El documento argumenta que la narrativa en la enseñanza de la historia puede enriquecerse y hacerse más interesante para los estudiantes a través del uso de la tecnología, como historietas o cuentos con imágenes. El profesor debe estudiar la historia y adaptarla a este formato narrativo, usando un lenguaje adecuado para los niños. También plantea preguntas sobre si las escuelas cuentan con la tecnología necesaria y si los maestros están capacitados para usarla en sus clases.