La persona que escribió este poema vio a una novia en su día de bodas, cuando se sonrojó a pesar de que parecía feliz. El sonrojo de la novia quizás fue de vergüenza virginal, y avivó una llama más ardiente en el pecho del que la observaba.
6. Y en tus ojos comenzaba a crecer una luz (por cualquier razón) era todo lo que en el mundo mi dolorosa visión de la belleza podía captar.
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8. Aquel rubor, quizás, era vergüenza de virgen, tal como bien podría ser, aunque su brillo avivó una llama más feroz en el pecho de él, ¡ay!
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10. Quien te vio en aquel día nupcial, cuando aquel profundo rubor te cubrió, aunque la felicidad a tu alrededor se extendiera y todo el mundo fuera amor ante ti.