La mano requiere posicionarse en diferentes formas mientras agarra o aplica presión, por lo que tiene numerosas arterias profundamente ramificadas que permiten que todas sus partes reciban sangre oxigenada en cualquier posición. Las arterias de la mano son relativamente superficiales y se encuentran debajo de una piel que puede sudar, lo que permite disipar el exceso de calor generado al mover la mano.