2. La Zaragoza del siglo XVI era una ciudad rica, apodada La Harta,
dedicada al comercio y la industria, cuyo número de habitantes superaba
los 25.000. Esta riqueza se ve reflejada en los edificios de la época: la
Lonja, la Aduana y los palacios ciudadanos, que daban una muestra del
poder y el dinero de sus dueños, nobles y comerciantes. De los 200
palacios que se calcula que hubo en la ciudad, sólo han quedado unos
pocos, pero permiten hacerse una idea del aspecto de la Zaragoza
renacentista. La mayoría de edificios se concentraba en la calle del Coso,
el Mercado, la orilla del Ebro y las calles Mayor y Manifestación.
3. La arquitectura renacentista aragonesa adopta los elementos clásicos
del Renacimiento italiano, pero no rechaza los elementos anteriores
góticos y mudéjares, resultando una mezcla característica. Ejemplo es
la techumbre de la caja de la escalera en la Casa de Miguel Donlope, en
la que se mezclan una estructura claramente mudéjar con medallones
de estilo renacentista italiano.
Las casas-palacio se caracterizan por tener tres pisos, fachada de
ladrillo o a veces de piedra, con portón de arco de medio punto y
amplios ventanales en el segundo piso. Característicos son también el
alero saliente o rafe tallado en madera que protege a un mirador o
galería de arquillos. En el interior, a través del portón y el zaguán, se
entra a un patio interior o luna, a cielo abierto, con columnas que
sostienen una galería en el piso superior. En el primer piso se encuentra
la zona de servicios: cocina, lavandería, habitaciones de los criados y
mozos, etc. Subiendo la escalera se llega al segundo piso, la planta
noble, que tenía una gran sala con balcones al exterior en el que los
señores de la casa recibían a las visitas y celebraban sus fiestas. Además
en este piso se encontraban los dormitorios de los dueños y a veces una
capilla, además de otras salas. El último piso, la falsa, se empleaba
como desván o simplemente para airear la casa a través de la galería.
4.
5. La Lonja, construida como lonja
de mercaderes entre los años
1541 y 1551 por orden de Don
Hernando de Aragón, es el
mejor exponente de la
arquitectura civil del
Renacimiento en Aragón. El
autor del proyecto fue el
maestro de obras de la ciudad,
Juan de Sariñena.
A destacar en el exterior el
alero y la galería de arquillos
adornada con bustos
polícromos. Resulta interesante
la decoración exterior con
medallones de yeso
policromado que representan
caras. El interior está formado
por un gran salón con
techumbre de bóvedas de
crucería en estrella soportado
por columnas anilladas.
Actualmente se emplea como
sala de exposiciones del
ayuntamiento.