Los delitos informáticos son difíciles de demostrar y detectar debido a que a menudo no dejan pruebas y pueden cometerse de forma remota. Incluyen phishing, donde se crean páginas falsas para robar datos personales; pharming, que redirecciona usuarios a páginas fraudulentas; y sexting, envío de contenido erótico sin consentimiento. Otros delitos son grooming, donde adultos acosan menores en línea; vishing, mediante llamadas telefónicas fraudulentas; y daños informáticos como