Este documento discute si es permisible mentir en ciertas circunstancias extremas como para proteger a otros de daño, a través del análisis de varios ejemplos bíblicos. El autor concluye que ni Elías, las parteras mencionadas en el Éxodo, Dios ni Cristo mintieron en los relatos bíblicos, y que la mentira siempre es un pecado.