El rey amaba más a su cuarta esposa (su cuerpo) que a las demás, pero cuando murió ella se negó a acompañarlo. Su tercera esposa (sus posesiones) y segunda esposa (su familia y amigos) también se negaron. Solo su primera esposa (su alma), aunque la había ignorado, estuvo dispuesta a seguirlo más allá de la muerte. El relato enseña que solo el alma nos acompañará eternamente.