Las redes sociales como Facebook y Twitter han cambiado la forma en que las personas se relacionan y, en algunos casos, han influido en su comportamiento. El constante flujo de estímulos que proporcionan estas plataformas hace que muchos usuarios se vuelvan dependientes del ecosistema de las redes sociales y experimenten ansiedad, trastornos del sueño, inseguridad sobre su apariencia física o ser víctimas de acoso cibernético.