5. La tortuga desvió la mirada un instante que a la
pulga le pareció hacérsele eterno, y volvió a mirarla.
- ¿Por qué quieres saltar?
6. La pulga paró de nuevo.
- ¡Debo saltar! ¡Debo saltar!
- Pues salta…
7. La pulga saltó. Su salto fue impresionante. La tortuga
miraba estupefacta como si jamás hubiese visto un salto
igual.
8. Cuando llegó al otro extremo, una sonrisa y una
mueca de satisfacción se reflejó en la cara del
pequeño ser.
- ¿Y ahora qué? –preguntó la tortuga.
9. Cuando llegó al otro extremo, una sonrisa y una
mueca de satisfacción se reflejó en la cara del
pequeño ser.
- ¿Y ahora qué? –preguntó la tortuga.
¿ahora
que?
10. ¡Tengo que saltar a tu lado! ¡Tengo que saltar a tu lado!
–gritó la pulga dando saltitos.