1) El documento describe la evolución del hombre desde los primeros homínidos como Australopithecus hasta el Homo sapiens moderno. 2) Los primeros homínidos tenían cerebros pequeños y capacidades limitadas, mientras que especies posteriores como Homo habilis y Homo erectus desarrollaron cerebros más grandes y la capacidad de fabricar herramientas e incluso dominar el fuego. 3) Un aspecto crucial en la evolución humana fue la posición descendida de la laringe, la cual permitió el desarrollo del lenguaje complejo, dist
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Evolución del hombre
1. Evolución del hombre
La vida del ser humano durante el Paleolítico era difícil. Como todos los seres de la prehistoria, los primeros
hombres tuvieron que enfrentarse a peligros que los acechaban a cada momento y cambios climáticos que
ponían en riesgo su supervivencia como especie.
Para colmo, el ser humano nunca se ha encontrado adecuadamente adaptado para vivir en cualquier medio
natural porque sus defensas corpóreas son generalmente inferiores a las que poseen la mayor parte de los
animales.
El hombre no tiene un abrigo de piel semejante al del oso polar, para conservar el calor de su cuerpo en un
ambiente frío. Su cuerpo no está especialmente adaptado para la huida, la defensa propia o la cacería. No tiene
un color que lo proteja, como el tigre o el leopardo; ni una armadura, como la tortuga o el cangrejo; ni garras o
pico, o un oído o vista agudos; tampoco posee alas para escapar o una gran fuerza muscular para atrapar
presas de su tamaño o defenderse de ataques.
Sin embargo, la desventaja corporal del ser humano frente a la mayoría de los animales se compensa con un
órgano invaluable: un cerebro grande y complejo. El cerebro constituye el centro de un extenso y delicado
sistema nervioso. Gracias a este "equipo", el ser humano puede dar respuestas diferentes, apropiadas a una
amplia variedad de objetos y condiciones exteriores que lo afecten. Como la mayor parte de los mecanismos de
adaptación se encuentran localizados en el cerebro, cuando las condiciones exteriores cambian el ser humano
puede adaptarse a ellas y garantizar así su supervivencia y multiplicación.
Las distintas especies humanas contaron con cerebros de distintos tamaños que dotaron al ser humano de la
inteligencia necesaria para construir sustitutos para la carencia de defensas corpóreas, como abrigos para el
frío, armas para la defensa y cacería o habitaciones para refugiarse. Pero este proceso de aprendizaje y
trasmisión del conocimiento no fue continuo ni homogéneo, por eso pasaron miles de años antes de que la
especie humana pudiera hacerse de rasgos culturales complejos, como el lenguaje articulado, la escritura, el
uso de metales o el pensamiento religioso.
En el momento en que los seres humanos fueron capaces de evitar las catástrofes mediante la prudencia, la
previsión y la habilidad, empezó a funcionar una nueva fuerza en el proceso de selección, algo muy semejante a
lo que se denomina inteligencia humana
2. El siguiente
es un árbol
genealógico
que
representa
la posible
evolución
del hombre.
Hace algún
tiempo, el
diagrama
hubiera sido
una línea
recta, pero
en la
actualidad
los
especialistas
piensan que
la situación
fue más
compleja.
Cráneo
Evolución del rostro y el volumen craneal
Evolución de los Homínidos
Los Australopithecus
1.- Australopithecus Afarensis
3. Reconstrucción frontal del Afarensis, por Jay
Matternes
La cara es ancha, es muy prognato, con el
hocico muy pronunciado.
Capacidad craneana reducida, alrededor de
300 cc. o 400 cc., lo cual no es mucho más
que la de un chimpancé, aunque la
proporción estatura y volumen de cerebro no
es la misma.
2.- Australopithecus Africanus (forma débil o grácil)
Australopithecus africanus y robustus
Con una capacidad craneana de 400
cc. y 500 cc., su relación de pesovolumen es de una posición intermedia
entre el chimpancé y el hombre.
La dentición esta adaptada para la
alimentación omnívora, ya que
solamente consume vegetales como
los anteriores.
3.- Australopithecus Robustus, forma fuerte
4. Aus. Robustus de Koobi Fora
Más de 1,50 m. de altura.
Musculatura fuerte, con una gran
cresta sagital, adaptada para una
fuerte dentición debido a su
alimentación y para mantener la
posición imperfecta de la cabeza,
con una fuerte musculatura en la
nuca. La posición imperfecta de la
cabeza era producto de una posición
bípeda no perfeccionada.
El Género Homo
1.- Homo Habilis
Cráneo de Homo habilis (KMM-ER,
Koobi-Fora)
La capacidad craneana está entre
650 cc. y 750 cc., que es claramente
superior a la del Australopithecus.
Talla superior comprendida entre
1,20 m. y 1,50 m.
Prognatismo con mandíbula más fina
que la del Australopithecus.
2.- Homo Erectus
Cráneo de Mojokerto, de niño de unos 4
años
Frente pequeña, retrotraída,
prácticamente no tenía, los arcos
supraorbitales son muy pronunciados,
muy fuertes.
Dentición intermedia entre las formas
habilis y el hombre actual.
Su cráneo aunque largo y bajo, tiene
tendencia a formas globulares que
permiten mayor capacidad y distribución
de los hemisferios. Suele tener un
saliente que tiene la misma función que la
cresta sagital, para el agarre de una
fuerte musculatura.
5. Capacidad craneana que oscila entre los 750 cc. y los
1.250 cc., este rasgo, como los demás, no es uniforme ya
que evoluciona con el paso del tiempo, no es igual en los
primeros ejemplares que en los más próximos, ± 100.000
años., para los más recientes.
Fémur de Erectus, donde se
aprecia la posición totalmente
erguida
Comparación del cráneo actual con los del pasado
Vistas central y lateral del cráneo humano
El cráneo de los
primates tiene una
serie de
características óseas
que van a ir
desapareciendo en
los diferentes pasos
de la evolución.
CRISTA SAGITALIS.
Es una prominencia
ósea en la unión de
los dosparietales. No
existe en el hombre
actual.
CRISTA
SUPRAMASTOIDEA.
Se forma en la unión
de las arcadas
superiores del
maxilar superior con
el cráneo cerca de
las zonas
temporales.
MOÑO OCCIPITAL.
El hueso posterior
del cráneo, es muy
abombado en los
simios y se va
perdiendo en la
evolución humana
6. EL FORAMEN
MAGNUM es el
orificio circular
que tenemos en
la base del
cráneo, por
donde entra la
columna
vertebral.
La posición más
o menos
retrasada es
muy importante
para saber si nos
encontramos
ante un ser
bípedo o
cuadrúpedo. Si
se camina en
posición erecta o
no.
En los
cuadrúpedos la
posición es muy
retrasada,
prácticamente a
la altura del
occipital, según
evolucionan los
homínidos se va
adelantando
hasta situarse en
la base del
cráneo.
Así la posición
más o menos
adelantada del
foramen
magnum nos
dará la pista de
la mayor o
menor actitud
bípeda del
individuo que
estudiemos.
Laringe
En aquel entonces, cuando Wallace y Darwin disputaban sobre la naturaleza de la selección natural y su papel
en el origen de los seres humanos, no se conocía la base anatómica ni los mecanismos fisiológicos del habla.
Hoy comprendemos que esta cualidad humana está basada en la posición baja de nuestra laringe, que a su
vez es debida a una modificación del modelo de vías respiratorias superiores que es común en el resto de los
mamíferos. De este modo, en la anatomía de nuestro aparato fonador puede reconocerse la huella de la
selección natural y el rastro de la historia evolutiva de nuestra especie. Darwin puede descansar tranquilo al
lado de Newton; una vez más, tenía razón.
Homínidos
Existencia
Cerebro
¿Hablaba?
¿Fabricaba
instrumentos?
Anamesis
4,2 - 3,8
millones de años
400 - 500
gr
No
No
Afarensis
3,7 - 3
millones de años
400 - 500
gr
No
No
Africanus
3 - 2,5
375 - 515
Quizás
No
7. millones de años
gr
Bosei
2,4 - 1
millones de años
410 - 530
gr
Quizás
No
Rudolfensis
2,5 - 1,8
millones de años
800 gr
Posiblemente
Sí
Habilis
2,3 - 1,5
millones de años
580 - 670
gr
Sí
Sí
Erectus
1,8 - 300.000
años
750 1.250 gr
Sí
Sí, y dominaba el
fuego
Neanderthalis
127.000 - 30.000
años
1.750 gr
Sí
Sí
Heidelbergensis
300.000 años
1.200 gr
Sí
Sí
Sapiens
sapiens
100.000 años actualidad
1.250 1.380gr
Sí
Sí
El habla no es posible sin unas estructuras anatómicas muy específicas de la boca y la garganta. La laringe se
encuentra en una posición mucho más baja en los humanos que en los demás primates, lo que determina
nuestra capacidad para producir sonidos no nasales mucho más claros. La distancia que media entre la laringe
y las fosas nasales hace que podamos emitir ciertos sonidos con fuerza y claridad, sobre todo los vocálicos
como la “i” y la “u”.
Al nacer, los bebés tienen la laringe en una posición muy alta, así pueden mamar y respirar a la vez. A los 18
meses la laringe del niño desciende y le permite realizar sonidos del lenguaje pero más peligro ya de asfixiarse.
Así es que, al adquirir el bipedismo para desplazarnos ganamos el tener más dolores de espalda y dificultades
en los partos, y al adquirir el habla ganamos tener un mayor riesgo de morir por atragantamiento, y esto no es
ninguna tontería, muchos niños y adultos han fallecido por esta causa. Si el hecho de hablar supone un riesgo
tan grande entonces la presión a favor de esa adaptación debe haber sido muy alta.
A lo largo de la evolución humana han ocurrido tantos cambios que a veces nos resultan sorprendentes.
En el libro "La especie elegida", el profesor Arsuaga nos cuenta cómo nuestros antepasados homínidos, así
como el resto de los mamíferos, podían respirar mientras bebían y no se atragantaban nunca.
La razón de esta ventaja se encuentra en que la laringe, que precede a las vías respiratorias, estaba más
adelantada o elevada y conectaba con las fosas nasales, de manera que podían tragar y respirar a la vez.
Esta capacidad de nuestros parientes lejanos sigue siendo posible en nuestros lactantes; éstos pueden mamar
y respirar sin ningún problema. Pero éste inconveniente, que aparece en nuestra especie adulta, nos ha
proporcionado una riqueza fonética mayor, ya que con el desplazamiento de la laringe, se ha ampliado la faringe
que actúa enriqueciendo la variedad de sonidos, y esto ha hecho posible el desarrollo del lenguaje, que, como
sabemos, es lo que nos hace humanos.
Registro fósil
Desde mediados de la década dc los setenta el lingüista Phillip Licberman y el anatomista Jeffrey Laitman han
encabezado una serie de investigaciones destinadas a reconstruir la morfología del tramo superior del conducto
respiratorio en los homínidos fósiles. Como resultado de sus estudios, concluyeron que una serie de rasgos de
la base del cráneo podían usarse para averiguar la posición de la laringe en el cuello y así establecer las
habilidades fonéticas de los homínidos fósiles. Entre estas características, la que ha gozado de un mayor crédito
en la comunidad científica ha sido el grado de flexión de la base del cráneo.
Si seccionásemos un cráneo humano por su plano medio o de simetría (el que divide al cráneo en dos mitades
equivalentes), encontraríamos que el perfil de su borde inferior presenta una marcada inflexión situada entre el
foramen magnum y la parte posterior del paladar. Pues bien, los humanos recién nacidos y los antropomorfos
en general tienen una base del cráneo poco flexionada. En los humanos la flexión de la base del cráneo se va
acentuando durante la infancia hasta alcanzar su máximo en el estado adulto.
Puesto que los recién nacidos humanos y los antropomorfos comparten una base del cráneo poco flexionada
junto con una posición elevada de la laringe, y debido a que en los humanos el proceso de descenso de la
laringe es acompañado por el incremento de la flexión basicraneal, parece existir una clara relación entre la
posición de la laringe y el grado de flexión basicraneal. Esta relación también se ha observado mediante la
experiencia en ratas a las que se les produjo quirúrgicamente un aumento de la flexión basicraneal.
Con este argumento, Laitman y sus colaboradores han realizado diversos estudios en diferentes homínidos
fósiles, llegando a una serie de conclusiones sobre sus aparatos fonadores. Según estos investigadores, en los
australopitecos, parántropos y Homo habilis la laringe debió ocupar una posición elevada y sus capacidades
8. fonéticas hubieron de ser similares a las de los chimpancés. Por el contrario, hallaron que los cráneos de
Broken Hill y Steinheim (del Pleistoceno Medio de África y Europa, respectivamente) presentaban basicráneos
flexionados, lo que implicaría laringes bajas y capacidades fonéticas similares a las nuestras. Respecto de los
neandertales, llegaron a la conclusión de que su aparato fonador sólo les permitiría articular un limitado
repertorio de vocales (entre las que no se encontrarían la [a], la [i] ni la [u]), con lo que su lenguaje hablado sería
rudimentario y lento.
Sin embargo, se ha estudiado la región de la base del cráneo en los únicos ejemplares de Homo habilis y de
Homo ergaster con el basicráneo bien conservado, obteniendo unos valores de flexión basicraneal superiores a
los de los australopitecos, chimpancés y gorilas. Estos resultados sugieren que el aparato fonador del Homo
habilis y del Homo ergaster ya era parecido al nuestro (si bien en el Homo habilis el paladar era
proporcionalmente tan largo como el de los chimpancés, lo que indicaría un repertorio de consonantes más
menguado), y refuerzan la hipótesis que liga el origen de nuestro género con el de la palabra; puesto que si
estos primeros humanos no hablaban, es difícil de explicar, por selección natural, la posición baja de sus
laringes.
Por otra parte, a muchos investigadores se les hace difícil aceptar que los neandertales hubieran reducido su
capacidad de hablar desde la condición presente en sus antecesores (caso de Steinheim).
En respuesta a estas críticas, Laitman ha propuesto que los neandertales vieron reducidas sus capacidades
fonéticas como consecuencia de una adaptación más importante para su supervivencia: la adecuación de sus
vías aéreas superiores a la necesidad de calentar y humedecer el frío y seco aire de las épocas glaciales;
respirar es más importante que hablar. Por otra parte, Cristopher Stringer y Clive Gamble, en su libro “En busca
de los neandertales” aducen que los antepasados de los neandertales (Steinheim y Petralona) carecían de un
lenguaje hablado como el nuestro, a pesar de tener las bases anatómicas para producirlo, debido a limitaciones
síquicas derivadas de sus relativamente pequeños cerebros.
Sin embargo, la idea de que los neandertales no eran capaces de hablar como nosotros comenzó a
tambalearse cuando, a mediados de los años ochenta, el paleoantropólogo Jean-Louis Heim anunció que el
cráneo del ejemplar neandertal conocido como «el Viejo», de La Chapelle-aux-Saints, estaba mal reconstruido
por los primeros investigadores y que la nueva reconstrucción realizada por él mostraba un mayor grado de
flexión basicraneal. Extremo este que fue confirmado por David Frayer, quien midió la flexión de la nueva
reconstrucción del ejemplar de La Chapelleaux-Saints y encontró que era similar a la de una serie de cráneos
medievales. Puesto que este fósil era uno de los estudiados por Laitman, sus resultados fueron puestos en
entredicho.
Por otra parte, en 1989 se halló en el yacimiento israelí de Kebara un hueso hioides perteneciente a un ejemplar
neandertal, que es el único publicado de un homínido fósil. Como ya hemos comentado, el hueso hioides presta
inserción a la musculatura de la lengua y su posición en el cuello está muy relacionada con la propia de la
laringe. El hioides de Kebara presenta una morfología y dimensiones comparables con las del hueso hioides de
cualquiera de nosotros, lo que llevó al equipo de científicos que lo estudiaron, encabezados por Baruch
Arensburg, a concluir que los neandertales eran anatómicamente tan capaces de hablar como los humanos
modernos. Esta afirmación ha sido contestada por Lieberman y Laitman aduciendo que la morfología del hueso
hioides no es un dato relevante para establecer las capacidades fonéticas de los homínidos. Desgraciadamente,
en Kebara no se ha hallado ningún cráneo, por lo que no es posible comparar la morfología del hueso hioides
con el grado de flexión basicraneal.
Lo cierto es que las investigaciones dedicadas a la reconstrucción del aparato fonador de los neandertales se
encuentran en un punto muerto. Para unos, los estudios realizados sobre la flexión basicraneal carecen de
validez porque se llevaron a cabo sobre ejemplares mal reconstruidos y prefieren conceder crédito a los
resultados del análisis del hioides de Kebara. Otros niegan el valor de estos estudios y siguen manteniendo las
conclusiones alcanzadas por los análisis de la flexión basicraneal de los neandertales.
La única manera de romper esta situación es la de encontrar nuevo material fósil que incluya tanto basicráneos
intactos como huesos hioides. Podría parecer que un hallazgo de esta naturaleza es prácticamente imposible,
puesto que debe conjugar dos hechos muy improbables como son el hallazgo de un cráneo intacto y el de un
hueso hioides (sólo se conoce uno en todo el registro fósil de los homínidos, el de Kebara). Sin embargo, tal
descubrimiento ha tenido lugar en fechas recientes en el yacimiento de la Sima de los Huesos de la Sierra de
Atapuerca, donde hemos encontrado un cráneo con su base prácticamente completa, el Cráneo 5, así como la
mayor parte de dos huesos hioides. Habrá que esperar a que se culminen las investigaciones en curso sobre
este extraordinario material fósil para conocer más datos sobre el origen del habla humana.
Los neandertales podían articular sonidos, aunque eran más limitados que los nuestros. Muchos mamíferos
pueden emitir diferentes sonidos, como los monos verdes que emiten tres sonidos diferentes para avisar al resto
de la presencia de un determinado depredador, usan un sonido diferente para las serpientes, depredadores
terrestres y aves, el resto de monos al escuchar el sonido reacciona de una manera determinada para
protegerse del peligro, se ha comprobado que si un mono emite una señal errónea el resto actúa según esa
señal, siendo alcanzados por el depredador. Estos monos verdes reaccionan a nivel de especie. Los
neandertales se alejan de reacciones parecidas y se acercan a nosotros, la articulación del sonido implica
también una complejidad en el cerebro, acercándolos a nosotros, pero el registro fósil nos indica que tenían una
gama más limitada de sonidos.
Capacidad prensil
Los primates
9. Tal es el modo de vida de las formas ancestrales eocénicas, el cual ha impuesto alguna particularidad evidente
a todo el grupo sistemático: la locomoción es plantígrada; las manos y los pies son prensibles para aumentar la
seguridad en los árboles; las uñas, total o parcialmente planas, lo que ayuda a sujetar objetos diminutos
El Procónsul es un género del mioceno inferior, representando quizá por tres especies de las cuales sabemos
bastante. Los miembros y la cintura escapular corresponden a un animal que practica la ubicación prensil de las
manos, pero que no se ha especializado de manera destacada en este sentido.
En todo caso es cierto que los homínidos derivaron de formas que practicaban la utilización prensil de las
manos, como lo prueba la estructura de su cintura escapular, la forma del tórax, la propia orientación de los
fémures con respecto a la columna vertebral, y, según una vieja idea de Darwin, también los diversos flumina
pilorum, es decir, la orientación de los pelos a lo largo de los miembros y del tronco.
Por otro lado, los antecesores de los homínidos no podían tener mano prensil muy especializada, puesto que en
los últimos años la relación entre la masa de los brazos y la de las piernas es inversa a la que se da en los
póngidos e hilobáticos, y la mano conserva una estructura muy generalizada. (Ver El origen del hombre)