Este documento describe el pueblo de Buenos Aires en Venezuela como un lugar tranquilo y bendecido por Dios, con bellos paisajes naturales. El autor disfruta pasar tiempo allí cada año con amigos para desconectarse del estrés de la ciudad y sentirse más cerca de Dios a través de la naturaleza. El documento también reflexiona sobre cómo la naturaleza muestra el poder de Dios y cómo las personas deberían enfocarse menos en cosas materiales y más en lo trascendental.
2. Buenos Aires, un
caserío ubicado
en el poblado
de Humocaro
Alto, Municipio
Moran del
Estado Lara,
Venezuela.
3. Es un lugar campestre,
de clima
relativamente frio con
mucho verdor vegetal
y terrenos fértiles para
el cultivo de café,
papa, ajo, y otras
variedades de
hortalizas. Es un lugar
tranquilo, muy propicio
para descansar,
pasear y disfrutar de la
Naturaleza, en virtud
de sus bellos paisajes.
4. Cada vez que se acercan las vacaciones del
mes de Agosto, aumentan las ganas y emociones por
pasar unos días en tan bendecido lugar, donde cada
año comparto con mis amigos y hermanos en Cristo
momentos inolvidables. Por varios años este ha sido
nuestro regalo, sin duda alguna de Dios mismo, quien
nos permite vivir unos momentos más cerca de él,
claro esta que todos los días lo tenemos presente y
operante en nuestras vidas, pero es de una manera
distinta el ver lo poderoso de sus manos que deja
huellas, difíciles de no palpar y contemplar, en la
naturaleza; verdaderamente es algo especial, en lo
particular sobre todo cuando siento la presión del día
a día en el estrés de la ciudad, me invaden esas
imágenes y anhelo los paisajes, sentir el frio del viento,
el sonido del rio y el cantar de los pájaros.
5.
6. Con esas experiencias
he podido llegar a
comprender en cierta
medida a nuestros
ancestros que
adoraban al dios sol, al
dios tormenta, al cual
tributaban ofrendas y
rituales; ellos
reconocían un poder
supremo en todos esos
elementos.
7. Hay que ser demasiado escéptico para no
dejarse cautivar por lo majestuoso de las obras de
Dios, ante ellas resuenan sus palabras en mi
corazón: “Por eso yo les digo: No anden
preocupados por su vida con problemas de
alimentos, ni por su cuerpo con problemas de
ropa. ¿No es más importante la vida que el
alimento y más valioso el cuerpo que la ropa?
Fíjense en las aves del cielo: no siembran, ni
cosechan, no guardan alimentos en graneros, y
sin embargo el Padre del Cielo, el Padre de
ustedes, las alimenta. ¿No valen ustedes mucho
más que las aves? ¿Quién de ustedes, por más
que se preocupe, puede añadir algo a su
estatura? Y ¿por qué se preocupan tanto por la
ropa?
8. Miren cómo crecen las
flores del campo, y no trabajan
ni tejen. Pero yo les digo que ni
Salomón, con todo su lujo, se
pudo vestir como una de ellas. Y
si Dios viste así el pasto del
campo, que hoy brota y
mañana se echa al fuego, ¿no
hará mucho más por ustedes?
¡Qué poca fe tienen!” (Mt 6, 25-
29) Invertimos tanto tiempo en
cosas efímeras y dejamos a un
lado las trascendentales, ha de
ser por ello que este mundo se
ha vuelto tan insensible,
materialista y consumista.
9. ¡Oh Buenos Aires!
eres un pedazo de cielo,
de reino divino, sueño con
volver a tus espacios en
los que Dios reside y me
alimenta para reponer mis
fuerzas y seguir de pie en
este mundo tan sórdido y
vacío, tan lleno pero tan
hueco, blanqueado con
sombras que apresan el
alma del hombre hasta
perderla en lo oscuro, un
camuflaje que puede ser
eterno, un abismo del
cual no hay regreso.