Ensayo indianista escrito el año 2016, sobre la instrumentalización de los elementos culturales en potencia indígena boliviana. Publicado como edición especial por la revista indianista AWQA.
2. AWQA: Edición especial Sunipata - Qullasuyo 19 de julio de 2016
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EL INDIO Y SUS FANTASMAS
Por Roger Adan Chambi Mayta
e Iván Apaza Calle
“El opresor es cada vez más
indigenista, sutil y disimulado (…) No
hay opresor minúsculo ni mayúsculo.
No hay opresor bueno ni malo, ni
horrible ni hermoso. El opresor es
simplemente opresor. Somete al indio
por ser indio; somete lo indio por ser
del indio.”
Ayar Quispe: “Indianismo-
katarismo”
El rótulo parece ser a primera vista
inspirado en el título de la obra del escritor
Ernesto Sábato, cuyo nombre es: “El
escritor y sus fantasmas”, lo cual cabe
aclarar que no tiene nada que ver con el
presente ensayo. Estas líneas de crítica
indianista nacen a partir de varias
reflexiones sobre la vida áspera del indio y
que llegan a concretizarse en una habitual
noche fría en Sunipata (El Alto).
El panorama actual nos obliga a sacar a
la luz pública estas reflexiones que
muchas veces se quedan en charlas
caldeadas bajo cuatro paredes, que al
final son estériles, ya que no llegan a su
difusión para su posterior discusión y
praxis. Dentro de esos debates, una de
las reflexiones es la realidad que pasa de
forma superficial frente a los ojos de los
indios; hablamos de la instrumentalización
de la vivencia Aymara, experiencia que
hasta hoy no logramos medir las
consecuencias.
La instrumentalización está a la orden del
día en las castas blanco-mestizas que
oprimen al indio, y como es lógico, no
para liberarlo, sino para mantener las
relaciones coloniales, de ahí que, para
nosotros, es elemental quitar el ropaje
que utilizan los utilitarios de los indios y de
lo indio. Con mayor frecuencia en los
círculos “intelectuales” del cholaje paceño,
se observan las prácticas ridículas y
coquetas de sujetos supuestamente
indios e indias ajenos a la vivencia
Aymara y la vida áspera.
¿Qué entendemos por
instrumentalización?
Entendemos por instrumentalización a ese
acto utilitario del cholaje blanco-mestizo
de la vivencia india, con la finalidad de
mantener la esencia colonial, es decir, el
Poder. ¿Pero cuál la necesidad de los
opresores para que se den la tarea de
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adoptar prácticas del oprimido?, pues,
para legitimarse sobre ellos, es decir, el
colonialista al ser consciente de su
condición y la condición del colonizado,
adopta prácticas y discursos coyunturales
en potencia.
Hay una casta que en la historia ha
heredado el Poder de generación en
generación y ha mantenido el sistema
colonial. Esta casta ha buscado
mecanismos para mantenerse en el Poder
secularmente, en efecto, esos
mecanismos son los elementos en
potencia de los oprimidos.
Una constante de los colonizadores y los
colonialistas es que no pueden
mantenerse como tal si no
instrumentalizan los elementos en
potencia de los indios en sus momentos
cruciales políticos. Esto trasciende
también al campo económico y social,
ejemplo la explotación en el virreinato: la
mit’a y los obrajes.
Al revisar la historia india podemos
percatarnos de este carácter utilitario de
los blanco-mestizos con respecto a los
elementos en potencia de los autóctonos.
En 1532, cuando los dos inkas pugnaban
por la legitimidad del gobierno; Waskar y
Atawallpa, al ser rivales poseían una
potencia política, pero también, había
gente detrás de cada uno. Los
colonizadores aprovecharon esta
situación de rivalidad instrumentalizando a
uno de ellos y al sector disconforme con el
régimen del inkario, y con ello tomaron el
control político del Tawantinsuyu1. Por
otro lado, ya en la república, se evidencia
el mismo acto utilitarista de parte de José
Manuel Pando sobre la potencia política
india que encabezaba Pablo Zarate
Willka, de modo que Pando, para
enfrentarse a los criollo-mestizos
conservadores, instrumentalizó la
potencia Aymara que en ese entonces se
traducía en un enorme ejército indio. Una
vez logrado el objetivo, Pando no dudó en
hacer un pacto blanco-mestizo con
Severo Fernando Alonso ante el peligro
de la liberación india.
En las guerras, la potencia principal del
indio siempre fue su gran demografía,
sirviendo como tropa cobriza en
confrontaciones bélicas defendiendo a un
país que siempre lo sometió.
Pero la instrumentalización de los
colonialistas no descansa únicamente en
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el indio como sujeto, sino que, conforme a
la coyuntura, instrumentaliza también la
cultura india. En el caso literario, el indio y
su cultura es la fuente de la “originalidad”
de la literatura boliviana, eso que tanto
enfatizó Fausto Reinaga en su trilogía: “El
indio y el cholaje boliviano”, “La
intelligentsia del cholaje boliviano” y “El
indio y los escritores de América”.
Asimismo, los nacionalistas del cholaje
blanco-mestizo en su pretensión de crear
un Estado-nación, no tuvieron más opción
que recurrir a la potencia cultural del indio,
ya que el indigenismo como política
colonial estaba en boga en todo el
continente folklorizando las prácticas
autóctonas. Se debe tomar en cuenta que
el Estado boliviano, es un Estado sin
nación, porque tiene como base la
estructura colonial. Los nacionalistas
recurren a la cultura india para legitimar
su discurso y mantenerse en el Poder, por
eso se ponían el ch’ullu y el poncho indio
para ganar el voto autóctono, al respecto
Alvizuri ejemplifica los siguiente: “Víctor
Paz Estenssoro vestido con poncho y
llucho mientras el vicepresidente Hernán
Siles Zuazo habla del tiempo del
Qullasuyo, cuando todos eran hermanos
iguales y no se conocía "ni el hambre, ni
la miseria"2.
En este sentido, el indio siempre fue un
factor elemental en este país colonial
cuando se habla de nación, porque tiene
cultura propia, longeva; a diferencia de los
blanco-mestizos, donde sus elites fueron y
son hasta la actualidad practicantes de
ese bovarysmo que mal copea las
prácticas de la cultura occidental. A partir
de esto podemos inferir que esta casta,
ante su carencia de una cultura autentica,
recurre a la cultura del indio para legitimar
el Estado.
La instrumentalización frente al ojo
indio
En la Bolivia plurinacional la
instrumentalización de elementos en
potencia política del mundo indio, no solo
radica en el sujeto como tal, ni en su
cultura, sino que, además, vienen
agregadas a estos, elementos como el
discurso político y la ideología indianista,
asimismo algunas prácticas de la vivencia
de los autóctonos.
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Los elementos en potencia política del
oprimido en el tercer milenio, surgen a
partir de los movimientos indios
encabezados por Felipe Quispe Huanca,
el Mallku, quien sacó “de la clandestinidad
a Fausto Reinaga”3, poniendo en práctica
el indianismo y logrando el resurgir del
orgullo y la dignidad india. Esa dinámica
contra colonial ha creado un Poder que
hizo frente al Poder del cholaje blanco-
mestizo, pero ese potencial ha sido
aprovechado por la casta secular llevando
a la presidencia a un indio sumiso y
domable, Evo Morales.
Consecuentemente, aquello que surgió
como práctica liberadora y combativa,
pasó a convertirse en un instrumento de
dominación en términos políticos. Del
carácter beligerante del discurso del
Mallku, se pasó al carácter del discurso
pachamámico y del buen salvaje4. Esto
conlleva por un lado el ablandamiento del
potencial político existente hasta ese
entonces, y por otro, la mitificación de las
prácticas autóctonas, re-estableciendo el
Poder, pero esta vez, bajo el ropaje indio.
Eh ahí, el colonizado nuevamente como
en las épocas del virreinato, es mit’ani
político, es decir instrumentalizado.
A partir de este panorama, la casta
secular a través del Estado Plurinacional
inició instrumentando el discurso de los
indianistas que buscaban la liberación de
las naciones autóctonas. Los colonialistas
balbuceaban en sus discursos la
descolonización, pero en el fondo no
buscaban eso, sino mantenerse en su
condición: el de opresores. El Estado
colonial, por más que haya hecho una
Asamblea Constituyente y se llame
plurinacional, no ha cambiado de esencia,
por tanto, solo hay un cambio nominal, lo
que en otros términos puede llamarse
continuidad colonial.
No solo eso, los colonialistas han
instrumentalizado la simbología de la
nación autóctona como la Wiphala y los
lideres indios como Tupak Katari y
Bartolina Sisa, siendo usados al antojo de
sus necesidades políticas. En lo religioso,
el uso trivial que se le otorga a la
ritualidad Aymara, se ha convertido en
parte de la civilización del espectáculo.
El tráfico de las potencialidades políticas
indias por parte del Estado, hizo surgir
dentro de la sociedad colonial,
específicamente en las castas seculares,
grupos que se auto identifican con la
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vivencia autóctona los cuales ejecutan
prácticas ridículas a los ojos del indio,
como ser: triturar en vez de pijchar la
coca, hacer adobes sin paja brava y a
pura mano, cultivar en minúsculos surcos
variedades de productos agrícolas en el
área metropolitana, agarrar lip’ichis a
diestra y siniestra para parecer y no ser,
adoptar atavíos indios que los
enorgullecen, pero que en el fondo hacen
perder la esencia de la estética Aymara,
así también en su intento de pronunciar
sin glotalizar ni aspirar el idioma Aymara
fino. Estas acciones son colonialistas
porque no buscan la liberación de la
vivencia que instrumentaliza el cholaje
blanco-mestizo, más al contrario,
pretenden mantenerlo en el sopor. Esto
desde una mirada superficial pareciera ser
un acto de buena voluntad hacia lo indio,
pero, concretamente, es una política
colonial que trivializa la cultura india.
Cuando los colonialistas empiezan a
practicar elementos de la vivencia india,
como la ch’alla, los apthapis, o comienzan
a lucir las abarcas, las tullmas, el awayu,
masticar la coca (como algunos grupos de
la intelligentsia del cholaje blanco-
mestizo), al ejecutar estas acciones lo
hacen para “limpiar y tranquilizar la
conciencia que les remuerde”5, o
simplemente para seguir las modas
instituidas por el poder, pues “al adoptar
estas prácticas culturales, la élite local
está legitimando un discurso sobre la
cultura. También es reveladora de la
ansiedad de un sujeto "sin etnicidad
particular" de ubicarse dentro de este
nuevo discurso”6.
El cholaje blanco-mestizo puede hacer
estragos de la vivencia Aymara sacando
privilegios políticos y económicos de esta,
pero cuando los indios empiezan a
reivindicar su cultura, los colonialistas son
los primeros en salir a deslegitimar esta
potencia, porque saben que es en ese
momento donde los colonizados
empiezan a recuperar lo que se les ha
negado históricamente.
Hay que tener en cuenta que la diferencia
entre los colonialistas y los indios es que
los primeros no conocen, en carne y
hueso, la vida áspera a la que fue
arrinconada el colonizado, por tanto, no
pueden hablar el mismo lenguaje de la
opresión, por más que instrumentalicen
elementos potenciales de la vivencia
autóctona auto-identificándose como
indios, jamás el cholaje blanco-mestizo
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será lo que pretende ser, porque, "para
saber lo que es el indio, hay que ser indio,
porque el que es sólo 'culturalmente' indio,
sólo puede revelar lo indio. Pero quien es
indio de carne, corazón, cosmos y raza,
no sólo 'revela' lo indio, ¡sino que rebela al
indio!"7.
A modo de conclusión
Hemos analizado de manera breve lo que
quizás constituiría un tratado teórico sobre
la política instrumental del cholaje blanco-
mestizo. El punto inicial para el
surgimiento de esta reflexión fue lo que
pasaba frente a nuestra mirada india hace
mucho tiempo, pero esa experiencia solo
se quedaba en debates y en una
indignación.
Parafraseando a G. K. Chesterton “una
idea que no es escrita no sirve, pero lo
escrito no sirve también, sino se
efectiviza”, es decir si no se vuelve praxis,
de manera que si nosotros teníamos ideas
en mente y solo debatíamos no servían,
así que decidimos teclearlo en el
ordenador para que llegue a cada indiano
mediante las redes sociales. Sin embargo,
siguiendo a Chesterton, no servirá de
nada también si este escrito no se
concretiza. En última instancia, las
reflexiones e ideas tienen que
desembocar en la acción, y esta acción
consiste en que seamos conscientes, de
una vez, de nuestra vivencia y sus
potencialidades. Como aymaras
reivindiquemos lo nuestro, porque esto es
el inicio para nuestra futura liberación.
1
Cf. QUINTANA Eduardo, “14 mentiras de la historia
oficial del Perú”, en: http://truxillo.pe/3425/14-
mentiras-en-la-historia-oficial/. Consultado el 18 de
julio de 2016.
2
ALVIZURI Verushka, “La construcción de la
aymaridad”, Bolivia: El país, 2009, p. 253
3
Cf. REYNAGA Wankar, “Blokeo 2000”, Qullasuyu:
Arumanti chachanaka, 2000.
4
Para un análisis más profundo véase CHAMBI Mayta
Roger Adan, “¿Gobierno indigena? El rol de los
indígenas en el proceso de cambio”, en AWQA, 2016, y
de QUISPE Ayar, “¿Evo Morales presidente indígena?”,
en: AWQA, 2014
5
Cf. SABATO Ernesto, “El túnel”, Argentina: Libros del
mirasol, 1961.
6
ALVIZURI Verushka, Ob.Cit., p. 142
7
REINAGA Fausto, “La revolución india”, Bolivia: PIB,
1970, 455.