Este documento describe el crecimiento digital de un estudiante de comunicación social a través de su uso de Internet y las redes sociales. Relata cómo el estudiante se sumergió en el mundo digital de forma ingenua y desarrolló una dependencia hacia herramientas como Google sin comprender realmente cómo funcionaban o los riesgos asociados con el uso y recolección de datos. Aunque cometió plagio en el pasado debido a la falta de educación, ahora reconoce la necesidad de desarrollar una alfabetización digital para usar de manera crítica y
1. EL CRECIMIENTO DIGITAL DE UN FUTURO COMUNICADOR SOCIAL
Santiago Riomalo Clavijo1
Está ahí, siempre cubriéndonos con su sombra invisible, tildada de cálida y reconfortante, pero
que con el menor atisbo de descuido e ignorancia, puede convertirse en fría y tosca. Son pocos
los que comprenden esta posible transformación y son aún menos los que, sabiendo de ella,
buscan concientizar de sus posibles repercusiones a la población informáticamente vulnerable.
Se preguntarán: ¿cuál es este fenómeno de tal envergadura? ¿qué es eso que está presente en
todo momento pero que nadie conoce realmente? Sólo basta con tomar y usar un dispositivo
tecnológico (computador, Smartphone) para vislumbrarlo e, incluso, para entrar a formar parte
de la gran “Sociedad de la Información¨.
En el afán por pertenecer a esa ola tecnológica y a esa “sociedad” tan promisoria, aparece un
hombre o, más bien un joven, que con la mirada frívola e ingenua del internauta principiante,
decidió sumergirse inconscientemente en aquel océano de datos y cifras. Los sistemas
informáticos y sus derivados jamás le fueron –ni les son- de todo su agrado, pero al ver cómo
todos a su alrededor iban poco a poco formando parte de las redes sociales (en ese entonces
Messenger), y al escuchar los beneficios que estas traían, creó lo que sería su “cédula” e
identificación en la red: un correo electrónico. A partir de ese momento comenzaría a abrirse
paso por el amplio abanico de opciones, y sin darse cuenta, fue creando una dependencia hacia
los métodos de búsqueda y de comunicación que le brindaba Internet; dependencia que le
dificultaría desarrollar, como menciona The Association of College and Research Libraries (2000),
una <<alfabetización informacional>>.
No recuerda exactamente el espacio donde lo hizo ni cuándo fue, pero sí recuerda claramente la
sensación de haber recibido miles de respuestas y ofertas instantáneas luego de escribir un
término en la barra de búsqueda de Google; se sintió ínfimo y poderoso al mismo tiempo.
Comprendió que tenía acceso a mucha información pero, al igual que la gran mayoría de
internautas, no tenía unas bases sólidas de cómo usar apropiadamente las herramientas que
recién había descubierto, ni mucho menos sabía del “peligroso pulpo acaparador de datos”
(Reischl, 2008, p. 26) que este buscador podía llegar a ser.
Durante el colegio, no alternó ni buscó más allá de las aplicaciones y plataformas que siempre
había usado (Msn, Google y, a veces, AltaVista). Se sentía satisfecho con lo que éstas le brindaban,
y nunca pensó cómo operaba la maquinaria detrás de ellas, simplemente sabía que le servían
para sus trabajos académicos y para el tiempo de ocio. Le era útil, en cuanto a rapidez y sencillez,
googlear lo que le tocaba investigar. Buscaba en una, dos páginas por mucho y con eso ya creía
tener la información suficiente para proceder a escribir.
Sí, cometió plagio una par de veces, “especialmente a nivel académico (…) para tratar de obtener
mejores calificaciones o terminar de forma más rápida una asignación dada” (Soto Rodríguez,
2012, p. 6). El copiar y pegar información por medio de páginas web como Wikipedia le era tan
fácil y la educación en cuanto al delito del plagio era tan precaria, que en el imaginario
estudiantil, apropiarse de ideas y de conocimiento ajeno, resultaba algo normal y hasta
1 Oriundo de Bogotá, Colombia. Estudiante de Comunicación Social de la Pontificia Universidad Javeriana con énfasis
en periodismo y radio.
2. entretenido. Y aunque los docentes hablaran esporádicamente del tema y de los derechos de
autor, ninguno arraigó en él y sus compañeros el concepto de respeto por la propiedad
intelectual. No es por excusarse, para nada, pero esto permite entrever que no se le puede
endilgar al estudiante toda la carga y la responsabilidad del “hurto” informático cuando la
academia no ha sido incisiva en aquellos temas de tanta relevancia.
Como se mencionó anteriormente, este estudiante de Comunicación Social de la Universidad
Javeriana, no es el más adepto ni fiel seguidor de las redes sociales, es más, le aburren –algo que
no suena nada bien para alguien que estudia su carrera. Alguna vez tuvo su propia cuenta en
MySpace, pero luego de tres entradas, no volvió a usarlo, ni siquiera tuvo la decencia de cerrar y
deshabilitar su cuenta. Quién sabe por dónde andarán todos lo datos que él voluntariamente
ingresó. Luego abrió su propia cuenta en la red social más grande y famosa en el hemisferio
occidental: Facebook.
Tarde, como siempre, se unió a este gigante de la Web, ya que le llegaban invitaciones a su correo
electrónico prácticamente todos los días invitándolo a ser parte de aquella comunidad
cibernética. Cuando la curiosidad socavó su negligencia e ingresó a este círculo digital, le
sorprendió ver la facilidad con que podía leer y ver información de otras personas, incluso
cuando no las conocía. Presenció la cantidad de datos que tenía a la mano por el simple hecho de
buscar a alguien o a algo que le diera curiosidad. En abstracto, suena interesante y llamativo, pero
en retrospectiva resulta incómodo el hecho de que las vidas personales están ahí, públicas y
accesibles a millones de personas.
El resultado más preocupante es que la Sociedad de la Información ya no sólo acapara las horas
de ocio, no, ahora se ha vuelto menester investigar dentro de ella para todo tipo de trabajos
académicos. No significa que esté mal usarla de ayuda, pero es crucial aprender y desarrollar la
capacidad de usar las TIC sin convertirlas en el único e irremplazable método de búsqueda
(Association of College and Research Libraries, 2000).
Al estudiante en cuestión le resulta extraño el ir a buscar respuestas y datos en un libro, no
porque los repudie, sino porque desde siempre le han mostrado que Internet, en especial el
<<Gran Hermano Google>> (Reischl, 2008) le puede brindar soluciones para solventar sus
inquietudes de manera inmediata. Sin embargo, recientemente se ha ido enterando de que la SI
es un proyecto hegemónico con miras a imponer, lenta y pacíficamente, una única manera de
usar y concebir las Tecnologías de la Información y Comunicación, que le permitan a unos pocos
controlar y saber todo de todos (Valderrama, 2012).
Hoy sigue involucrado a la SI y continúa frecuentando estos sitios en la red, ¿por qué? Porque por
más que haya estado tentado a dejar de lado algunas aplicaciones y plataformas, ya conoce las
diferentes facetas de éstas y no hay mejor forma de aprovechar algo que conociéndolo a fondo.
Por más que reconoce carecer de una verdadera alfabetización mediática, ya tiene las bases para
empezar a concientizar, divulgar y desarrollar el incipiente interés por ese mundo digital tan
controversial e influyente escondido detrás de los dispositivos tecnológicos que usamos a diario.
REFERENCIAS
3. Soto Rodríguez, A. (2012). El plagio y su impacto a nivel académico y profesional. E-Ciencias de la
Información, 2(1), 1-13. Recuperado de
http://revistas.ucr.ac.cr/index.php/eciencias/article/view/1213/1276
Valderrama, C. E. (2012). Sociedad de la Información: hegemonía, reduccionismo tecnológico y
resistencias. Nómadas, (36), 13-25. Recuperado de
http://www.ucentral.edu.co/images/stories/iesco/revista_nomadas/36/36_1_sociedad_de_la_in
formacion.pdf
Association of College and Research Libraries. (2000). Information Literacy Competency
Standards for Higher Education. Recuperado de
http://www.ala.org/acrl/sites/ala.org.acrl/files/content/standards/standards.pdf
Reischl, G. (2008). El engaño Google: una potencia mundial incontrolada en Internet. Barcelona:
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