1. Esclavos de nuestras erratas
LA NACION - Argentina. La Nación [Buenos Aires] 16 Mar 2015.
Resumen
Las faltas de ortografía que se muestran en la lengua escrita son como
los síntomas de una enfermedad. Esto lo describe muy bien el escritor
y periodista Álex Grijelmo. En una entrevista para eldiario.es, "Procuro
escribir muchas veces «quizás» o «tal vez»" (http://bit.ly/1BEGFbh), se
pronuncia sobre las faltas de ortografía: "¿Es importante una falta de
ortografía?Nadie se muere por eso ni desciende el PIB, pero es el
termómetro. ¿Es importante que el termómetro marque 40 grados de
fiebre?No. Lo importante es que tienes 40 de fiebre. Las faltas de
ortografía son un poco el termómetro de nuestra temperatura
humanística, de la formación que tenemos, de la gimnasia que hemos
hecho leyendo. Una persona que lee mucho no tiene faltas de
ortografía. La lectura es la gimnasia para todo, es el escudo frente a
toda manipulación porque te forma, te da capacidad de abstracción?".
Texto completo
Mientras el mundo científico celebra alborozado un aniversario más del
número Pi (y del nacimiento de Albert Einstein, de paso), en el ámbito
de las letras y de las palabras hubo esta semana lectores más
asombrados y divertidos que indignados. El humor sigue siendo la mejor
estrategia para no solo poder corregir errores, sino también hacer una
pausa para reflexionar.
El 5/3, Rodolfo Héctor Ciccarella, lector fiel de este diario (lo dice él
mismo: "Seguidor desde hace aproximadamente 75 años"), observaba
en su mail, con el título "Antropófaga", que "en LA NACION Revista, en
el ejemplar del domingo pasado, página 46, la periodista de la sección
Moda manifiesta que disfruta a la noche «de comer un menú típico de
la zona, una buena picada con ahumados: siervos, jabalíes, truchas o
salmones». ¿No creen que el error merece corregirse en una Fe de
Erratas?"
2. Curioso par de homófonos siervo/ciervo. Ya han aparecido otras veces
en Línea directa, intercambiando lugares: a veces siervo mal usado, a
veces ciervo en el lugar incorrecto. Lo cual nos lleva a preguntarnos:
¿se trata solo de una errata tradicional, que el corrector humano no
advirtió -el otro, el automático, todavía no decodifica con precisión los
contextos- o el problema es de uso?Los siervos en general, y los siervos
de Dios o los siervos de la gleba en particular, ¿ven tan reducida su
presencia en los textos y contextos actuales, que corren el riesgo de
desaparecer de la lengua escrita?
En una reciente entrevista de Sebastián Campanario, en el suplemento
Enfoques de este diario, con el físico ruso Andrei Vazhnov
(http://bit.ly/18KQLMj) se debatió sobre esta época de "tecnologías y
avances científicos con crecimiento exponencial". El panorama que
describe Vazhnov sobre la rapidez de los cambios en las áreas
mencionadas lleva a pensar cómo se estarán reflejando en otras: "Los
cambios son tan rápidos que no se puede ver más allá de un horizonte
muy corto (...) el 90% de nuestras vidas pasa hoy por puntos digitales y
simbólicos, la gran mayoría de nuestro tiempo nuestra conciencia está
navegando por el mundo digital".
Las faltas de ortografía que se muestran en la lengua escrita son como
los síntomas de una enfermedad. Esto lo describe muy bien el escritor
y periodista Álex Grijelmo. En una entrevista para eldiario.es, "Procuro
escribir muchas veces «quizás» o «tal vez»" (http://bit.ly/1BEGFbh), se
pronuncia sobre las faltas de ortografía: "¿Es importante una falta de
ortografía?Nadie se muere por eso ni desciende el PIB, pero es el
termómetro. ¿Es importante que el termómetro marque 40 grados de
fiebre?No. Lo importante es que tienes 40 de fiebre. Las faltas de
ortografía son un poco el termómetro de nuestra temperatura
humanística, de la formación que tenemos, de la gimnasia que hemos
hecho leyendo. Una persona que lee mucho no tiene faltas de
ortografía. La lectura es la gimnasia para todo, es el escudo frente a
toda manipulación porque te forma, te da capacidad de abstracción?".