Este fragmento de Robinson Crusoe de Daniel Defoe describe la reacción inicial de Robinson al llegar a la isla después de naufragar. Primero da gracias a Dios por salvar su vida, pero luego se da cuenta de que está solo en la isla sin ropa, comida o armas, poniendo su vida en peligro. El fragmento muestra el cambio en el estado de ánimo de Robinson de alivio a desesperación a medida que comprende su precaria situación.
Siete escritos del maestro argentino Jorge Luis Borges.
Jorge Francisco Isidoro Luis Borges fue un escritor argentino, uno de los autores más destacados de la literatura del siglo XX. Publicó ensayos breves, cuentos y poemas. Su obra, fundamental en la literatura y en el pensamiento universal, y que ha sido objeto de minuciosos análisis y de múltiples interpretaciones, trasciende cualquier clasificación y excluye todo tipo de dogmatismo.
Es considerado uno de los eruditos más reconocidos del siglo XX. Ontologías fantásticas, genealogías sincrónicas, gramáticas utópicas, geografías novelescas, múltiples historias universales, bestiarios lógicos, silogismos ornitológicos, éticas narrativas, matemáticas imaginarias, thrillers teológicos, nostálgicas geometrías y recuerdos inventados son parte del inmenso paisaje que las obras de Borges ofrecen tanto a los estudiosos como al lector casual. Y sobre todas las cosas, la filosofía, concebida como perplejidad, el pensamiento como conjetura, y la poesía, la forma suprema de la racionalidad. Siendo un literato puro pero, paradójicamente, preferido por los semióticos, matemáticos, filólogos, filósofos y mitólogos, Borges ofrece —a través de la perfección de su lenguaje, de sus conocimientos, del universalismo de sus ideas, de la originalidad de sus ficciones y de la belleza de su poesía— una obra que hace honor a la lengua española y la mente universal.
Ciego a los 55 años, personaje polémico, con posturas políticas que le impidieron ganar el Premio Nobel de Literatura al que fue candidato durante casi treinta años.
«Que un individuo quiera despertar en otro individuo recuerdos que no pertenecieron más que a un tercero, es una paradoja evidente. Ejecutar con despreocupación esa paradoja, es la inocente voluntad de toda biografía.» J.L.Borges
Cuando don Quijote se mueve en medio de aquel universo que sus
libros le ofrecían está desarrollando su propia metafísica en donde
hay un dios oculto; divinidad tutelar y resentida que se alimenta de
la fantasía del hidalgo y que le da en cada día y cada noche —«leía las
noches de claro en claro y los días de turbio en turbio» (Cervantes,
2004:29)— dosis supremas de fe, que serán luego el fundamento de
sus osadas aventuras y el alimento sublime para su alma mendiga.
Siete escritos del maestro argentino Jorge Luis Borges.
Jorge Francisco Isidoro Luis Borges fue un escritor argentino, uno de los autores más destacados de la literatura del siglo XX. Publicó ensayos breves, cuentos y poemas. Su obra, fundamental en la literatura y en el pensamiento universal, y que ha sido objeto de minuciosos análisis y de múltiples interpretaciones, trasciende cualquier clasificación y excluye todo tipo de dogmatismo.
Es considerado uno de los eruditos más reconocidos del siglo XX. Ontologías fantásticas, genealogías sincrónicas, gramáticas utópicas, geografías novelescas, múltiples historias universales, bestiarios lógicos, silogismos ornitológicos, éticas narrativas, matemáticas imaginarias, thrillers teológicos, nostálgicas geometrías y recuerdos inventados son parte del inmenso paisaje que las obras de Borges ofrecen tanto a los estudiosos como al lector casual. Y sobre todas las cosas, la filosofía, concebida como perplejidad, el pensamiento como conjetura, y la poesía, la forma suprema de la racionalidad. Siendo un literato puro pero, paradójicamente, preferido por los semióticos, matemáticos, filólogos, filósofos y mitólogos, Borges ofrece —a través de la perfección de su lenguaje, de sus conocimientos, del universalismo de sus ideas, de la originalidad de sus ficciones y de la belleza de su poesía— una obra que hace honor a la lengua española y la mente universal.
Ciego a los 55 años, personaje polémico, con posturas políticas que le impidieron ganar el Premio Nobel de Literatura al que fue candidato durante casi treinta años.
«Que un individuo quiera despertar en otro individuo recuerdos que no pertenecieron más que a un tercero, es una paradoja evidente. Ejecutar con despreocupación esa paradoja, es la inocente voluntad de toda biografía.» J.L.Borges
Cuando don Quijote se mueve en medio de aquel universo que sus
libros le ofrecían está desarrollando su propia metafísica en donde
hay un dios oculto; divinidad tutelar y resentida que se alimenta de
la fantasía del hidalgo y que le da en cada día y cada noche —«leía las
noches de claro en claro y los días de turbio en turbio» (Cervantes,
2004:29)— dosis supremas de fe, que serán luego el fundamento de
sus osadas aventuras y el alimento sublime para su alma mendiga.
LA PEDAGOGIA AUTOGESTONARIA EN EL PROCESO DE ENSEÑANZA APRENDIZAJEjecgjv
La Pedagogía Autogestionaria es un enfoque educativo que busca transformar la educación mediante la participación directa de estudiantes, profesores y padres en la gestión de todas las esferas de la vida escolar.
Documento sobre las diferentes fuentes que han servido para transmitir la cultura griega, y que supone la primera parte del tema 4 de "Descubriendo nuestras raíces clásicas", optativa de bachillerato en la Comunitat Valenciana.
Friedrich Nietzsche. Presentación de 2 de Bachillerato.
Comentario de un fragmento de Robinson Crusoe
1. MODELO DE COMENTARIO DE UN FRAGMENTO DE ROBINSON CRUSOE,
DE DANIEL DEFOE
Esquema:
1. Contextualización del texto en la obra total del autor (incluye un resumen de la obra y otro del
fragmento, así como la localización del fragmento en el texto), movimiento literario, periodo
histórico, estética…
2. Análisis y estructura del contenido:
- Tema principal y secundarios del fragmento, y su relación con otros de la obra a la que
pertenece.
- Estructura del contenido, con referencia a la temática en cada parte.
3. Expresión: género, subgénero, recursos estilísticos…
4. Valoración crítica (cierre o conclusión).
Encontrándome a salvo en la orilla, elevé los ojos al cielo y le di gracias a Dios por salvarme la
vida en una situación que, minutos antes, parecía totalmente desesperada. Creo que es imposible
expresar cabalmente, el éxtasis y la conmoción que siente el alma cuando ha sido salvada, diría
yo, de la mismísima tumba. En aquel momento comprendí la costumbre según la cual cuando al
malhechor, que tiene la soga al cuello y está a punto de ser ahorcado, se le concede el perdón, se
trae junto con la noticia a un cirujano que le practique una sangría, en el preciso instante en que
se le comunica la noticia, para evitar que, con la emoción, se le escapen los espíritus del corazón y
muera: Pues las alegrías súbitas, como las penas, al principio desconciertan.
Caminé por la playa con las manos en alto y totalmente absorto en la contemplación de mi
salvación, haciendo gestos y movimientos que no puedo describir, pensando en mis compañeros
que se habían ahogado; no se salvó ni un alma, salvo yo, pues nunca más volví a verlos, ni hallé
rastro de ellos, a excepción de tres de sus sombreros, una gorra y dos zapatos de distinto par.
Miré hacia la embarcación encallada, que casi no podía ver por la altura de la marea y la
espuma de las olas y, al verla tan lejos, pensé: «¡Señor!, ¿cómo pude llegar a la orilla?»
Después de consolarme un poco, con lo poco que tenía para consolarme en mi situación,
empecé a mirar a mi alrededor para ver en qué clase de sitio me encontraba y qué debía hacer.
Muy pronto, la sensación de alivio se desvaneció y comprendí que me había salvado para mi mal,
pues estaba empapado y no tenía ropas para cambiarme, no tenía nada que comer o beber para
reponerme, ni tenía alternativa que no fuese morir de hambre o devorado por las bestias salvajes.
Peor aún, tampoco tenía ningún arma para cazar o matar algún animal para mi sustento, ni para
defenderme de cualquier criatura que quisiera matarme para el suyo. En suma, no tenía nada
más que un cuchillo, una pipa y un poco de tabaco en una caja.
2. Nos encontramos ante la novela comúnmente conocida por Robinson Crusoe (1719), de Daniel Defoe
(Londres, cerca del 10 de octubre de 1660-Moorfields, Londres, 5 de mayo de 1731), autor ilustrado
que inicia, para muchos, la novela moderna inglesa con un libro que podemos incluir dentro de lo que
se ha llamado libro de viajes: narrativa que, aprovechando a menudo testimonios reales de viajes o
sucesos acaecidos en lejanas tierras, sirva como medio para criticar o mostrar la propia realidad
europea desde otros puntos de vista.
Defoe tuvo una educación puritana, fue comerciante, se arruinó varias veces, ejerció de
periodista y de espía y visitó la cárcel, pues tomó parte muy activa en la propaganda política de la
época. Publicó, además de panfletos, sátiras y libelos, y una vez publicada su afamada Robinson
Crusoe (1719), otras novelas como Capitán Singleton (1720), en la que el protagonista viaja por los
diversos mares del mundo; Memorias de un caballero (1720), novela de carácter histórico que se
desarrolla en el s. XVII; Moll Flanders (1722), autobiografía de una niña que queda abandonada
cuando su madre es deportada: un intento de picaresca femenina al igual que Lady Roxana (1722),
supuesta autobiografía de una mujer zarandeada por la vida y el amor. También debemos citar las otras
dos obras con Robinson como protagonista: la novela Las nuevas aventuras de Robinson Crusoe (1719)
y el ensayo Serias reflexiones sobre Robinson Crusoe (1729).
La novela a la que pertenece este fragmento obtuvo un enorme éxito y no deja de ser una
epopeya del esfuerzo racional del hombre por vencer a la naturaleza. Encontramos en ella el tema del
héroe aventurero: hombre que se sube a un barco que lo llevará a un mundo imaginario o real, pero que
en cualquier caso le hará poner a prueba su inteligencia, su capacidad de supervivencia y su habilidad
para resolver problemas prácticos. A su vez está presente el tema de la soledad del ser humano, que
trasciende la Ilustración y llega hasta nosotros pleno de vigencia y podemos encontrar la lucha racional
de Defoe entre su educación puritana, y lo que su razón le dicta al respecto de esta doctrina religiosa.
Robinson Crusoe es una falsa autobiografía, escrita en parte a modo de diario, que narra las
peripecias de su protagonista, quien siendo joven desoye los consejos de su padre y se aventura en un
barco para conocer mundo. Tras caer en manos de un árabe que lo hace su esclavo y darse a la fuga,
para luego ser rescatado por un navío que se dirigía a Brasil capitaneado por un portugués, se instala en
dicho país y consigue establecerse en una fructífera plantación de azúcar. Pero esa estabilidad y
prosperidad no es freno para volver a la mar en busca de nuevas aventuras. Esta vez, el naufragio acaba
con la vida de todos los tripulantes salvo él, quien superará un aislamiento de veintiocho años en esta
Isla situada frente a la desembocadura del río Orinoco. Robinson supera con las cualidades del héroe
aventurero citadas arriba su estancia en la Isla que hace suya, y se encuentra solo hasta que un día
ayuda a un salvaje, al que pone el nombre de Viernes, a huir de sus enemigos y captores caníbales.
Luego se van sumando otros personajes a la narración hasta que por fin abandona la Isla en un navío
inglés después de haber ayudado a su capitán a recuperar el mando perdido tras un motín. Ya en
Europa, nos seguirá narrando aventuras por tierra, como su batalla con los lobos, y dará cuenta de la
3. situación privilegiada en la que ha quedado, gracias a su trabajo realizado en Brasil y a las buenas
amistades que dejó administrándolo. Por último, hemos de nombrar el Prefacio del autor (entiéndase
como prefacio de la continuación de esta novela), por la importancia que tiene su crítica a la sociedad
colonialista inglesa, y a la hipocresía a la hora de poner en práctica las sagradas escrituras:
Mi amo solía leer en la Biblia que Dios había dado la tierra a la primera
pareja para que la poseyera: supongo que serían ingleses, pues él no tuvo reparo
en escribir que toda la isla (a cualquier cosa se le llama país) era de su absoluta
propiedad y que tenía un derecho indiscutible de dominio. ¿Es eso lo que se
llama colonizar? ¿Pues no decía él que Dios había creado todas las cosas? ¿Por
qué tenía que ser suya una isla sólo por haber naufragado en ella? ¿Quién fue el
primero que dijo «esto es mío» para expulsar a los demás? ¿Es posible que haya
habido alguna vez una edad dichosa en que se desconocieran las palabras tuyo y
mío? ¿Quién trazó las fronteras? —hizo una pausa—. Creo que no debería
haber leído tanto. Ya dijo el sabio que quien añade ciencia añade dolor.
(Palabras de Viernes a su autor, Daniel Defoe: pura metaliteratura).
El fragmento a analizar corresponde al principio del capítulo IV, concretamente cuando
Robinson arriba a la Isla y de entrada da gracias al cielo por haber salvado la vida, aunque poco
después, cuando cae en la cuenta del lugar en el que se encuentra y de los peligros que ello conlleva,
desaparece la sensación de alivio y enumera los pocos utensilios que tiene a su disposición. Es el
comienzo de su aislamiento y si se divide la obra en tres partes (el antes, el durante y el después de la
Isla), el principio de la segunda parte.
El tema de este fragmento es la dicotomía que se dará en toda la novela: salvación frente a
condena.
Un tema que desarrolla continuamente en la observación del estado de ánimo del protagonista, pues
pasa de un estado de alegría a otro de desesperación o tristeza, al observar cualquier señal que le
produzca miedo. Aquí deberíamos recordar la probabilidad de que Defoe hubiera leído y en parte,
tomara como modelo, la historia de Alexander Selkirk, un marinero que tras la discusión con su capitán
decidió quedarse en una isla desierta en la que sobrevivió durante cinco años, hasta cuando fue
rescatado por el navío del capitán Rogers, quien más tarde publicara la historia junto a otro capitán
(Cooke). En ambas historias se observa el paso de la desolación, a la resignación y de esta al equilibrio
interno. Y en la obra que nos concierne es de suma importancia en la evolución citada, el tratamiento
del miedo y de la ansiedad que hace el narrador.
Formalmente destaca por su realismo, la forma autobiográfica y las detalladas descripciones.
Pero es en el sentido alegórico de la historia donde radica la fuerza de esta novela, que critica muchos
aspectos de la sociedad inglesa de la época y que tal vez se puedan trasladar al ahora.
4. El fragmento se puede dividir en tres partes atendiendo a la temática que observamos en ellas: la
primera se corresponde con el primer párrafo, en donde nuestro protagonista expresa la grata sensación
que le produce la salvación; la segunda parte la conforman los dos párrafos siguientes, en los que el
autor muestra confusión; y una última parte que corresponde al último párrafo en el que se observa
como tras la observación detallada de su situación, el protagonista cae en la desolación.
Al igual que la novela el fragmento está narrado en primera persona, a modo de autobiografía,
de ahí que podamos observar el diálogo consigo mismo propio de quien se encuentra en soledad. Son
muchos los tiempos verbales que dan forma al desarrollo de los pensamientos de Robinson: partiendo
de un gerundio que lo sitúa sobre la orilla de su nuevo reino, utiliza todo tipo de tiempos: pretérito
perfecto simple de indicativo (elevé, di, comprendí, caminé…), tiempo dominante en el fragmento y el
más frecuente de la narración; pretérito imperfecto de indicativo (parecía, tenía, debía); presente (creo,
es, siente, tiene, está…); pretérito perfecto compuesto de indicativo (ha sido salvado); condicional
simple de indicativo (diría yo) y pretérito imperfecto de subjuntivo (quisiera).
Defoe utiliza recursos para expresarse de forma clara y directa y para hacerse comprender y
llegar su mensaje. En el primer párrafo encontramos un símil en el que compara el perdón que se le
concede a un condenado a muerte con su propia salvación para hacernos entender la fuerza de las
sensaciones que está viviendo, para concluir a modo de axioma y a través de una cita: Pues las alegrías
súbitas, como las penas, al principio desconciertan.
En el texto se observa un recurso frecuente del autor: usar el diálogo en estilo directo para
hablar consigo mismo, en este caso formulando una pregunta retórica que expresa la incredulidad de
estar vivo: «¡Señor!, ¿cómo pude llegar a la orilla?».
En el último párrafo encontramos una paradoja que sintetiza su estado de ánimo final: me había
salvado para mi mal. Nuestro protagonista está vivo, pero en la peor de las situaciones a las que se
había enfrentado hasta ahora. Comienza el análisis de la situación, el comportamiento racional que no
solo le salvará, sino que le proporcionará hasta ciertas comodidades durante su estancia en la Isla, y que
en el fragmento se observa en la descripción de los utensilios que posee y aquello que está ausente, así
como en los peligros que le acechan.
Nuestro personaje luchará constantemente contra las desoladoras sensaciones por encontrarse
solo y recurrirá, como inglés educado en el puritanismo, y aunque hasta ahora lo tuviera olvidado, a
Dios, y a la lectura de la Biblia, para soportar su situación. Pero son las cualidades del héroe aventurero
de la Ilustración: la inteligencia, la habilidad y la capacidad de supervivencia, las que harán que esta
aventura encuentre un final feliz.
La producción literaria de Defoe basta para situarlo en un lugar de honor de la historia de la
literatura en lengua inglesa, pero los tres libros dedicados a Robinson Crusoe lo convierten además en
uno de los clásicos más fructíferos y populares de la literatura universal y, en palabras de James Joyce,
en el padre de la novela inglesa.