La arquitectura romana se caracterizó por la monumentalidad y funcionalidad, influyendo en la arquitectura actual a través de técnicas como el hormigón, los arcos y las columnas. Obras relevantes incluyen el Acueducto de Segovia, que condujo agua de manantiales; la Basílica Emilia y Julia, que albergó actividades políticas y judiciales; y las Termas de Caracalla, uno de los complejos termales más lujosos de Roma construido entre 212-217 d.C.