Los paisajes despejados, abiertos, solitarios, son captados con gran sutileza por Emilia. Su riqueza cromática y su trazo suelto marcan una naturaleza de carácter y no nos dejan indiferentes en la obra. Nos muestra lo que la naturaleza ha dejado de forma indeleble en su recuerdo, creando momentos de fugacidad donde la realidad presentida, junto con la imagen realmente captada, contribuyen a mostrarnos la condición lírica que remansa en sus obras.