Dédalo construyó alas de plumas para él y su hijo Ícaro para escapar de Creta volando, advirtiendo a Ícaro de no volar demasiado cerca del mar ni del sol para evitar que las alas se mojaran o derritieran. Sin embargo, Ícaro desobedeció las instrucciones de su padre y voló demasiado cerca del sol, derritiéndose la cera de sus alas y cayendo al mar donde se ahogó, mientras que Dédalo logró escapar volando.