1. CUENTO PARA EL DIA DEL LIBRO
El leñador que afilo su hacha.
había una vez un joven leñador que estaba en busca de trabajo, en donde vivía la
profesión de leñador era muy escogida por las personas y era muy difícil
diferenciarse de los demás. Al joven le gusto lo de ser leñador gracias a su
abuelo, un viejo que se la pasó desde muy temprana edad de su vida talando
árboles. El abuelo le enseñó todo lo que él sabía sobre los árboles y de cómo
talarlos. Le enseñó hasta que postura se necesitaba adquirir en determinado
árbol.
Un día el joven iba caminando por el centro del pueblo cuando de repente vio
un anuncio el cual decía que se iba a realizar un concurso de leñadores y cuyo
premio sería un puesto de trabajo como leñador en la mejor empresa del pueblo.
El joven no se lo pensó dos y fue al ayuntamiento del pueblo para inscribirse en
el concurso. Él sabía que tenía que prepararse para aquel concurso, no iba a
estar fácil, había oído que los mejores leñadores del pueblo estaban dentro del
concurso. Le pidió ayuda a su abuelo a practicar para el día del concurso.
Durante una semana practicaron todos los días sin descanso, solo para dormir y
comer. En esos días el abuelo le recordaba que afilaba siempre el hacha, pero él
no le ponía mucho atención a eso ya que él pensaba que la verdadera estrategia
estaba en talar los árboles con mucha fuerza.
Llegó el día del concurso y el que derrumbara más árboles en una 1 hora era
quien ganaba. Todos comenzaron a talar árboles a la misma velocidad, pero al
quinto árbol se estaban demorando mucho, todos talaban con gran velocidad
pero no penetraban bien la madera, entonces en un momento se detuvo el joven
y se acordó de los que le había dicho su abuelo, que nunca se le olvidará de
afilar el hacha. Pues eso hizo, fue rápido hasta la estación de salida y con una
lima afilo el hacha, mientras los otros seguían luchando con sus hachas
destrozadas, el joven seguía afilando, cuando regresó a talar árboles, lo hizo de
una manera increíble, comenzó a cortar árboles como si fuera papel lo que
estuviera cortando, pasó 1 hora y el concurso terminó, efectivamente el ganador
2. fue el joven, quien fue el único que se tomó el tiempo en ir a afilar el hacha.
Regresó con su trofeo a casa y también con un nuevo puesto de trabajo, y sin
perder más el tiempo fue a agradecerle a su abuelo por el gran conejo que le
daba todos los días.