El autor quiere construir un árbol de Navidad en su corazón en el que cuelgue no regalos sino los nombres de sus amigos, tanto cercanos como lejanos, antiguos y nuevos, para recordarlos a todos en las fiestas. Desea que las raíces de este árbol sean profundas para que la amistad perdure y sus ramas se extiendan para incluir a amigos venideros, ofreciendo sombra y reposo en la vida.