5. El abuelo tiene bigotes grandes y un sombrero verde.
Cuando se ríe, su panza sube y baja como una pelota.
Vive en una casa en el bosque, rodeado de árboles
muy altos.
Si el viento sacude las hojas, los árboles parecen
gigantes que se cuentan secretos entre sí.
6. Emilio y el abuelo cenan afuera todas las noches.
Se sientan a una mesa de madera con banquitos,
que el abuelo construyó.
Comen a la luz de un farol, y después apagan el farol.
Al principio no se ve nada de nada, pero de a poco
los ojos se acostumbran.
Entonces el abuelo le cuenta a Emilio alguna historia.
7. El cuento de las hormigas de oro.
La leyenda de la rama más larga del mundo.
Las aventuras del pájaro cara-de-ratón.
8. Una noche hay luna llena.
El abuelo cocina un postre delicioso,
con azúcar negra y manzanas rojas.
—Abuelo, ¿es cierto que la luna tiene
una cara que no vemos nunca?
—¡La luna tiene muchas caras! —dice el
abuelo—. A veces la miro y veo la cara
de tu abuela. A veces veo mi propia
cara de niño, cuando tenía tu edad.
Y otras veces veo la cara de la Tierra,
que se mira en la luna como si fuera
un espejito y se arregla para ir a dormir.
9. El silencio, en casa del abuelo, está más vivo
que el silencio en la ciudad.
Entre los árboles y los arbustos hay zumbidos,
murmullos, lucecitas que titilan.
Y en el cielo, a cada rato, pasa una estrella fugaz.
—Emilio, ¿te gustaría conocer la luna? —pregunta
el abuelo.
—Sí, mucho —dice él.
10. El abuelo entra a la casa y vuelve a salir
con una mochila.
—¿Vamos? —pregunta.
—¿A dónde?
—¡A la luna, por supuesto!
11. Emilio y el abuelo van por un camino en el bosque.
La luna los acompaña con su luz plateada y misteriosa.
Las plantas les acarician las piernas y los brazos al pasar.
—Abuelo, ¿hay animales acá? —pregunta Emilio.
—¡Sí, nosotros!
12. Emilio se imagina que los dos son
grandes pájaros azules.
Se imagina que el abuelo es un oso y
él, un tigre que lo sigue, sigiloso.
13. En un momento, las estrellas parecen más cercanas.
“¡Subimos hacia la luna!”, piensa Emilio.
“El abuelo debe conocer una ruta secreta”.
Pero de pronto el sendero se termina.
Es el borde de un barranco.
14.
15. —¿Preparado para despegar? —pregunta el abuelo.
Se quitan la ropa, se toman de la mano y retroceden
varios pasos.
—A la cuenta de tres —dice el abuelo—. Uno... Dos...
¡Tres!
Corren de la mano
corren corren corren
hasta el borde del barranco
y
¡IAP!
Saltan y vuelan por el aire, aullando y pataleando
de alegría, y aterrizan justo en el centro de la luna
en la laguna.
16. Abajo del agua abren los ojos.
Ven piedras brillantes y caracoles.
Ven peces de colores y plantas que bailan
una danza muy lenta.
Emilio y el abuelo nadan y flotan
en el círculo claro de la luna.
17. Después vuelven a la orilla y
buscan ramitas para encender fuego.
El abuelo saca de su mochila dos mantas
y un chocolate.
Acostados y tapados, se quedan dormidos
al calor de la fogata, bajo las estrellas.
18. El canto de los pájaros los despierta muy temprano.
Emilio todavía tiene sueño, no quiere levantarse.
Entonces el abuelo se pone la mochila y sube
a Emilio a sus hombros.
19. Todo el camino de vuelta es así.
Un monito subido a un elefante.
Un enano soñando sobre un gigante.
Dos que vuelven de la luna.