2. Disponía de grandes salones que se utilizaban para las fiestas y los juegos de naipes que ocupaban
una parte importante en la agenda real. Lujosos eventos, como teatros, cenas y fuegos de artificio,
reunían, en torno a la figura del Rey.
3. Las habitaciones también tenía una distribución
especial. Los aposentos del Rey solían estar en el ala
norte y los de la Reina en el ala sur.
En la planta baja, había un zaguán (espacio entre la puerta principal de la
casa y el primer patio), dos patios y varios cuartos, mientras que en la planta
alta estaban los aposentos de la familia.
Generalmente, uno podía ir y venir de un área a otra sin ningún obstáculo,
libremente, pero algunas veces se colocaba una puerta entre ambos espacios
para impedir la entrada al patio a personas no deseadas.
Solían tener tres patios. Alrededor del primero, el principal, había cuartos con vista a la calle, que eran usados como
recámaras de la familia, habitaciones para la servidumbre masculina o como locales para tiendas y almacenes.
Éste era el lugar donde los habitantes de la casa tomaban el fresco, y las habitaciones que daban a él eran las más
iluminadas y ventiladas. Ahí estaban las escaleras que llevaban a la planta alta; además, siempre había una fuente en el
centro o empotrada en uno de los muros. El piso y las paredes estaban llenos de plantas sembradas en macetas que le
daban, junto con algunas jaulas de pájaros, apariencia de jardín.
El segundo patio era el de servicio. Éste se usaba para las actividades cotidianas de limpieza, por ejemplo, lavar la ropa y
asear a los caballos. También tenía un abastecedor de agua potable, que era un lujo que sólo los ricos se podían dar. Y al
fondo se encontraban las caballerizas, el pajar, la bodega, el corral y la hortaliza.
El tercero se utilizaba para guardar los carruajes y los animales.
4. El jardín resulta ser el complemento esencial de todo palacio. El gusto barroco por la teatralidad y la
artificiosidad conllevó la construcción de diversos elementos accesorios al jardín, como islas y grutas
artificiales, teatros al aire libre, ménageries de animales exóticos, pérgolas, arcos triunfales, etc.
El jardín se estructura por lo general alrededor del palacio, y además de las zonas vegetales se da mucha
importancia al sistema de caminos y avenidas que lo envuelve, así como a los canales, estanques y
fuentes que, junto a la decoración escultórica, son el principal detalle ornamental del jardín. El
complemento de todo ello es el bosquete, un tipo de bosque de jardín que se suele podar y acondicionar
para albergar espacios de reunión o pabellones de recreo, y que puede ser irregular o configurado
en quincunx, un patrón básico de cinco árboles dispuestos como en el dibujo del número cinco de
los dados, y que repetido sucesivamente genera unas arboledas alineadas perceptibles en ángulo recto o
diagonal.
Por su gran superficie paseaban los nobles.
Había personal cualificado para el gran cuidado que necesitaban.
5. Probablemente habría menos de cien mujeres en la corte. Muchas eran las
esposas e hijas de los cortesanos y servían a la reina. Otras visitaban a sus
esposos, a menudo con motivo de alguna ceremonia. Las mujeres no
gozaban de ningún papel político oficial en la corte, aunque varias
participaron en la política y las intrigas.
En la corte había mucha ceremonia, pero solía ser también una corte caótica, despilfarradora y enormemente cara
de mantener. En invierno no era raro que residieran en ella entre mil y mil quinientas personas, de las cuales sólo
alrededor de cien tenían acceso al rey, hasta mil de ellas podían estar al servicio de la casa real. El número de
personas fluctuaba según la estación o el momento. En verano, cuando muchos cortesanos se iban a sus
propiedades, en la corte habría tal vez ochocientas personas.
6. A muchas de las personas que estaban en
la corte había que alojarlas y alimentarlas.
El lord chambelán era el encargado de
decidir quién tenía derecho a
habitaciones, comidas y la llamada boca
de corte, que era una ración diaria de pan,
vino, cerveza, velas y leña. Las raciones se
asignaban de acuerdo con el rango y la
estación del año. Este privilegio se
concedía generalmente a los cortesanos
más allegados al rey, los grandes nobles,
los principales oficiales de la casa real y
sirvientes importantes. Los que no tenían
derecho a él recibían sólo sus salarios u
honorarios.
El número de personas que había en la
corte aumentaba mucho a causa de los
sirvientes que los cortesanos estaban
autorizados a llevar, en reconocimiento de
su categoría. A cada uno se le autorizaba
un número apropiado a su rango, por
ejemplo un duque o un arzobispo podía
tener doce sirvientes, el lord chambelán
diez, y un Caballero de la Cámara Privada
cuatro, mientras que a los jefes y
encargados se les permitía sólo uno por
cabeza. El Portero Jefe tenía órdenes de
prohibir la entrada a más sirvientes de los
autorizados, aunque hay pruebas
abundantes de que se infringían las reglas.
Las casas sólo se limpiaban como es debido cuando estaban vacías, una vez que la
corte se había ido, los sirvientes que se quedaban, bajo la supervisión del
Custodio y el Departamento de Obras, barrían las habitaciones, se llevaban los
juncos sucios y se quitaba el polvo, y lavaban los paneles e incluso los techos.
7. La falta de higiene era la norma. La realidad es que detrás de tantos modales, pelucas y polvos se escondían
malos olores y actos tan desagradables como orinar o defecar en los pasillos.
En el pensamiento médico de la época se estilaba aseverar que el baño frecuente o excesivo era perjudicial
para la salud. Por ejemplo, se decía que la cabeza se debía lavar cada 20 días. Para ser considerado limpio en
estos tiempos, eras suficiente lavarse las manos y el rostro. El baño de cuerpo entero se realizaba más o
menos una vez cada año, con la consecuencias aromáticas que esto trae. Los baños se realizaban en grupo,
en una bañera enorme. Primero se aseaba el padre de familia, y luego lo seguían la madre y los hijos.
Aunque los Palacios contenían muchísimas habitaciones curiosamente ninguna de ellas poseía ningún baño.
Por lo tanto las 20.ooo personas que podían llegar a vivir en el palacio tenían que buscar formas poco
agradables para satisfacer sus urgencias fisiológicas. Los habitantes no tenían otra opción mas que defecar u
orinar en los pasillos, corredores, rincones. Cualquier lugar era idóneo para realizar estos actos tan naturales
y que ni los nobles más refinados podían evitar.
8. La sociedad del siglo XVII seguía siendo una
sociedad piramidal. En lo alto de la pirámide estaba
el rey. En la zona más baja, el estado llano, grupo al
que pertenecía la mayor parte de la población.
La coyuntura social refleja también durante el siglo XVII
una situación de crisis, no tanto a causa del retroceso
productivo, sino debido al asalto de la renta que
protagonizan las clases dominantes y el Estado (sobre
todo a causa de las guerras, que requerían un incremento
de los impuestos). Los resultados de esta crisis en la
sociedad fueron una degradación de las condiciones
sociales, que dan lugar a empobrecimiento, una mayor
diferenciación social, endeudamiento de la población y
alienaciones de tipo económico y jurídico.
Estos deterioros en la sociedad provocaron conflictos sociales y revueltas populares. El siglo XVII contabiliza una
excepcional proliferación de levantamientos campesinos y movimientos urbanos, que se suelen catalogar como la
respuesta social a la crisis. Las revueltas y conflictos son variados, abarcando diversas regiones y que en ocasiones
necesitó de la intervención de los ejércitos estatales para su represión.
9. Clases privilegiadas:
• El Rey. Todo el orden social se cimentaba en la creencia de que el rey lo era por la gracia de Dios. En torno a él
giraba toda la sociedad.
• Los grandes. Eran un grupo reducido formado por los duques y algunas familias del más alto rango. Gozaban de
privilegios en el trato con el rey, poseían extensos territorios y controlaban el poder político.
• Los nobles con título. Era un grupo muy próximo, por su grandeza, al poder de los Grandes. Normalmente,
también poseían señoríos. La compra de títulos era una práctica habitual, sobre todo desde que la monarquía
empezó a tener problemas monetarios. De la nobleza titulada salían los obispos y arzobispos, quienes eran
designados por el rey.
• Los caballeros con señorío. Los caballeros ricos propietarios de un señorío eran los que más fácilmente pasaban a
tener título, porque dentro de la nobleza, la jerarquía se establecía según el grado de riqueza.
• Los caballeros ricos. Los caballeros eran hidalgos que, gracias a su riqueza, habían logrado elevarse socialmente.
Sus posesiones, trabajadas por jornaleros o arrendadas a campesinos, no constituían un señorío, por lo que se
beneficiaban solo de los arrendamientos o de la venta de productos agropecuarios.
• Los hidalgos y escuderos. Los hidalgos constituían el estamento más bajo de la escala nobiliaria. No poseían
títulos, pero, en cambio, conservaban algunos privilegios nobiliarios, como la exención de impuestos. El capital
que más celosamente guardaban era su certificado de hidalguía, que indicaba que provenían de un linaje limpio.
El estado llano:
Había grandes diferencias entre los componentes de este estado, que se derivaban de su mayor o menor riqueza. Se
distinguían, por un lado, las clases urbanas, que fluctuaban entre la burguesía comercial y financiera y los trabajadores
manufactureros de taller. Por otro lado, estaban las clases rurales, que abarcaban desde el jornalero sin propiedad alguna
al campesino rico, propietario de extensas tierras.
10. La Galería de los Espejos del Palacio de Versalles (Francia) es una
suntuosa galería construida con el objetivo de deslumbrar a los
visitantes de Luis XIV. Concebida por el arquitecto Jules Hardouin
Mansart, se construyó entre 1678 y 1684, reemplazando una terraza
de Luis Le Vau que unía las dos alas del palacio (norte y sur) con la
fachada del oeste.
De estilo barroco tiene una longitud de 73 metros por 10,50 de
ancho. Diecisiete ventanas proporcionan la luz que se refleja en
357 espejos puestos frente a frente. Semejante galería fue un
acontecimiento en el siglo XVII porque, por primera vez, las
personas se podían contemplar de cuerpo entero. La galería
representó, asimismo, un lujo impresionante teniendo en
cuenta que, en aquel tiempo, un espejo resultaba muy caro.
11. La Galería de los Espejos fue el magnífico escenario para
muchos de los grandes acontecimientos ocurridos en el
curso de los siglos, como las celebraciones del matrimonio
de María Antonieta con el delfín de Francia (16 de mayo de
1770), la proclamación del Imperio Alemán (18 de
enero de 1871) o la firma del Tratado de Versalles que puso
fin a la Primera Guerra Mundial (28 de junio de 1919) entre
otros.
La bóveda de cañón está decorada con pinturas de Charles
Le Brun en las que se representaba el reinado de Luis XIV.
Inicialmente, la estancia se ornamentó con un mobiliario
de plata y numerosas estatuas antiguas, fundido en 1689 ,
el mobiliario de plata dio paso a otro de madera dorada
que desapareció durante la Revolución francesa.
12. Es una magnífica galería construida con el objetivo de deslumbrar a los visitantes del rey Luis XIV.
Muestra la majestuosidad de la Monarquía francesa.
Ver esta Galería de los Espejos llega a intimidar.
Se ve el lujo y la ostentación en la que vivían.
Esas lámparas, figuras doradas, grabados….simplemente es impresionante.
13. Luis XIV dejó París y decidió construir Versalles, como una pequeña ciudad
alejada de los problemas. Tendría varias etapas constructivas, marcadas por
las amantes de Luis XIV.
Representaba el gran poder que tenían los antiguos reyes con su magnifica
estructura y sus hermosos jardines. Con el paso del tiempo y de los mandatos,
el palacio de Versalles fue aumentando representando así el poder que
Francia tenía.
Luis XIV hizo construir ese majestuoso palacio en Versalles porque después de la revuelta de LA FRONDA Luis odio Paris,
no solo el símbolo del absolutismo sino del lujo, la ociosidad. Se efectuaban fiestas mientras los campesinos se morían
de hambre, exprimidos por los impuestos, la monarquía absoluta no empieza con este Luis sino que acentúa mas el
poder del rey y es indiscutido, rey por derecho, designado por Dios, en la figura del rey estaba el destino del país.
El absoluto poder, agasajo, y gasto que se dieron en
Versalles le ganaron el apodo de el símbolo del
Absolutismo