1. ¿Amamos a Dios o codiciamos lo que Él nos da?
¿Relacionados o interesados?
Muchas veces vemos las iglesias repletas de fieles cuando se
anuncia un día especial, de prosperidad, sanidad o unción.
En una noche de milagros vemos estadios repletos de personas
que van en busca de una sanidad, o una unción especial.
¿Qué pasaría si se hiciera una invitación alegando que nada se
dará? Que no caerá fuego del cielo sino que solo se alabará la
majestuosidad de Jesucristo. Mi pregunta sería: ¿Si se
anunciara esto con días de anterioridad, se llenarían los
estadios y las iglesias?
Todo esto me hace acordar del pasaje de Génesis 3:21 que
cuando el hombre pecó, Dios le hizo túnicas con pieles. Ahora
el hijo de Dios actúa solamente buscando los regalos de Dios:
la sanidad, la unción, la prosperidad.
Antes bien deberíamos añorar lo que aparece en Génesis 3:8,
oír la voz de Dios paseándose con nosotros, deberíamos
anhelar las charlas con Dios y no las túnicas, estar cerca de Él,
tal vez desnudos pero con Dios, tal vez sin cosas materiales
pero oyendo su voz todos los días como lo hacían Adán y Eva
en el huerto de Edén antes de pecar.
Muchas veces anhelamos las bendiciones de Dios pero no
anhelamos una relación con Él. Muchas veces preferimos una
“túnica de pieles” que oír su voz en nuestras vidas.
Como dice en Mateo 6:33 “buscad primeramente el Reino de
Dios y su justicia, y las demás cosas os serán añadidas”
Muchos cristianos buscan primero las añadiduras antes que a
Dios mismo. Van en busca de los panes y los peces y no del
mismo Señor.
2. Ahora estamos viendo un grupo de cristianos “interesados” en
lo que Dios tenga para darles, y optan por tomar dos caminos:
uno es alejarse cuando Dios no les da lo que piden y dos, se
alejan cuando lo reciben. Ambos cristianos están mal, ambos
cristianos están en una mala actitud ante Dios.
Tenemos que actuar como el profeta Habacuc cuando decía
que aún teniendo nada, Dios era su gozo y fortaleza.
“Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya fruto,
aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den
mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no
haya vacas en los corrales, con todo yo me alegraré en Jehová,
y me gozaré en el Dios de mi Salvación, Jehová el Señor es mi
fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas y en mis
alturas me hace andar” (Habacuc 3: 17-19)
¿Pero actuamos así cuando las circunstancias son adversas?
Debemos dejar de actuar como simples interesados en lo que
Dios nos pueda dar, y comenzar a interesarnos por Él.
A veces actuamos igual que en los tiempos Bíblicos, cuando le
demandaban una señal a Jesús.
“La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no
le será dada, sino la del profeta Jonás. Porque como estuvo
Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así
estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y
tres noches” (Mateo 12: 39-40)
¿Quiénes somos como para demandar algo al Rey de Reyes y
Señor de Señores? Muchas veces actuamos de igual manera y
pedimos a Dios, como los escribas y fariseos de aquel tiempo,
que nos dé una señal de esto o aquello. Solamente debemos
agradecer a Dios porque vino hecho Hombre a este mundo
para darnos vida juntamente con Él.
Gracias a Él tenemos la salvación de una muerte segura.
• “De cierto, de cierto os digo: el que oye mi palabra, y
cree al que me envió, tiene vida Eterna; y no vendrá a
3. condenación, más ha pasado de muerte a vida” (Juan
5:24)
• “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es
necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para
que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga
vida eterna” (Juan 3:14-15)
• “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado
a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en el cree,
no se pierda, más tenga vida eterna. (Juan 3:16)
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Gracias a Dios, tenemos la promesa de que nadie nos apartará
de Su lado
Imagen 13
• “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen; y
yo les doy vida eterna, y no perecerán jamás, ni nadie
las arrebatará de mi mano” (Juan 10:27-28)
• “Antes en todas estas cosas somos mas que vencedores
por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy
seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni
principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por
venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa
creada nos podrá separar del Amor de Dios, que es en
Cristo Jesús, Señor nuestro” (Romanos 8: 37-39)
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Gracias a Él estamos libres de condenación
• “Ahora pues ninguna condenación hay para los que
están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la
carne, sino conforme al Espíritu” (Romanos 8:1)
Gracias a Él tenemos la seguridad de la Fe
4. • “Con gozo damos gracias al Padre que nos hizo aptos
para participar de la herencia de los santos en luz; el
cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y
trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos
redención por su sangre, el perdón de pecados”
(Colosenses 1: 12-14)
Gracias a Él somos sus Hijos
• “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su
nombre les dio potestad de ser hechos Hijos de Dios”
(Juan 1:12)
Gracias a Él tenemos esperanza
• “En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no
fuera, yo os lo hubiera dicho, voy pues a preparar lugar
para vosotros. Y si me fuera y os preparare lugar,
vendré otra vez y os tomaré a mi mismo, para que
donde Yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14: 2-3)
• “Más nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde
también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el
cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra,
para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por
el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo
todas las cosas” (Filipenses 3: 20-21)
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Todo esto es razón más que suficiente para amarlo a Él por
todo lo que ha hecho ya; y no por las cosas materiales que
pueda darnos.
A no mal interpretar:
Todo lo que es añadidura, el Señor nos lo dará a su tiempo,
pero lo que si está mal y totalmente fuera de lugar y
despreciable, es buscarlo solo y exclusivamente por esas
añadiduras.
5. Lo que debemos hacer es pedirle perdón y comprometernos a
buscarle a Él por lo que Él es con nosotros, por lo que ha
hecho, salvándonos de una muerte segura y dándonos vida.
• “…Yo he venido para que tengan vida, y para que la
tengan en abundancia” (Juan 10:10)
Mariela Alvez