El documento argumenta que debemos tratar de devolver la dignidad humana a los pobres porque como hijos de Dios tienen derecho a ella. Aunque Dios cuida de sus criaturas a través de los hombres, a veces los pobres han muerto de hambre no porque Dios no los cuidó, sino porque nosotros no fuimos capaces de dar. Ayudar a los pobres no es solo un deber sino también un privilegio, porque al ayudar a otros hacemos lo mismo que ayudar a Jesús.