El poema describe una noche en la que Roma se encuentra vacía y sin nadie, solo con piedras y grietas. El poeta camina sin rumbo en la oscuridad, sin poder reconocer las puertas ni los muros, como si estuviera en una catacumba cerrada. Todo está en silencio, sin agua, voces o pasos. El poeta se siente perdido y sin saber quién es o a dónde va. Roma le sabe a sangre.