Un leñador pobre encontró a un duende en un árbol encantado y lo liberó. El duende le otorgó tres deseos al leñador en agradecimiento. Sin pensar, el leñador deseó una gran morcilla para comer, haciendo enojar a su esposa, quien deseó que la morcilla estuviera en la punta de su nariz. Para solucionarlo, el leñador usó su último deseo para que la morcilla cayera al suelo.