con
la subvención de una entidad bancaria, visitar las playas y los sitios turísticos de este municipio
costero de manera gratuita y ver algo que hasta ahora solo existía en su imaginario y, como mucho,
en la televisión.
“Este es el verdadero milagro”, comenta Gonzalo Ramírez, trabajador social que junto a una decena
de cuidadores acompaña a los ancianos: “Ver cumplido el sueño de muchos mayores de zonas
rurales del centro de la provincia que no han podido venir nunca a la playa. Siempre han estado
dedicados al día a día en sus pequeños pueblos”.
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María recuerda sus orígenes humildes. “Me puse a trabajar a los quince años sirviendo en una casa.
Pocas veces me llegó el dinero para poder ir a la playa”, se lamenta. Algunos se acostumbraron tanto
a esa falta del mar que han acabado por apropiárselo. “Resulta difícil ya convencer a algunos ancianos
que las lagunas de Ruidera, en Ciudad Real, no son el mar”, comenta el trabajador social. En su paseo
por la orilla de Peñíscola se cruzan con varios turistas. “Nunca nos hemos puesto un bañador. No se
como nos sentaría a estas alturas”, comentan a carcajadas. Para ambas en estos días el agua salada
es un lujo y no dejan de bañarse varias veces al día rodeadas de espuma. Su emocionante viaje a la
costa terminará en unos días. “Me gustaría quedarme aquí, muchos, muchos años”, dice Agripina. A si
echará de menos el mar María responde abriendo su bolsa de mano en la que las conchas de
Peñíscola se han hecho un pequeño hueco.
Relats de Corea del Sud (XXIX): Records bèl•lics en Seondaemun i War Memorial
JAUME ANGUERA
És un dia fred del mes de Febrer en la capital sud-coreana, castigat severament per unes temperatures baixes, al voltant dels -10ºC acompanyat de nevada.
Decidim amb el meu company Young-Jik recordar el passat històric de Corea marcat entre molts aspectes per la seva relació amb els veïns orientals, els
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