Los recursos hídricos en las cuencas del país vienen siendo manejados en forma sectorial, con cobertura administrativa en sólo parte de las cuencas y en forma deficiente. Se realizan acciones aisladas, sin coordinación interinstitucional, la misma que es casi inexistente, lo cual ha generado una serie de conflictos; conflictos que están relacionados con la utilización del agua mediante usos consuntivos y no consuntivos entre los sectores doméstico, agropecuario, industrial, hidroeléctrico y minero. Los conflictos se originan no solamente por la cantidad sino también por la calidad del agua, tanto superficial como subterránea, así como en la oportunidad de su disponibilidad. La región de Cusco presenta topografía abrupta con contrastes bruscos entre montañas altas y planicies surcados por riachuelos, riachuelos que en muchos casos no son utilizados para actividades económico productivas y se comportan fundamentalmente como principales colectores de las aguas subterráneas, en épocas de secano, y de escorrentía superficial, en la época de lluvias. Esta topografía con fuertes pendientes, actúa directamente sobre el coeficiente de escorrentía superficial generando valores muy altos y contrariamente porcentajes de infiltración bajos; este hecho está impactando negativamente en el comportamiento de los acuíferos, debido a que el recurso hídrico de los manantes está disminuyendo sostenidamente en perjuicio de las familias pobres. Sumado a ello la actividad antrópica que en muchos casos realiza actividades como la tala de bosques nativos y la quema de pastizales que perjudica directamente en el coeficiente de infiltración. Actualmente existe una preocupación por la disminución del caudal de estiaje de las aguas superficiales, así como por la reducción y en algunos casos desaparición de cuerpos de agua, ojos de agua (manantiales) y bofedales; por otro lado debemos considerar los efectos del cambio climático, cuya repercusión mundial tiene sus efectos en nuestro país más aun en el ámbito de la región Cusco. En foros internacionales la recarga artificial de acuíferos suele denominarse con los acrónimos “AR” (Artificial Recharge) y “MAR” (Management of Aquifer Recharge). Este último término tiene su origen en el grupo de trabajo para estudio de operaciones de gestión de recarga artificial, fundado por la Asociación Internacional de Hidrogeólogos en 1988. En este artículo se utilizarán las siglas “RA” para hacer referencia tanto a las técnicas de recarga artificial como a las prácticas de gestión. (Álvaro Enrique Fernández Escalante, Manuel García Rodríguez y Fermín Villarroya Gil., 2005)