Benedicto XVI renunció al papado en 2013 después de 8 años de servicio. Durante su pontificado enfrentó problemas como la pederastia clerical, el relativismo y las filtraciones del Vatileaks, a los que respondió con soluciones como normas estrictas, perdón y apertura de procesos. Realizó numerosas visitas pastorales y canonizaciones, y explicó que su renuncia se debió a la humildad, el amor a la Iglesia y la responsabilidad del cargo.