Juan Bosco perdió a su padre a los dos años y fue criado principalmente por su madre, quien influyó en su fuerte fe. A los nueve años tuvo un sueño premonitorio que marcaría su misión de ayudar a los jóvenes más necesitados. Más tarde, como sacerdote en Turín, quedó impactado por la difícil situación de los niños trabajadores y decidió dedicar su vida a ellos, fundando la Sociedad de San Francisco de Sales para este propósito.