Simón Bolívar lideró la lucha por la independencia de América del Sur de España desde 1812. Juró que no descansaría hasta romper las cadenas del dominio español en la región. Motines en 1808 en Aranjuez, España forzaron la abdicación del rey Carlos IV a favor de su hijo Fernando VII. En febrero de 1945, la aviación aliada bombardeó Dresde, Alemania, destruyendo su centro histórico y matando a decenas de miles de civiles.
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Simón Bolívar y la independencia hispanoamericana
1. informa-bena20
Simón Bolívar y la independencia hispanoamericana
"No descansaré hasta romper las cadenas del dominio español en América", juró en su juventud el caudillo venezolano que desde
1812 encabezó la lucha por la independencia de la América española muy escasa
2. Motín de Aranjuez
La noche del 17 al 18 de marzo de 1808 la presencia de la familia real en Aranjuez se vio alterada por la
violencia. Antes de la medianoche un grupo de paisanos, criados de palacio y soldados comenzaron un
alboroto contra el favorito de Carlos IV, Manuel Godoy. Al parecer los alborotadores fueron instigados por
el entorno político del príncipe Fernando aprovechando la tensión generada por la entrada de tropas
francesas en España. Se dirigieron a la casa de Godoy y, al no encontrarle, le prendieron fuego.
Amedrentado por el altercado, el rey accedió esa misma noche a destituirle. Al día siguiente se halló el
escondrijo del valido, que fue apaleado por la multitud. Cuando las noticias llegaron a Madrid y otras
ciudades se produjeron manifestaciones de júbilo. El 19, un acorralado Carlos IV abdicaba a favor de su
hijo, que a partir de ese momento pasaba a ser Fernando VII.
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4. Poco después de las diez de la noche del 13 de febrero de 1945 y en la madrugada del 14 la aviación
Aliada calcinó Dresde. Sobre la hermosa e indefensa ciudad cayeron en menos de cuatro horas 2.640
toneladas de bombas. No fue un error sino la destrucción calculada de «La Florencia del Elba» y la
aniquilación de su población civil. Semanas después, cuando comenzó a desatarse el escándalo en Gran
Bretaña y Estados Unidos, se justificó alegando que Dresde era un importante nudo de comunicaciones
para enviar refuerzos al frente del poder, pero los dos primeros bombardeos a cargo de la aviación
británica se cebaron sobre el centro urbano. A mediodía del 14 los estadounidenses arrojaron 800
toneladas de bombas sobre la estación de ferrocarril, pero gran parte alcanzó zonas urbanas. Después (15
de febrero, 2 de marzo y 17 de abril) los estadounidenses pulverizaron la estación de ferrocarril con 4.000
toneladas más, causando también destrucciones civiles pues la estación de Dresde estaba enclavada en la
ciudad. Los puentes sobre el Elba fueron afectados, pero el tráfico apenas se interrumpió. Víctor
Klemperer, el famoso filólogo, que sobrevivió al bombardeo en el pobre refugio de su «casa de judíos», lo
describió con sobriedad, espanto y alivio: «Cayeron las bombas, se derrumbaron los edificios, el fósforo
fluía, las vigas en llamas se precipitaban sobre cabezas arias y no arias y la misma tormenta de fuego
arrastró a la muerte a judíos y cristiano; sin embargo esa noche dejó con vida a algunos de los
aproximadamente setenta portadores de la estrella. A ellos les supuso la salvación, pues en medio del
caos general pudieron escapar de la Gestapo» («La lengua del Tercer Reich», E. Minúscula, Barcelona,
2001). Dresde, capital de Sajonia, al este del país, era con sus 650.000 habitantes una de las siete
ciudades más importantes del Tercer Reich. En su casco antiguo había iglesias, palacios, museos,
bibliotecas, teatros y ópera catalogados como joyas del barroco. Contaba con un notable nudo de
comunicaciones sobre el Elba, era famosa por sus porcelanas y chocolates y funcionaba allí un centenar
de industrias: óptica, equipos médicos, piezas de avión y automóvil, productos químicos, armas ligeras...