1. Primera Lectura: del libro de Jeremías (3,14-17):
Salmo Responsorial: Sal Jr 31
R/. El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño
Evangelio: san Mateo (13,18-23)
Explicación de la
parábola del
sembrador
Tiempo Ordinario. Contamos con un medio
excelente para la lucha: la oración. Siempre
encuentra un tiempo para dedicarlo a Dios.
Autor: Xavier Caballero | Fuente: Catholic.net
2. Primera lectura
Lectura del libro de Jeremías (3,14-17):
Volved, hijos apóstatas – oráculo del Señor –, que yo
soy vuestro dueño; cogeré a uno de cada ciudad, a
dos de cada tribu, y os traeré a Sión; os daré pastores
a mi gusto que os apacienten con saber y acierto;
entonces, cuando crezcáis y os multipliquéis en el país
– oráculo del Señor –, ya no se nombrará el arca de la
alianza del Señor, no se recordará ni mencionará, no
se echará de menos ni se hará otra.
En aquel tiempo, llamarán a Jerusalén «Trono del
Señor», acudirán a ella todos los paganos, porque
Jerusalén llevará el nombre del Señor, y ya no
seguirán la maldad de su corazón obstinado.
¡Es palabra de Dios! ¡Te alabamos Señor !
3. Salmo Jr 31
R/. El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño
Escuchad, pueblos, la palabra del Señor,
anunciadla en las islas remotas:
«El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como un pastor a su rebaño.» R/.
«Porque el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte.»
Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor. R/.
Entonces se alegrará la doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas. R/.
4. Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,18-23):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros oíd
lo que significa la parábola del sembrador: Si uno escucha
la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba
lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al
borde del camino. Lo sembrado en terreno pedregoso
significa el que la escucha y la acepta en seguida con
alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto
viene una dificultad o persecución por la palabra, sucumbe.
Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la
palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las
riquezas la ahogan y se queda estéril.
Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la
palabra y la entiende; ése dará fruto y producirá ciento o
sesenta o treinta por uno.»
¡Es palabra del Señor! ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!
5. Oración
Señor, la semilla de tu Palabra siempre produce
buenos frutos. No permitas que las distracciones
me arrebaten lo que en esta oración quieres
revelarme. ¡Ven, Espíritu Santo!
Petición
Señor, dame tu gracia para tu semilla de amor se
multiplique en mi vida.
6. Meditación
¿Qué fruto da la semilla de la Palabra de Dios en la tierra de mi
corazón?
«El Señor arroja con abundancia y gratuidad la semilla de la
Palabra de Dios, aun sabiendo que podrá encontrar una tierra
inadecuada, que no le permitirá madurar a causa de la aridez, y
que apagará su fuerza vital ahogándola entre zarzas.
Con todo, el sembrador no se desalienta porque sabe que parte de
esta semilla está destinada a caer en "tierra buena", es decir, en
corazones ardientes y capaces de acoger la Palabra con
disponibilidad, para hacerla madurar en la perseverancia, de
modo que dé fruto con generosidad para bien de muchos. [...]
Quien siembra en el corazón del hombre es siempre y sólo el
Señor. Únicamente después de la siembra abundante y generosa
de la Palabra de Dios podemos adentrarnos en los senderos de
acompañar y educar, de formar y discernir.
Todo ello va unido a esa pequeña semilla, don misterioso de la
Providencia celestial, que irradia una fuerza extraordinaria, pues
la Palabra de Dios es la que realiza eficazmente por sí misma lo
que dice y desea. (Benedicto XVI, 21 de julio de 2009).
7. Reflexión
Lo verdaderamente asombroso es que la inmensa mayoría de las personas no
luchan por «ser» alguien, sino por «tener» algo ; no se apasionan por llenar
sus almas, sino por ocupar un sillón; no se preguntan qué tienen por dentro,
sino qué van a ponerse por fuera. Tal vez sea ésta la razón por la que en el
mundo hay tantos tantas marionetas y tan pocas, tan poquitas personas. Sí,
hay que amar la lucha. Creer en algo muy serio. Luchar por ello. Seguir
luchando cuando nos cansemos. Seguir adelante cuando nos cansemos de
caminar.
Jesús nos explica en el pasaje evangélico de hoy que la vida del cristiano y la de
todo hombre es lucha. Hay que vencer el viento, la dureza de las piedras, las
espinas... Quien ha tenido la fortuna de trabajar en el campo, comprende
perfectamente la parábola del sembrador. Y es que no basta con tirar la semilla
para cosechar frutos abundantes. Hay que elegir el terreno. Hay que preparar la
tierra. Hay que cuidar la semilla y tirarla a tiempo. Hay que regar, quitar las
malas hierbas y, sobre todo, hay que segar en el momento oportuno. Implica
lucha. Trabajo. Esfuerzo. Se dice que: «De los esforzados es el Reino de los
Cielos». Es ley de vida. A veces cuesta. Lo importante, no es tanto lo que
hacemos, sino el amor con el que obramos. Cuando hay amor, Dios bendice y
nos premia, aun si en muchas ocasiones no lo parece a primera vista. Para
lograr estar siempre en la «lucha» contamos con un medio excelente: la
oración. Jesús la usó y siempre le funcionó.
Ojala que sepamos valernos de la oración para permanecer en la «lucha»
venciendo esos «problemas» cotidianos por amor a Dios y a nuestros
hermanos.
8. Propósito
Poner un medio concreto para crecer en la virtud que me
lleve a dominar mi defecto dominante.
Diálogo con Cristo
Señor Jesús, aunque creo que Tú eres lo más importante
de toda mi vida, tristemente tengo que reconocer que
fácilmente dejo que otras cosas ocupen el lugar que sólo a
Ti te corresponde. Dejo que tu semilla se ahogue entre las
espinas de mi debilidad al permitir que mis sentimientos
gobiernen mis acciones, en vez de mi fe y convicciones.
Ayuda mi voluntad para que mi vida sea esa tierra buena
donde la semilla de tu amor crezca y dé frutos abundantes.