Este documento compara la agricultura de conservación (cero labranza) con la convencional y encuentra que la agricultura de conservación reduce las emisiones de gases de efecto invernadero y aumenta el contenido de carbono orgánico en el suelo. También revisa estudios previos que muestran que cambiar a cero labranza o rotación de cultivos mejorada generalmente aumenta el stock de carbono en el suelo.