Jesús les dice que ningún profeta es bien recibido en su tierra natal y cita el ejemplo del profeta Elías. Cuando Jesús proclama el texto del profeta Isaías en la sinagoga, los vecinos pasan a criticarlo y desear matarlo, preguntándose quién es este hijo del carpintero. Jesús constata que nadie es profeta en su tierra y no escapa a las críticas de los suyos.