El soneto expresa la devoción del autor hacia Jesucristo crucificado, afirmando que no es el cielo o el infierno lo que lo mueve a amar a Dios, sino la visión de Cristo sufriendo en la cruz. Aunque no hubiera recompensas o castigos después de la muerte, el autor seguiría amando a Jesús y temiendo desobedecerlo debido al profundo amor que siente al contemplar su sacrificio.