El documento presenta las lecturas de la Iglesia Católica para el tiempo ordinario, incluyendo pasajes de Isaías, el Salmo 101, y el Evangelio de Mateo donde Jesús invita a los cansados a acudir a él para encontrar descanso.
1. Manso y humilde de
corazón
Tiempo Ordinario. Cristo hará
que el peso de nuestra cruz sea
más dulce y ligero.
Primera Lectura: del libro de Isaías (26,7-9.12.16-19):
Salmo Responsorial: Salmo 101
R/. El Señor desde el cielo se ha fijado en la tierra
Evangelio: san Mateo (11,20–24):
Autor: José Fernández de Mesa | Fuente: Catholic.net
2. Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (26,7-9.12.16-19):
La senda del justo es recta. Tú allanas el sendero del justo; en la
senda de tus juicios, Señor, te esperamos, ansiando tu nombre y tu
recuerdo.
Mi alma te ansía de noche, mi espíritu en mi interior madruga por ti,
porque tus juicios son luz de la tierra, y aprenden justicia los
habitantes del orbe.
Señor, tú nos darás la paz, porque todas nuestras empresas nos las
realizas tú.
Señor, en el peligro acudíamos a ti, cuando apretaba la fuerza de tu
escarmiento. Como la preñada cuando le llega el parto se retuerce y
grita angustiada, así éramos en tu presencia, Señor: concebimos, nos
retorcimos, dimos a luz... viento; no trajimos salvación al país, no le
nacieron habitantes al mundo.
¡Vivirán tus muertos, tus cadáveres se alzarán, despertarán jubilosos
los que habitan el polvo!
Porque tu rocío es rocío de luz, y la tierra de las sombras parirá.
¡Es palabra de Dios! ¡Te alabamos Señor !
3. Salmo 101
R/. El Señor desde el cielo se ha fijado en la tierra
Tú permaneces para siempre,
y tu nombre de generación en generación.
Levántate y ten misericordia de Sión,
que ya es hora y tiempo de misericordia.
Tus siervos aman sus piedras,
se compadecen de sus ruinas. R/.
Los gentiles temerán tu nombre,
los reyes del mundo, tu gloria.
Cuando el Señor reconstruya Sión,
y aparezca en su gloria,
y se vuelva a las súplicas de los indefensos,
y no desprecie sus peticiones. R/.
Quede esto escrito para la generación futura,
y el pueblo que será creado alabará al Señor.
Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario,
desde el cielo se ha fijado en la tierra,
para escuchar los gemidos de los cautivos
y librar a los condenados a muerte. R/.
4. Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (11,28-30):
En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Venid a
mí todos los que estáis cansados y
agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi
yugo y aprended de mí, que soy manso y
humilde de corazón, y encontraréis vuestro
descanso. Porque mi yugo es llevadero y
mi carga ligera.»
¡Es palabra del Señor! ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!
5. Oración
Señor, ¡gracias!, por ofrecerme tu consuelo, tu compañía,
tu infinita misericordia. Te ofrezco humildemente mi
corazón, mi vida entera. Ilumina mi oración porque
quiero seguir el camino que me lleve a vivir en plenitud
el amor.
Petición
Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón
semejante al tuyo.
6. Meditación
Jesús pide que vayamos a Él, que esta es la verdadera sabiduría, a Él
que es "manso y humilde de corazón"; propone "su yugo", el camino
de la sabiduría del Evangelio, que no es una doctrina que hay que
aprender o una propuesta ética, sino una Persona a la que hay que
seguir: Él mismo, el Hijo Unigénito en perfecta comunión con el
Padre.
Queridos hermanos y hermanas, hemos gustado la riqueza de esta
oración de Jesús. Que también nosotros, con el don de su Espíritu,
podamos dirigirnos a Dios en la oración, con confianza de hijos,
invocándolo con el nombre de Padre, Abba.
Pero debemos tener el corazón de los pequeños, de "los pobres en
espíritu", para reconocer que no somos auto-suficientes, que no
podemos construir nuestra vida solos, que necesitamos de Dios,
necesitamos encontrarle, escucharle y hablarle.
La oración nos abre a recibir el don de Dios, su sabiduría, que es
Jesús mismo, para llevar a cabo la voluntad del Padre en nuestra vida
y encontrar así reposo en las fatigas de nuestro camino.
¡Gracias!. (Benedicto XVI, 7 de diciembre de 2011.)
7. Reflexión
Venid a mí...es una invitación apremiante y generosa. Jesús es el ejemplo de
sencillez y humildad por excelencia. De veras es misericordioso, no hace
excepciones de ningún tipo. Es humilde y hasta impaciente por confortar
nuestro corazón decepcionado y doliente. Su gran deseo y la aspiración que
ansía su corazón es la de estar con nosotros para ayudarnos a llevar aquella
cruz que nos pesa tanto. No debemos sentirnos solos porque Cristo hará que
el peso de nuestra cruz sea más dulce y ligero. Si orgullosamente
rechazamos su ayuda obstinándose en querer llevar solos nuestra cruz, se
hace increíblemente pesada hasta que caemos de agobio.
Es justo lo que el Buen Pastor quiere evitar. Y por esto que nos lanza una
invitación tan intensa que no conoce fecha de caducidad. Ante esto,
¿sentimos de verdad necesidad de Jesús? ¿Tiene nuestra fe repercusiones
reales sobre nuestra vida? ¿O bien es como el agua estancada y malsana de
un charco, enterrada bajo un espeso hielo, en el letargo invernal de nuestro
corazón? O ¿estamos tan entumecidos por el hielo de la vida despistada y
frenética que ya no sentimos el toque amoroso de un Padre que llama a
nuestra puerta? Un padre impaciente de ofrecernos el calor de su abrazo.
Tal vez, la energía de una fe más viva, experimentada en los sacramentos, es
lo que nosotros buscamos.
8. Propósito
En las dificultades que hoy se me presenten, pedir la
ayuda de Dios en vez de ser autosuficiente.
Diálogo con Cristo
Encontrar descanso, es algo que todos siempre buscamos,
descanso que no implica el que los problemas o el
esfuerzo vayan terminar. Las cosas parece que siguen
igual, pero con Cristo, se viven desde diferente
perspectiva. Gracias, Señor, por ofrecerme esa paz. Para
alcanzarla, te pido me des: fe, generosidad, fuerza de
voluntad, confianza y, sobre todo, amor. Con estos dones
y tu gracia, tendré la fuerza necesaria para vivir tu
voluntad.